Reducido a su esencia, un organismo vital no es más que el paquete de información grabado en sus genes. Sin embargo, si la mera esencia de la vida es información, cabe preguntar por qué una columna de cifras o un renglón de palabras no se considera vivo. Obviamente, cuando se organizan las cifras o las letras en una secuencia particular, se expresa información. Pero también está claro que la información, por sí, no está viva.
La información genética es especial porque es única en su capacidad de reproducirse. Esta habilidad increíble es la base de todas las demás diferencias que distinguen lo orgánico y lo inorgánico. Hasta un cristal de sal para la mesa es una forma de información. Los átomos de sodio y cloro se organizan según un orden preciso, pero un cristal de sal no puede duplicarse. De todas las substancias sobre la tierra solamente el ADN, la molécula portadora de la información genética puede dirigir su propia reproducción.
La capacidad auto-copiadora del ADN, as¡ como su habilidad para codificar informaci¢n se deriva de su forma peculiar. Descrito por primera vez por James Watson y Francis Crick en 1953, la estructura de la mol’cula de ADN ( cido deoxirribonucleico) es una h’lice doble, una forma que parece una larga escalera torcida como sacacorchos. Cada escal¢n es una letra en un alfabeto qu¡mico limitado a solamente cuatro s¡mbolos. Ordenados en secuencias distintas pero precisas, hilos incre¡blemente largos de estas cuatro letras deletrean las instrucciones para construir y operar todos los seres vivos. Cada organismo que ha existido jam s en este planeta, desde los dinosaurios m s grandes a los v¡ruses m s peque_os, es un producto de la informaci¢n grabada en su versi¢n particular de la mol’cula de ADN.
Nadie sabe c¢mo la naturaleza acab¢ por establecer un sistema de cuatro s¡mbolos. La manera m s sencilla de grabar informaci¢n, la llamada notaci¢n binaria, requiere solamente de dos s¡mbolos – uno y cero. Cada s¡mbolo binario comunica un d¡gito binario o bit , de informaci¢n. Como una respuesta sencilla de s¡ o no, un d¡gito es el fragmento m s peque_o de informaci¢n que se puede recibir y todav¡a aprender algo. Toda la informaci¢n que fluye por los circuitos de las computadoras digitales est cifrada en hilos inmensamente largos de unos y ceros binarios.
Ya sea que un trozo de informaci¢n est grabado por los cuatro s¡mbolos de ADN o por los dos d¡gitos usados por las computadoras, lo b sico del procesamiento de la informaci¢n sigue siendo lo mismo. El significado se captura mediante una secuencia lineal de unos pocos s¡mbolos presentados en un orden preciso. Y a pesar de que resulta un poco m s complicado que el sistema binario, el m’todo del ADN ha funcionado por cuatro mil millones de a_os.
Las letras del c¢digo gen’tico (A, T, G, y C) se leen en grupos llamados codones, de la misma manera que las computadoras leen los unos y los ceros en grupos llamados bites. Cada cod¢n representa un amino cido, las piezas que forman las prote¡nas. Por ejemplo, si las letras del ADN se presentan segon el orden TGG AAG ATC, el primer cod¢n – AAG, es codificado por el amino cido de la lisina. Y as¡, uno tras otro, como las cuentas de un collar, los amino cidos se organizan en prote¡nas que componen el tejido org nico.
La arquitectura de la h’lice doble del ADN tambi’n otorga a la mol’cula la capacidad de hacer copias exactas de la informaci¢n que la compone. Cada escal¢n de la escalera espiral del ADN realmente se forma con un par de sus cuatro letras qu¡micas – adenina (A), timina (T), guanina (G) y citosina (C). La A y la T se juntan perfectamente, de igual manera que la G y la C. Consecuentemente, las cuatro letras qu¡micas siempre forman dos escalones, AT y GC. Con solamente dos tipos de escalones, podr¡a parecer que el ADN usara un c¢digo de dos s¡mbolos, pero, en la bioqu¡mica, la orientaci¢n f¡sica hace la distinci¢n. Visto desde la perspectiva de una de las barandillas laterales de la escalera, el escal¢n TA se lee como una T, mientras el mismo escal¢n invertido (AT) representa una A.
Cuando una mol’cula del ADN se copia, sus escalones se dividen en dos partes. Cada A suelta su T y cada G suelta su C. Las barandillas laterales de la parte de la «cremallera de la mol’cula», y la escalera espiral se hacen dos espirales separados, cada uno con medio-escal¢n dividido y suelto. Debido a que la A solamente se une a la T, y la G solamente se une a la C, la secuencia de escalones rotos en cada una de estas medio mol’culas es la imagen de espejo de la otra. De la sopa qu¡mica que flota alrededor del reproductor de ADN, las letras no adheridas se unen a sus compa_eras que aon se cuelgan de las barandillas laterales. Cuando este proceso se termina, se presentan las nuevas mol’culas del ADN. Cada una es la gemela exacta de la mol’cula-padre.
Si uno reflexiona sobre ello, la reproducci¢n del ADN es un proceso totalmente asombroso. Un objeto inconsciente – una cadena de tomos – tiene la capacidad de organizar una extremadamente compleja serie de sucesos para hacer copias exactas de s¡ mismo. La reproducci¢n del ADN sucede miles de millones de veces por segundo, por toda la tierra, dondequiera que haya vida. No se requiere intervenci¢n racional alguna. Simplemente la auto-reproducci¢n ocurre. Y por fortuna es as¡; porque de otra manera, la vida no existir¡a.
En 1944, casi una d’cada antes de que Watson y Crick descubrieran c¢mo se copiaba el ADN, John von Neumann, uno de los m s eminentes matem ticos del siglo veinte, estableci¢ los m¡nimos requisitos l¢gicos para que se pudiera considerar que una m quina tuviera vida. Von Neumann dijo que tal m quina tendr¡a que ser portadora y ser capaz de utilizar suficiente informaci¢n para construir por s¡ misma copias viables de componentes disponibles en su entorno ambiental. Podemos imaginarnos a un robot de von Neumann chachalaqueando por toda una bodega llena de refacciones, fabricando su propio gemelo. Lo dif¡cil es comprender precisamente c¢mo dise_ar el primer robot de este tipo.
Como m s tarde mostr¢ la revelaci¢n de la estructura del ADN, el ‘nfasis de von Neumann en la capacidad de la vida de auto-copiar su dise_o fue exactamente correcto. Ya que nada dura para siempre, el hacer copias es la onica manera de sobrevivir. Las m quinas se deterioran y se descomponen. Los edificios se derrumban y se convierten en polvo. Los cuerpos se envejecen y se mueren. Dado suficiente tiempo, hasta los Himalayas finalmente se deslizar n de nuevo debajo de la superficie de la tierra y se derretir n a la lava incandescente. Dentro de unos mil millones de a_os, inclusive el sol se acabar . Que las cosas tiendan a desintegrarse es una ley elemental de la naturaleza.
La segunda ley de la termodin mica, mejor conocida como la entrop¡a, afirma que el orden tiende a ceder al desorden. La organizaci¢n de las cosas se disuelve al azar. Dada esta realidad ineludible, la onica manera de preservar cualquier orden es mediante el reciclaje de los componentes, convirti’ndolos en arreglos organizados, manteniendo una especie de indulto del desorden.
En este planeta al menos, el ADN y solamente el ADN llega a contradecir la tendencia universal hacia el desorden. Los organismos est n sujetos a la entrop¡a. Pero los cuerpos de los seres vivientes no constituyen la esencia de la vida. Los organismos son meras envolturas provisionales de tejido creado por el ADN, solamente con el fin de mantener su propio proceso. Como seres vivientes, nuestra tendencia es considerarnos el oltimo prop¢sito de toda la actividad biol¢gica que nos sustenta. Pero esto no es la verdad.
Nosotros, los seres humanos – y todas las dem s formas de vida – somos simplemente veh¡culos bioqu¡micos por los cuales el ADN mantiene su inmortalidad. Desde el momento de la concepci¢n, cada uno de nosotros est condenado a la muerte. Nuestros cuerpos decaen, pero nuestra esencia viva – la informaci¢n que nos define – se copia a trav’s de las generaciones hacia el futuro. Es ir¢nico que consideramos los cerros y las monta_as permanentes y la vida impermanente, cuando lo contrario es la verdad. El onico orden perdurable se encuentra en la informaci¢n de la vida.
Se puede decir b sicamente lo mismo respecto a la informaci¢n no gen’tica, mejor conocida como el conocimiento humano. Aunque el conocimiento humano no se autocopia, se le puede copiar. Y una vez copiado, un trozo de informaci¢n tiene mayor probabilidad de sobrevivir al futuro y ser copiado de nuevo. En la ‘poca de las fotocopiadoras, discos flexibles de computadora , ediciones rosticas de libros, videos y faxes, hemos perdido todo sentido de la importancia absoluta de la reproducci¢n de la informaci¢n para la vida moderna. Sin embargo, sin la reproducci¢n barata, f cil y confiable de informaci¢n compleja, la sociedad tal como la conocemos no existir¡a.
De hecho, nuestra aparici¢n como la especie dominante de la tierra dependi¢ de nuestra habilidad de codificar y copiar el conocimiento vital. En los sesentas, Alexander Marshack, un arque¢logo convertido en redactor cient¡fico, observ¢ estrechamente los signos grabados en huesos de hace 32,000 a_os. Marshack observ¢ detalles pasados por alto por investigadores previos y afirm¢ que la secuencia de las muescas de los s¡mbolos correspond¡an a los cambios diarios de las fases de la luna. El primer calendario lunar de la humanidad no requer¡a un sistema sofisticado de escritura, pero se codific¢ la informaci¢n de todas maneras. Los sencillos s¡mbolos se organizaron en un orden preciso para grabar conocimiento valioso.
Los antrop¢logos han comprobado que seres humanos biol¢gicamente modernos, miembros de la especie Homo sapiens sapiens (el hombre doblemente sabio), dotados de una anatom¡a id’ntica a la nuestra, aparecieron al menos hace 100,000 a_os y tal vez hace 200,000. Puesto que nuestros ancestros pose¡an una capacidad intelectual igual que la nuestra, no nos deber¡a sorprender que los ejemplos m s antiguos del conocimiento grabado daten de hace m s de 30,000 a_os.
Las pruebas de la primera documentaci¢n del conocimiento de la humanidad han sido el tema de mucha controversia desde que hace 100 a_os se descubrieran unas pinturas en cuevas del sur de Francia. Los antrop¢logos han debatido el por qu’ los pueblos paleol¡ticos hicieron tanto esfuerzo extraordinario para decorar los profundos recesos de estas cavernas inh¢spitas. No se ha llegado a ningon acuerdo al respecto, pero un punto de vista sugiere que las pinturas de bisonte, venado rojo, mamut y caballos que decoran las paredes de cientos de cuevas eran de hecho m s que una expresi¢n puramente est’tica.
Segon esta hip¢tesis, los seres humanos aniquilaban paulatinamente los anta_o grandes reba_os de bisonte y venado. Si se fuera a encontrar suficiente carne, los grupos de cazadores ten¡an que lograr una mejor planeaci¢n y coordinaci¢n. Las pinturas de las cuevas, las cuales se hicieron aproximadamente hace 17,000 a_os, posiblemente jugaron un papel en los ritos dise_ados para grabar la ubicaci¢n y las estrategias de la caza en la mente de un pueblo analfabeta y supersticioso. Los s¡mbolos en las paredes de las cuevas, como las muescas en las piedras aun actualmente usadas por los ind¡genas australianos, bien podr¡an haber servido como la «enciclopedia tribal» de la informaci¢n cr¡tica de la sobrevivencia.
Pero como sabemos del funcionamiento del ADN, no basta s¢lo ser capaz de codificar informaci¢n en un cuerno de reno o en la pared de una cueva. A menos que se produzcan muchas copias, la entrop¡a asegurar finalmente la p’rdida o la destrucci¢n de la informaci¢n. El proceso f¡sico de codificar informaci¢n se ten¡a que refinar al punto de que ya no se requiriera un esfuerzo enorme para copiar algo. Si es dif¡cil escribir, entonces no se escribe mucho. Y l¢gicamente, cuando se escribe poco, se copia muy poca informaci¢n y la sociedad no puede disponer de ella. Aun menos sobrevivir para ser redescubierta por generaciones posteriores.
Los sumerios, un pueblo agr¡cola que viv¡a en el actual Iraq, fueron los primeros en convertir la redacci¢n y la reproducci¢n de la escritura en un proceso relativamente f cil. Sus primeros textos, de hace aproximadamente 5,000 a_os, fueron elaborados de la siguiente manera: se tomaba una bola de arcilla bien lavada y fina y se le formaba en una tabla de unos pocos cent¡metros cuadrados. Con la punta cortada de una vara de junco, el escritor trazaba l¡neas que divid¡an la cara de la tabla en cuadros y llenaban cada cuadro con dibujos grabados. Se dejaba a hornear al sol y la arcilla se volv¡a tan dura como una piedra. A lo largo de los siglos estos pict¢grafos de la primera escritura sumeria se redujeron a un «alfabeto» de s¡mbolos estilizados hechos en la tabla de arcilla mediante un cuneiforme (un estil¢grafo en forma de cu_a). Este m’todo se diferencia mucho del bol¡grafo moderno, pero resultaba mucho m s f cil que rayar muescas en marfil de mamut.
Desde un punto de vista econ¢mico es l¢gico que los sumerios hayan sido los primeros en inventar un m’todo eficiente de escritura. La gente inventa las cosas para resolver problemas pr cticos. Simplemente no vale la pena usar una herramienta que no satisfaga una necesidad aut’ntica. Antes de que los sumerios establecieran la primera civilizaci¢n agr¡cola a gran escala, no hac¡a mucha falta un sistema sofisticado de registro de la informaci¢n.
De hecho, la agricultura en s¡ era una soluci¢n innovadora al m s b sico de todos los problemas econ¢micos de la humanidad. Por dos millones de a_os de la existencia prehumana, nuestros ancestros se alimentaban mediante la recolecci¢n de plantas y de la carne putrefacta de cad veres de animales. Se reduc¡a su poblaci¢n de vez en cuando por las enfermedades y la inanici¢n, pero a lo largo de los milenios, en la medida en que nuestros antepasados acumulaban el conocimiento necesario para sobrevivir en ambientes m s retadores, la poblaci¢n humana aumentaba paulatinamente.
Entonces, aproximadamente hace 9,000 a_os, la poblaci¢n en unas cuantas regiones del Medio Oriente lleg¢ a un l¡mite cr¡tico. Hab¡a crecido al punto en que aun un altamente desarrollado estilo de vida de cazador-recolector ya no era un medio confiable de obtener comida suficiente. M s o menos se requiere de unos 160 kil¢metros cuadrados de tierra para mantener a un clan de 25 cazadores-recolectores. Cuando la poblaci¢n top¢ con los l¡mites impuestos por la capacidad natural aguantada por la tierra, las hambrunas ocurr¡an con mucho m s frecuencia. Cada ronda de inanici¢n reduc¡a entre los sobrevivientes la competencia por la comida, pero tambi’n permit¡a una explosi¢n de la poblaci¢n que preparaba el escenario para el siguiente ciclo de desastres. Como todas las dem s especies, la humanidad cabalgaba por un ciclo de auge o quiebra impuesto en su mayor parte por cuestiones meteorol¢gicas.
El sistema agr¡cola de riego primitivo ten¡a la capacidad de producir aproximadamente 100 veces m s comida del mismo terreno que el sistema de caza y recolecta. Por muchas generaciones la gente de esta ‘poca hab¡a conocido el cultivo de la tierra, pero mientras la comida silvestre bastara no val¡a la pena asumir el trabajo arduo de sembrar, podar y cosechar. Sin embargo, enfrentados con fuentes de alimentaci¢n no confiables, algunos abandonaron el hurgar por forraje y empezaron a trabajar la tierra.
Con el tiempo el cambio a la agricultura redujo la frecuencia de las hambrunas por medio del aumento de la productividad de la tierra. Pero, como sigue siendo cierto en nuestra ‘poca, la soluci¢n de un solo dilema econ¢mico cre¢ otros nuevos problemas sociales. La poblaci¢n de una sola comunidad de cazadores y recolectores no era capaz de crecer mucho m s all de varios centenares de personas, porque la productividad limitada de la tierra manten¡a a los miembros muy dispersos o constantemente en camino. En las tribus peque_as, el orden social se pod¡a conservar por la tradici¢n, las relaciones familiares, las ceremonias y el canto.
Pero una vez que los sumarios se asentaron a cultivar la tierra intensivamente, la poblaci¢n en cada comunidad pod¡a crecer a unos miles. En esas primeras ciudades, ha de haber sido muy dif¡cil controlar las disputas, sobre todo respecto a los derechos de los granos almacenados. El desarrollo de un sistema de escritura eficiente era una respuesta a la necesidad apremiante de mejor informaci¢n econ¢mica.
De las miles de tablas cuneiformes ahora almacenadas en el Museo Universitario de la Universidad de Pennsylvania, el 99 por ciento son textos econ¢micos. De hecho, la mayor¡a son registros ordinarios de contabilidad – recibos, diversos documentos de contabilidad y contratos – que dan cuenta de los borregos, la lana, el aceite de olivo, el grano, y otras mercanc¡as. Un pagar’ de arcilla dice: El Sr. Enlilanzu recibi¢ diez shekels de plata del Sr. Urshulpae en el mes de Apindua». Aunque preferir¡amos saber m s sobre su historia, religi¢n y filosof¡a, los sumerios no escrib¡an para la posteridad. Aplicaban su adelanto en la tecnolog¡a de la informaci¢n a los problemas que les conced¡an el mayor beneficio inmediato.
Muchos escritores atribuyen el desarrollo de la compleja sociedad de Sumeria a su conocimiento del riego y otras t’cnicas agr¡colas. Pero sin un sistema de escritura efectivo, la sociedad sumeria no hubiera podido extenderse suficientemente para requerir del riego sofisticado. Las disputas infinitas sobre promesas verbales malinterpretadas habr¡an mantenido a la gente en pelea constante. La sociedad sumeria, como cualquier organizaci¢n humana a gran escala, depend¡a de la documentaci¢n escrita para el orden y la cooperaci¢n. El desarrollo econ¢mico y un sistema sofisticado de informaci¢n eran ¡ntimamente interdependientes.
A pesar de las ventajas del sistema sumerio de escritura, las tablas de arcilla pod¡an haberse mejorado bastante. Sin embargo, pasaron 2,000 a_os antes de que los egipcios tomaran el pr¢ximo paso importante, encontrando un m’todo para convertir las plantas de papiro en un pliego como papel. Se afirma que la comunicaci¢n hecha posible por medio de los rollos de papiro ligero fue el cemento que mantuvo unificado al Imperio Romano. Pero el papiro tambi’n ten¡a ciertas desventajas. No se pod¡a doblar sin partirse y los rollos largos de papiro eran demasiado voluminosos. Para buscar un trozo de informaci¢n en particular era necesario desenrollarlo todo.
Los griegos superaron esta inconveniencia al inventar una manera de hacer pergamino de los cueros de los borregos y las cabras. A diferencia del papiro, el pergamino se pod¡a doblar en hojas. Esta innovaci¢n permiti¢ el desarrollo del formato del libro, lo cual a su vez hizo que la informaci¢n fuera mucho m s accesible. Siglos m s tarde, los chinos inventaron el papel que result¢ aon m s f cil y m s barato de fabricar que el pergamino.
Pero ya sea que el medio fuera arcilla, papiro, pergamino o papel, el proceso f¡sico de copiar era esencialmente el mismo. Un escribano, una de las pocas personas en la sociedad capacitada para leer y escribir, ten¡a que copiar a mano de un texto original. Cualquiera que haya intentado hacer un duplicado exacto en cursiva de una carta o un trabajo de escuela sabe lo tormentoso que resulta el proceso. Copiar a mano no solamente gasta mucho tiempo, sino tambi’n inevitablemente propaga errores. Entre m s compleja resulte la informaci¢n, es menos probable que las copias sean id’nticas.
Para resolver los problemas intr¡nsecos de copiar informaci¢n a mano se requer¡a de un m’todo radicalmente nuevo. Y, despu’s de a_os de experimentar con f¢rmulas de tinta y de jugar con distintas maneras de moldear el metal en la forma de las letras, Johann Gutenberg finalmente super¢ todos los obst culos t’cnicos involucrados en la impresi¢n. En su primera ronda de imprenta, la cual dur¢ un a_o y medio y termin¢ a finales del a_o 1455, Gutenberg produjo alrededor de 200 copias de la Biblia. Fue una edici¢n absurdamente peque_a de acuerdo con los criterios de hoy en d¡a, pero comparados con la alternativa de copiar a mano, estos libros hechos por m quina representaban un logro tecnol¢gico monumental.
Suponiendo que un escribano tardara unos seis meses para producir una sola copia de un libro, el m’todo de Gutenberg fue 50 veces m s productivo. La imprenta de Gutenberg redujo dram ticamente la mano de obra involucrada en copiar la informaci¢n en un 98 por ciento.
De igual importancia desaparecieron los errores sutiles que entraban sigilosamente a las versiones copiadas a mano. Cada copia era una r’plica perfecta del original.
Es imposible exagerar la importancia del invento de Gutenberg. Desde la ‘poca de los cavern¡colas, la escritura hab¡a hecho posible la acumulaci¢n de conocimiento humano, pero la gran dificultad de producir copias manten¡a la informaci¢n tan extraordinaria y cara que solamente una ¡nfima porci¢n de la gente hab¡a sido expuesta a ella. Pero dentro de unas cuantas d’cadas del invento de Gutenberg, la tecnolog¡a de la imprenta se hab¡a difundido por toda Europa.
Para el a_o 1500, s¢lo 45 a_os despu’s de que se imprimieran las primera Biblias de Gutenberg m s de 1,000 imprentas hab¡an producido alrededor de diez millones de ejemplares de 35,000 t¡tulos distintos. El lujo extraordinario de la informaci¢n escrita de repente se hab¡a convertido en una mercanc¡a barata. Por primera vez en la historia humana, el conocimiento logrado a pulso pod¡a divulgarra en forma barata y r pida.
De hecho, al hojear cualquier texto de historia de la ciencia, uno no puede dejar de observar que antes del a_o 1500 los grandes descubrimientos eran pocos y muy separados en el tiempo. Con excepci¢n de la imprenta movible de Gutenberg, se hab¡a hecho escaso progreso cient¡fico o tecnol¢gico desde la declinaci¢n de Grecia, 1,700 a_os antes. Pero despu’s de 1500, una vez que la tecnolog¡a de Gutenberg se hab¡a hecho comon, una acumulaci¢n repentina de logros cient¡ficos formaban la base del conocimiento moderno.
En 1512, Cop’rnico argument¢ por primera vez que la tierra giraba alrededor del sol. A lo largo de los siguientes 25 a_os, Anthony Fitzherbert public¢ el primer manual en ingl’s sobre la agricultura, Albrecht D_rer redact¢ el primer tratado alem n sobre la geometr¡a, Parcelsus public¢ el primer libro sobre cirug¡a, Georg Agricola produjo el primer tratado de mineralog¡a (geolog¡a) y Andreas Vesalius hizo los primeros dibujos anat¢micos del cuerpo humano.
En la medida en que se desarrollaba el comercio de los libros y los canales de comunicaci¢n intelectual se extend¡an, la ciencia se transform¢ de una empresa solitaria practicada por unos pocos estudiosos aislados a un proyecto social cooperativo.
Con la imprenta un pionero cient¡fico pod¡a difundir copias exactas de informaci¢n t’cnica sumamente detallada. Pedazo por pedazo, peque_os trozos de informaci¢n pod¡an ser tejidos por muchos participantes.
Expresado sencillamente, sin la imprenta, la Revoluci¢n Cient¡fica del principio del siglo diecisiete no hubiera podido haber comenzado. Los ilustrados de esa era – Bacon, Galileo y Kepler – todos comentaron el enorme impacto de la imprenta. De hecho, si el invento de Gutenberg hubiera aparecido 100 a_os m s tarde, la Revoluci¢n Cient¡fica probablemente se hubiera detenido por un siglo. Y la Revoluci¢n Industrial, la cual convirti¢ el conocimiento cient¡fico en m quinas, tambi’n se hubiera atrasado. El mundo de hoy se parecer¡a m s a la ‘poca de hierro y vapor del siglo diecinueve que a nuestra ‘poca de electricidad y silicio.
Considerada desde la perspectiva m s amplia, la imprenta proporcion¢ a la humanidad un m’todo de reproducir la informaci¢n t’cnica casi tan efectivo como el ADN respecto a la reproducci¢n de la informaci¢n gen’tica. Por primera vez se pod¡an reproducir, r pido y sin errores, incre¡blemente largas cadenas de s¡mbolos. Y aunque la imprenta no permit¡a que el conocimiento realmente se reprodujera a s¡ mismo, cantidades vastas de informaci¢n detallada se pod¡an distribuir ampliamente y relativamente con poco esfuerzo humano.
En cierto sentido la comunicaci¢n del conocimiento t’cnico permitida por la imprenta era muy parecida al intercambio de informaci¢n gen’tica permitido por el inicio de la reproducci¢n sexual. Durante los eones que pasaron antes de que el sexo comenzara, desde el momento en que el ADN apareciera por primera vez en el mar primordial, toda la informaci¢n gen’tica se copiaba asexualmente. Por dos mil millones de a_os, las bacterias y las algas verdiazules (los organismos unicelulares m s sencillos) fueron las onicas formas de vida sobre la tierra. Con las raras excepciones causadas por mutaciones gen’ticas, cada organismo era una r’plica exacta de un solo padre. Aun de acuerdo con el estilo torpe de la evoluci¢n biol¢gica, el ritmo de cambio fue agonizantemente lento.
Pero aproximadamente hace novecientos millones de a_os, una modificaci¢n del sistema celular permiti¢ que el ADN de dos c’lulas de padres se unieran en un solo fruto. Al combinar versiones de ADN con peque_as diferencias en un solo organismo, la reproducci¢n sexual aceler¢ el ritmo de la evoluci¢n. Despu’s de miles de millones de a_os de monoton¡a biol¢gica, la comunicaci¢n de la informaci¢n gen’tica permiti¢ que apareciera una variedad asombrosa de nuevas formas de vida.
Este per¡odo, conocido por los bi¢logos como la Explosi¢n C mbrica, presenci¢ el estreno de los organismos multicelulares – medusas, esponjas y gusanos. Los primeros animales crust ceos (moluscos primitivos) y los primeros artr¢podos (trilobitas) – los ancestros de los insectos, ara_as y crust ceos – tambi’n aparecieron en esta ‘poca. Despu’s de tres mil millones de estancamiento asexual, el inicio de la comunicaci¢n gen’tica permiti¢ que la vida estallara en un despliegue deslumbrante de diversidad.
De una manera extraordinariamente parecida, una vez que la imprenta abriera los canales de la comunicaci¢n humana, la recombinaci¢n del conocimiento t’cnico provoc¢ grandes cambios en la econom¡a. Para el a_o 1800 la tradicional econom¡a agr¡cola feudal, una estructura econ¢mica, social y pol¡tica que se hab¡a mantenido esencialmente sin cambios desde el amanecer de la civilizaci¢n sumeria, empez¢ a desintegrarse. Con el amanecer de la Revoluci¢n Industrial, una econom¡a compuesta de unas cuantas formas de vida – campesino, terrateniente y artesano de gremio – empezaba a producir docenas de nuevos oficios – mec nico, carbonero, molinero, herrero, e ingeniero. Las fundidoras de hierro, las f bricas de textiles y los ferrocarriles – organizaciones basadas en distintos cuerpos de informaci¢n t’cnica – surgieron sin plan ambicioso alguno. Tanto en el mundo biol¢gico como en el econ¢mico, la comunicaci¢n solt¢ olas irresistibles de cambio.
Hoy, dos siglos despu’s del inicio de la Revoluci¢n Industrial, y s¢lo dos d’cadas despu’s del invento de la computadora sobre un solo chip de silicio, de nuevo nos estamos adaptando a los cambios abrumadores que fluyen de la comunicaci¢n r pidamente acelerada. En el futuro, en la medida en que la innovaci¢n se acelere, la tasa de cambio econ¢mico, social y pol¡tico se acelerar aon m s. Al fen¢meno inclusive se le ha dado un nombre: la Explosi¢n de la Informaci¢n. Pero en realidad, lo que estamos experimentando actualmente no es la onica Explosi¢n de la Informaci¢n; solamente es el ejemplo m s reciente de un proceso que ha ocurrido una y otra vez a lo largo de la historia.
La primera Explosi¢n de la Informaci¢n vino con la codificaci¢n original del conocimiento humano – las pinturas de las cuevas y las muescas por el hombre paleol¡tico en los colmillos de mamut . La segunda explosi¢n empez¢ en Sumeria con el mejoramiento de las t’cnicas de la escritura. La tercera fue provocada por la imprenta de Gutenberg. La cuarta y quinta fueron las Revoluciones Cient¡fica e Industrial que fluyeron del invento de la imprenta. Despu’s del invento del microprocesador estamos actualmente experimentando las primeras d’cadas de la sexta Explosi¢n de la Informaci¢n de la humanidad.
Cada Explosi¢n de la Informaci¢n se desencaden¢ a un ritmo mucho m s r pido que la anterior. La sexta no ser ninguna excepci¢n. De hecho, debido a que ahora estamos aprendiendo a manipular la informaci¢n en las dos formas m s potentes – la gen’tica y la binaria – la sexta Explosi¢n de la Informaci¢n tendr mayor alcance y proceder a un ritmo incre¡blemente r pido.
Por supuesto, el cambio no sucede sin riesgos. La oltima Explosi¢n de la Informaci¢n, la Revoluci¢n Industrial, provoc¢ reestructuraciones sociales masivas. Los espasmos de cambio provocaron una larga serie de guerras y revoluciones. Aon hoy, dos siglos despu’s de que la Revoluci¢n Industrial empezara en Europa, el abandono del feudalismo continoa a trav’s de la mayor parte del Tercer Mundo. Al mismo tiempo, el socialismo se destruye por su incapacidad de utilizar la tecnolog¡a en su avance r pido. En una ‘poca de cambio alarmante vale mucho la pena recordar que el sufrimiento de la gente cuyas vidas se deshacen por la tormenta econ¢mica con frecuencia se convierte en violencia.
Ya est claro que la oltima d’cada del siglo veinte presenciar una transformaci¢n global abrumadora. Y aunque nadie puede predecir el futuro con certeza, si las fuerzas fundamentales que impulsan el cambio econ¢mico son parecidas a las que impulsan la evoluci¢n biol¢gica, se podr construir una infraestructura valiosa. De hecho, las semejanzas entre la informaci¢n gen’tica y la biol¢gica sugieren que la vida econ¢mica y la vida biol¢gica son realmente versiones paralelas del mismo proceso b sico evolutivo. Si esto es verdad, la comprensi¢n detallada de la evoluci¢n que se ha desarrollado en la biolog¡a moderna (aunque haya sido previamente descartada por los pensadores pol¡ticos y econ¢micos) deber¡a ser de gran ayuda en la comprensi¢n tanto de nuestro pasado como de nuestro futuro.