En un alucinado «viaje al centro de la Selva» Lacandona, cuando nos reunimos con otros necios del mundo en un Encuentro Inadmisible de Locos, aprendimos de esos otros-nuestros indígenas, los mayas zapatistas, que los activos volcanes (allá el Popo, acá el «Guagua» -niño- Pichincha y la «Máma» Tungurahua) anuncian cataclismos sociales, que sus pacíficos gigantes, sus hongos de humo y su lava curativa, presagian cambios en los tiempos de la sociedad, y que sólo advierten de la subterránea alegría social que luego estalla y emerge al horizonte…
Así aprendimos que los pueblos nuestros unen naturaleza y lucha, que las comunidades ancestrales, sabiamente, conjugan cambios naturales con cambios sociales y que si la Tierra tiembla es porque luego tiemblan los tiempos…
El 7 de octubre de 1999, a las 7H07 de la mañana, Quito, capital del Ecuador, despertó de prisa y vio, con la boca abierta: mitad miedo-mitad asombro, al gigante hongo de ceniza y aire que el «Guagua» (niño) Pichincha regalaba al pa¡s entero desde el cielo. Esta loca numerolog¡a los pragm ticos Se_ores del Poder jam s lograron descifrar: ni la sospechaban que el volc n mayor de Quito saludaba as¡ la siguiente erupci¢n social ecuatoriana…
Luego fue «m ma» Tungurahua: Casi al un¡sono, (tiempos de lava y de explosiones) el volc n que vigila la t’rmica ciudad de Ba_os, despert¢ para siempre, enrojeciendo sus laderas, como anunciando el paso de ponchos rojos que saldr¡an desde el fondo de la tierra y de la historia… para siempre. Fue el primer gran estallido social americano en el nuevo milenio.
Todav¡a los polit¢logos del congreso nacional, los fracasados economistas de Harvard, los intelectuales in-org nicos del Orden dolarizado, los se_oritos yuppies de las juntas de bancos y de c maras, los amos de la «gran prensa gran», siguen sin entender el grito sham nico que los indios m s indios del mundo, que los pobres m s pobres del mundo, que «los tristes m s tristes del mundo», fueron a pegar en la servida mesa de los grandes se_ores.
Pero los volcanes no est n quietos… Se dice que una antig_a leyenda ind¡gena ecuatoriana, presagia que primero despertar¡a el ni_o («guagua») Pichincha, despu’s la «m ma» Tungurahua… y finalmente el «Taita» (pap ) Cotopaxi, el volc n activo m s enorme de toda la serran¡a ecuatoriana… Los grandes Se_ores siguen sin entender que ha llegado el tiempo de los cambios… Que lo sucedido un 21 de enero en este pa¡s chiquito, es solamente el presagio de lo que adentro, m s adentro, al fondo, bien al fondo, empieza a emerger en nuestra Am’rica.
Nosotros, simplemente, seguimos mirando con alegre esperanza, el terror¡fico alocamiento de las agujas sismogr ficas de nuestras tierras. +Estallar de nuevo? ¨M s tarde o m s temprano?…
Se_ores Gaviria, Pickering y Cafrey: desde el 21, el Ecuador ya no es el mismo. Ya nunca m s ser el mismo. No gasten energ¡as en informes oficiales y visitas presurosas… ya no amenacen m s este peque_o pa¡s con bloqueos y negaciones de visas para los «golpistas», ya no adviertan m s con que el mal ejemplo de estos indios ut¢picos y estos j¢venes militares jur sicos, ser castigado por la divina providencia de la pluscuamperfecta Democracia americana…
Por favor, Grandes se_ores: +nicamente pidan a nuestros queridos sism¢logos de la Escuela Polit’cnica Nacional los informes de los oltimos reportes vulcanol¢gicos del ni_o, de la M ma y… a lo mejor, del Taita. O vengan, en su pr¢ximo tour intervencionista o cruzada pro-Democracia, para que los shamanes les hagan «la limpia»: ellos presagiaron el grito y la lava social. Ellos no se equivocaron.
El 8 de enero, d¡a de los desaparecidos hermanos Restrepo, volvimos a ver, despu’s de muchas semanas, a una querid¡sima hermana nuestra. Y nos cont¢ una historia que el 21 recordamos… para siempre creer en sismolog¡as y hechizos de la tierra. Ella nos cubri¢, con p’talos de flores, con cardos y s ndalo, las locas cabezas de quienes participamos en el Encuentro Internacional por la Vida y la Paz de Colombia el 25 y 26 de noviembre en Quito. Ella, al concluir la clausura de ese Encuentro de paz y de vida, nos junt¢ a muchos de los participantes en una salita, nos hizo una limpia corazonal y mundialmente americana a los delegados de las 18 naciones participantes. Ella, al despedirse, se llev¢ esos p’talos en un saquito suyo y, en plena calle, por azar sin azar, se encontr¢ con un amigo antig_o: un sham n. Le cont¢ que tendr¡a muy pronto una limpia, y ella le entreg¢ los p’talos de su saquito, coment ndole d¢nde estuvieron minutos antes y en qu’ limpia sirvieron y cambiaron. A principios de enero volvieron a encontrarse, as¡ como por azar sin azar. Y el sham n le dijo que esa noche del 26 de noviembre guard¢ los p’talos para una limpia. Y que en diciembre hubo la ceremonia. Era secreta, o casi. En una poblaci¢n cercana a Quito. En una propiedad grande, donde le esperaban tres se_ores grandes y uno m s grande. Ellos le llevaron. Ellos le pidieron limpiar al gran se_or m s grande. El sham n le dijo al gran se_or que no le limpiar¡a, que no le dar¡a fuerza ni energ¡as que el gran se_or grande le pidi¢ que le otorgara para derrotar a sus enemigos y empezar el milenio. El sham n le dijo que esos p’talos que tra¡a consigo sirvieron en un rito culminante por la vida y la paz, no para la guerra y la derrota de enemigos. Y que por la vida y la paz, ten¡a el deber de decirle al gran se_or que ven¡an nuevos tiempos. Que se sumara a la vida y a la paz. Que no impidiera el paso de los nuevos tiempos. Y que ese nuevo tiempo se acercaba, ven¡a pronto, llegar¡a ya. El sham n le cont¢ a nuestra querid¡sima hermana que el gran se_or, desilusionado porque no habr¡a limpia, se impacient¢ oyendo la historia de los p’talos y los presagios del sham n. Y que el gran se_or tembl¢ cuando el sham n le dijo: no te interpongas, deja que corra ese nuevo tiempo, somate a ‘l si puedes, no trates de impedirlo porque sucumbir s. Y que luego de esta inconclusa ceremonia pedida por el gran se_or, se retir¢ el sham n llev ndose los p’talos para otro rito que tendr¡a despu’s, ya no con grandes se_ores, ya no con el gran se_or grande. Y nos dec¡a nuestra querid¡sima amiga ese 8 de enero que el sham n le cont¢ todo esto y le dijo que el nuevo tiempo vendr¡a. Tiempo de la paz y de la vida. De la nueva energ¡a. De la luz. Esto pas¢ el 8 de enero, d¡a de los desaparecidos-detenidos del Ecuador. Era nuestra quer¡disima hermana la que nos cont¢ la historia de los p’talos, el sham n y el gran se_or grande…. El 21 de enero, con fuerza y esperanza recordamos lo que nos cont¢ nuestra querida hermana el 8 de enero….
Y cre¡mos para siempre: en volcanes, shamanes, p’talos y sismos. El gran se_or grande, el que pidi¢ energ¡a para derrotar sus enemigos, para saber si triunfaba en el nuevo milenio, el que se neg¢ a cambiar, el que no obtuvo la limpia ni la fuerza fue el Sr. Jamil Mahuad, por entonces todav¡a presidente de la Repoblica. Ser cierto, ser leyenda…. eso nos contaron un 8 de enero: apenas faltaban trece d¡as de mala suerte para los grandes se_ores…
Si no lo creen, pues qu’ le vamos a hacer. Al fin y al cabo se trata de una lectura m s sobre una misma realidad cambiante. Por nuestra parte, solamente seguimos mirando el horizonte y los volcancitos que all , a lo lejos, saludan el paso de los indios m s indios del mundo, de los pobres m s pobres del mundo, de los tristes que ahora son, aunque sea por hoy, los m s alegres del mundo.
Alexis Ponce
LOS VOLCANES Y LOS SHAMANES TEN-AN RAZÓN
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