Los 25 años de la muerte de Roberto Santucho nos imponen convertir el homenaje, del dirigente político de los trabajadores, del combatiente antiimperialista, en una fecha que sea lo contrario de lo que los enemigos quisieron lograr con la liquidación física y el ocultamiento cobarde de su cuerpo.
La memoria y la reflexión, creativa y actual, crítica porque así se desarrolla el marxismo, ingeniosa y no dogmática, de su figura y su rol, actuarán cada vez más como un desafió a los vencedores, que en estos 25 años hundieron al país y al pueblo. La imagen verdaderamente hermosa, heroica y trágica del revolucionario, que sentimos trasmitir sin haberlo conocido, esperamos sirva a las generaciones jóvenes de los trabajadores, ocupados o sin trabajo, para que fructifique en toda su grandeza y fuerza inspiradora.
Toda revolución social provoca un impacto decisivo en los movimientos de masas y en el mundo, libera fuerzas nuevas, acelera las contradicciones entre las bases y las direcciones burocráticas, rupturas violentas, nacimientos de nuevas organizaciones. Las que liber¢ la revoluci¢n cubana en Latinoam’rica eran esencialmente distintas a las que liber¢ el movimiento nacionalista de posguerra, como el peronismo, el iba_ismo, el ibarrismo o el APRA que apoy ndose en los trabajadores aspiraron a ofrecer cierta resistencia al imperialismo para negociar en mejores condiciones con ‘l, pero en el cuadro de la concepci¢n nacional burguesa del estado capitalista.
Las fuerzas lanzadas por la influencia de la revoluci¢n cubana en nuestro pa¡s, tuvieron su expresi¢n m s cabal en el PRT -ERP que encabez¢ Roberto Santucho junto a un nutrido grupo de dirigentes revolucionarios proletarios de destacado nivel.
Las fuerzas que liber¢ el castrismo se desplegaron por todo el continente, chocando con la concepci¢n del «statu quo» con el capitalismo mundial impuesto por los dirigentes de la URSS; elevando un programa que las delimitaba claramente de los fosilizados partidos estalinistas. El apoyo a la revoluci¢n cubana involucraba un programa no solo de liberaci¢n nacional y reforma agraria sino tambi’n de revoluci¢n socialista y poder obrero y popular, como expresi¢n concreta en Am’rica Latina de la pr ctica de la revoluci¢n ininterrumpida.
El m’todo de las nuevas fuerzas fue objetivamente revolucionario; la mayor¡a desechaba la v¡a electoral, plante¢ y ejecuto la guerra de guerrillas, la acci¢n directa en las ciudades a trav’s de la lucha callejera, las huelgas generales; la ocupaci¢n de tierras en los campos. Estas fuerzas criticaban el verbalismo de los partidos obreros tradicionales, prosovieticos o cuartainternacionalistas, el sindicalerismo y el economicismo, pero propiciando siempre el reagrupamiento que revist¢ diversas formas: el clasismo y con sectores oprimidos no obreros el bloque antiimperialista.
Ni duda cabe que en el seno de estas fuerzas, en el continente americano, se desarrollaron tendencias a la aplicaci¢n de la experiencia de la revoluci¢n cubana en forma mecanicista, desconociendo muchas veces la importancia de la lucha por la independencia obrera y por la ruptura pol¡tica de los trabajadores con la burgues¡a. Pero esto no le quita valor genuinamente obrero al conjunto de aquella experiencia popular en Latinoam’rica y car cter antiimperialista, anticapitalista y socialista.
A 25 a_os del acontecimiento que recordamos la situaci¢n pol¡tica del mundo, la de los trabajadores y la de izquierda obrera y antiimperialista han cambiado y se imponen readecuaciones y nuevas y viejas tareas revolucionarias. En nuestro pa¡s sigue teniendo vigencia la lucha por la emancipaci¢n de los trabajadores de los partidos del capital y la superaci¢n de las direcciones burocr ticas que han expropiado a favor de la burgues¡a las organizaciones sindicales. Los movimientos sociales de los desocupados son una novedosa expresi¢n con din mica particular en sus formas de lucha. En el pa¡s y en gran parte de Latinoam’rica los Estados han pasado a tener un «estatus» m s similar al de una colonia que al de un pa¡s dependiente. La ingerencia militar yanqui toma la forma de plan Colombia con el prop¢sito de extenderlo al cono sur del continente, sostener a las organizaciones paramilitares y reprimir con m’todos terroristas a las organizaciones en lucha, mientras con la bandera de la democracia y de los «derechos humanos» tratan de enga_ar a la poblaci¢n. Todo el continente es escenario privilegiado del conflicto interimperialista entre EEUU y el capital europeo, por mercados e inversiones.
Por otro lado en Colombia las FARC-EP ocupan 40.000 kil¢metros cuadrados de territorio, en M’xico crecen las organizaciones insurgentes; en Ecuador hace un a_o y medio atr s una insurrecci¢n popular lleg¢ a las sedes del poder, quebrando el ej’rcito y jugando papel destacado un nuevo protagonista de masas: las comunidades ind¡genas.
Igual en Bolivia con los levantamientos desde el Chapare y Cochabamba que han hecho tambalear al dictador Banzer. En Brasil crecen las ocupaciones de tierra del MST y en Paraguay las organizaciones campesinas se movilizan, ocupan tierras y debaten en sus congresos la necesidad de la alianza con los trabajadores para luchar por el poder. En Pero acaba de caer, sacudido por las movilizaciones, uno de los gobiernos del continente m s sangrientos y corruptos.
Cuba con un pueblo cada vez m s movilizado contra el imperio, se erige como ejemplo de los revolucionarios de todo el continente, a pesar de los agoreros que pronosticaron la ca¡da del Estado obrero cubano y su hundimiento en la restauraci¢n capitalista.
Mientras tanto Argentina a entrado en una crisis fenomenal por el plan de privatizaciones y apertura del mercado que se llev¢ a cabo desde hace m s de 10 a_os. La organizaci¢n pol¡tica de masas de los explotados y simult neamente la recomposici¢n de las fuerzas marxistas revolucionarias se hacen imprescindibles para encarar con sentido estrat’gico la lucha contra el hambre, la degradaci¢n y la represi¢n asesina al pueblo.
En estas circunstancias continentales y de la Argentina y para llevar a cabo las tareas que se nos presentan celebramos la figura de este gran revolucionario como ejemplo para el rearme pol¡tico y como voluntad concreta de llegar con los explotados al poder y al socialismo.
Roberto Santucho y sus compa_eros fueron los primeros en darle un ejemplo pr ctico al pueblo argentino, intentaron «tomar el cielo por asalto» que es mucho.
Es el prop¢sito de esta ofrenda impulsar la voluntad y el esp¡ritu de hombres y mujeres para llegar a la consumaci¢n de la m s alta empresa de la ‘poca hist¢rica: la revoluci¢n social, la eliminaci¢n del r’gimen de explotaci¢n del hombre por el hombre.
Osvaldo Gonz lez.17/07/01
