Antes que todo, y sin que tomes en sentido protocolar mis afecciones, tengo que decirte que es un altísimo honor el que me hace una estudiante del Cono Sur, inmersa en sus reflexiones académicas, al escribir e inducirme a regresar a muchas esencias de mí mismo … Me haces pensar más de lo que me estaba previsto en esta tarde Sur Floridana de abril/02/2001 à Quiero decir, que me has sacado por unos instantes de mi dedicación por Cuba para catapultarme al profesor de Literatura de la década del Æ80. Por qué me sentí escapar casi hasta de mí mismo ?! Porque fue muy cruenta la lucha en mis primeros 35 años, para que la demencial máquina de adoctrinamiento comunista no afectase mi yo, porque allá debí refugiarme ûcomo tantísimos otros cubanos– en mis gustos y apetencias, para sobrevivir al tiempo sin morir de asco y horror por tanta inmundicia existencial. Como tantos otros cubanos del destierro politico he debido crearme nuevas motivaciones de vivir diferenciado del hispano que fuí, porque me tocó entrar en la di spora de pa¡s anglosaj¢n, urgido de empezar desde todos los ceros. Te imaginas ? Hoy manejo feliz vanes y buses por todo este Sur que viera Juan Ponce de Le¢n en 1513, antes que todos estos triunfadores anglos . Muy diversas fuerzas humanas me compulsan a regresar al tema de los an lisis literarios, recursos expresivos y dem s mundo. S’ que es una pretension m¡a la de mencionar espec¡ficas cualidades en esa asignatura, mientras ONLINE no haya publicado sobre ello. Pero, ay, son tantas las nuevas incidencias de esta vida que Dios me permiti¢ en esta regal¡a que est al norte del R¡o Bravo !!! Tengo que sacar tiempo. Samantha, para escribir ese an lisis de «Othelo» (?!) que me pediste, y por honor debo hacerlo.
Yo ac me doy a los disfrutes que nunca tuve en la isla del infierno -no clubes aon, no calle ni viajes–; me doy a decidir -despu’s de m s de 5 a_os de Exilio !–, c¢mo hacer mi vida todos los d¡as sin que ningon vecino desocupado pueda tener acceso ni a mi nombre; me hago a los disfrutes de no tener que estar en horas ni lugar que nadie me deseare; fueron muchos los a_os de esclavitud, de silenciar los instintos, de desear moler a golpes a denunciadores y policias sin paga regular; de tener que soportarme enlatados sovietismos en mi necesidad biol¢gica por las pel¡culas; de desconfiar hasta del perro pasante por si fuere otro de los chivatos castristas; de no tener acceso JAMAS a poder decirle a no cubanos sobre mi desgracia de vivir entre mutantes repetidores; de comerme el d¡a que al Due_o del Laboratorio le pareciere, la inmundicia programada; de hacer el amor con la mirada en las puertas siempre a la espera; de sufrir hasta el h¡gado lo mis’rrimo de nuestras vidas isle_as; de leer lo mismo en el peri¢dico de todos los d¡as; de ver a tanto seudoizquierdista de la Am’rica y’ndose a regodear de nuestro apartheid .
Podr¡a parecerte en exceso rudo, desde tu «c lido» Sur, que ac , en la odiada Norteam’rica, nos neguemos a dar el nombre a vecinos este hato de cubanos que acaparamos al Miami . Pero los m s de nosotros sufrimos esa especie de horr¡sona miseria de existir bajo vigilancia alternada, que te cuento. Pero te digo m s, al contrario: somos un mar de afecto para quienes no ignoren el crimen que se comete en Cuba todos los d¡as, para quienes no se repitan como aquel mundo que nunca quiso ver el crimen fascista hitleriano sino hasta que las c maras filmaren horrores una vez terminada la Guerra y sin m s pretextos que aludir.
Perd¢name la pasi¢n, porque viniste a m¡ en muy diferente sentido a pedir una ayuda; porque no podia desaprovechar la oportunidad de intentar evitarte derivares en sue_os de izquierda. Perd¢name la perorata nacida del dolor sin patria.
Napole¢n L G¢mez
