De hecho a ratos parece creerse en serio que es la quintaesencia de eso. Por ello me ha sorprendido el artículo que publicó el martes pasado el diario ôEl Paísö, donde quien menciono publica una columna diaria, poniendo a parir al lehendakari Ibarretxe y su iniciativa de hacer una consulta popular sobre el tema, a la vista que entre unos y otros û ETA y el gobierno Aznar, quiero decir û hacen todo lo que pueden para que aquello siga transcurriendo por el pedregal. Es curioso como ha tomado el mismo argumento patéticamente soltado por el hortera hombre del bigotillo y la sonrisa tenebrosa para descalificarla. Quiero decir, que se ha hecho suya aquella tontería de que, con suerte, Ibarretxe sólo representa a la mitad de los vascos y que, por tanto û de acuerdo con tan peculiar criterio û no puede llevar a cabo una política que les afecta a todos, incluso a quienes no le votaron y que sabe que no comparten sus ideas sobre el particular, aparte de realizar un comentario de cariz reaccionario sobre las leyes vigentes, dot ndolas de un car cter inmutable muy por encima de lo que quieran o dejen de querer los ciudadanos a quienes afectan, que es un tema como muy m¡nimo espinoso, dif¡cil, nada para ser tratado con tanta frivolidad y con tanta falta de sentido del rid¡culo.
El concepto que expresan tiene un trasfondo totalitario de dos pares de narices. Porque est claro, si en democracia no es suficiente con tener la mayor¡a de los votos ciudadanos para realizar una pol¡tica, el mismo que la ha formulado, levantando como siempre el dedito admonitorio, no puede seguir gobernando ni un solo segundo m s, porque ‘l tampoco tiene el apoyo de m s de la mitad de los ciudadanos que no le votaron. De locos, vaya; algo as¡ como si se hubieran bebido el cerebro y, a partir de esta tesis, en democracia las cosas que nos afectan a todos ya no se decidieran por mayor¡a sino por asentimiento de todo el mundo, y que fuera suficiente con que una minor¡a m s o menos numerosa no quisiera una determinada cosa como para dejarla correr por los siglos de los siglos. Para eso, claro est , no hacen falta partidos ni elecciones, sino un l¡der clarividente, verdadero int’rprete del sentir popular de los buenos… (aqu¡ se pone lo que sea de rigor: vascos, espa_oles, europeos, cingaleses, chinos, creyentes, revolucionarios, etc.).
Pero eso aun no es todo. Siguiendo su pol¡tica de enfrentamiento con los nacionalistas que no lo son de la «Espa_a UNA», ahora pretenden ni m s ni menos que la idea de la autodeterminaci¢n – el derecho de los ciudadanos afectados a decidir lo que quieren ser, en ese caso espa_oles, europeos, s¢lo vascos, etc. (cualquiera de esas opciones es un leg¡timo acto de autodeterminaci¢n) – es propiedad de ETA y, en consecuencia, cualquiera que hable o, yendo m s all , vea de hacer algo en ese sentido, es como m¡nimo c¢mplice de la organizaci¢n terrorista. La tergiversaci¢n que ello conlleva es criminal, tremendamente terrorista, y rompe de una forma extremadamente dura el concepto de que, en democracia, cualquier idea puede ser defendida pol¡ticamente por medios pac¡ficos, y no estamos hablando de barbaridades como el racismo, el fascismo, el comunismo, etc. sino de derechos positivos de los pueblos, reconocidos y consagrados en la Declaraci¢n de Derechos humanos y en la Carta de las Naciones Unidas.
Pero, adem s, +de qu’ tienen miedo? Si tan claro tienen que eso no lo quiere la gente +qu’ mejor arma pol¡tica contra ETA que una consulta popular espec¡fica, donde los ciudadanos de all¡, despu’s de una campa_a donde se hable abiertamente a favor y en contra, se manifiesten en votaci¢n libre y secreta sobre si quieren o no la segregaci¢n del territorio? No tengo costumbre de coincidir con mucha frecuencia con Xabier Arzalluz, pero tambi’n creo, como ‘l, que para eliminar a ETA no basta s¢lo con la polic¡a, sino que tambi’n hay que eliminar el conflicto pol¡tico tras el cual pretende escudarse la banda. No creo que si en esa clase de consulta popular saliera que el sesenta y cinco por ciento de los vascos no quieren la independencia, ETA desapareciera de golpe y porrazo, porque los fan ticos integristas no est n por eso de las mayor¡as y las minor¡as, sino por atender a las esencias vivas de la «verdad» revelada que les ha sido dado conocer (concepto que vale igualmente para los del otro bando), pero sin duda clarificar¡a bastante el ambiente. Por ejemplo, ya no podr¡a argumentarse «la tiran¡a de Madrid», cosa sobre la cual desde el Madrid centralista, como siempre, siguen haci’ndose los imposibles para que tal cosa pueda seguir predic ndose con raz¢n por muchos a_os.
Y si saliera que s¡, entonces las cosas tambi’n estar¡an bastante claras, +verdad?
Jordi Portell