Los que disfrutamos escribiendo û y alimentamos al mismo tiempo nuestro yo usándolo, mientras poco a poco tratamos de desarrollar nuestra creatividad û estamos atónitos, estupefactos casi, al darnos cuenta de hasta que punto la vulgarización ha creado nuevas, distintas forma de decir las cosas, o que hoy por hoy existen un montón de palabras y expresiones que según el diccionario significan una cosa pero que ahora se emplean para decir otra u otras bien distintas. Tanto es así que, a ratos, no resulta nada fácil averiguar que quieren decirte exactamente, de qué se trata con precisión aquello que quieren comunicarte y tienes que usar mil y un circunloquios para pistarte un poco más.
No se trata de que uno quiera que la gente se calle si no es capaz de usar la lengua si no es de una forma que pueda ser considerada ortodoxa. De hecho, uno opta más bien por todo lo contrario, por la heterodoxia más descarnada, cuanto más iconoclasta mejor que mejor, como modo de expresión de una forma más libre de circular por el mundo. Acerca de eso de la libertad, uno es de los que creen que nunca habr la suficiente, bien al contrario de lo que predicaba aquel aforismo hortera, reaccionario, que los que tenemos unos cuantos a_os nos hartamos de o¡r y leer, aquel que dec¡a que no hab¡a que confundir la libertad y el libertinaje. En ese sentido, lo que tiene de trasgresi¢n de la norma el fen¢meno concreto al que est aludiendo, m s bien le encanta que ninguna otra cosa.
Para postre, eso de la norma en materia de lenguaje puede resultar bastante m s complejo de lo que parece a primera vista, porque tambi’n existen palabras totalmente normativizadas que significan dos o m s cosas no s¢lo sensiblemente distantes, sino incluso antag¢nicas. Un caso de esos es la palabra «escatolog¡a», que tiene dos significados distintos – escatolog¡a1 f relig/crist Doctrina sobre la renovada existencia del mundo y del hombre al fin de la historia y m s all de la muerte. escatolog¡a2 f Manifestaci¢n escrita propia de quien sufre de escatofilia (complacencia enfermiza en tocar y contemplar los excrementos, a hablar o escribir sobre ellos, etc. DEC -, a no ser que, de una forma ciertamente creativa, claro, se intente anudar las dos acepciones en el sentido de que el mundo es una verdadera m…, que quiz s sea por ah¡ por donde vayan los tiros, aunque sinceramente lo dudo.
El alud de comunicaci¢n entre las personas, que se practica hoy d¡a a trav’s de los m s diversos medios, desde los tradicionales, los de «toda la vida» – prensa, correo normal, tel’grafo, tel’fono – o m s alambicados – fax, m=dem, Internet, correo electr¢nico – ha venido a agudizar todo eso de la creatividad, y lo ha hecho, estoy seguro de ello, estimulado por el dinamismo de estos medios. No todo es como para echar las campanas al vuelo, porque esta misma faceta din mica, especialmente las comunicaciones «en vivo», est provocando esa complicaci¢n del lenguaje que mencionaba, bajo la forma de abreviaturas ininteligibles para los profanos no iniciados, olvido de todos los acentos para no provocar un verdadero caos en las escritas con gente que usa otras lenguas que las latinas, etc. La creatividad se ha usado para inventarse un mont¢n de c¢digos, emoticones y cosas de este estilo que aligeran la faena de teclear los mensajes, factor bastante importante a la hora de sostener una conversaci¢n con alguien sin recurrir a la videoconferencia, para la que se precisan unos conocimientos idiom ticos que no todo el mundo tiene a ese nivel, mientras s¡ es capaz de escribirlo m s o menos y de hacerse entender.
Todo eso no quita ni un grado al romanticismo que circula por la red, que ahora mismo est impregnando a la sociedad entera, de forma que ha salido de Internet y ahora usa otros medios de aquellos que citaba como tradicionales, o con una mezcla de estos y de los otros m s innovadores. Quiz s una buena muestra de creatividad dentro de esta l¡nea, vendr¡a a ser algo as¡ como enamorarse por tel’fono y declararse por fax.
Jordi Portell