Por ejemplo, uno de los personajes que me hacen cambiar de canal, incluso apagar el televisor, sin que diga ni pío, sólo con que asome por la pantalla su faz bigotuda, es el actual ocupante temporal de La Moncloa, pero la verdad es que otro que también me inspira bastante la misma clase de tratamiento, sin llegar, empero, al automatismo del anterior, es nuestro Muy Honorable Presidente de la Generalitat de Catalunya, casi con toda seguridad porque, según mi criterio û que en definitiva es aquello que siempre trato de exponer û, hace los discursos excesivamente manchados de una autocomplacencia que no parece que sea muy adecuada a la realidad que nos envuelve a todos juntos, aunque quizás a él, para sus intereses particulares, le vaya bien de forma suficiente. No diré que llegue a la horterada del ôEspaña va bienö que suelta de tanto en tanto quien he mencionado antes, en su caso aplicándolo a Catalunya, pero a veces se acerca peligrosamente a ello. Por todo junto, cuando el lunes pasado me encontré bien dispuesto a escuchar aquello que quisiera decirnos como mensaje para la Diada Nacional de Catalunya, me sorprend¡ a m¡ mismo. Supongo que me empuj¢ la curiosidad por saber por donde nos iba a salir en unos momentos en que nuestra autonom¡a parece que est m s bien en sus horas bajas – entre un mont¢n de otros problemas, parece que ahora, por si fuera poco, nos la quieren recortar aun m s – y que hay un verdadero resurgimiento de las sagradas esencias del espa_olismo uniformista m s militante, no s¢lo m s all del Ebro, que tambi’n, sino por aqu¡ en nuestra casa, donde segon que actitudes van a m s y se nota incluso en la elevaci¢n del nivel de decibelios cuando hablan entre ellos, como he o¡do con evidente exceso todo el verano por aqu¡ donde vivo. (+Acaso no lo hab¡ais notado?)
La verdad es que el discurso me gust¢. No se trata de que no contuviera la natural referencia autosatisfecha, pero el tono general de su admonici¢n me pareci¢ el adecuado, mucho como yo mismo cre¡a que era conveniente, porque yo tambi’n lo creo que tenemos que coger un poco m s de dinamismo, tanto individualmente como en el sentido de pueblo, porque si no todo se nos va a ir a hacer g rgaras a la que nos descuidemos. Eso de descuidarse, de dar por supuesto que ahora que hace ya veinticinco a_os de aquella hist¢rica Diada de Sant Boi de Llobregat, con todo lo que ha llovido y los cambios positivos que ha habido, ya lo tenemos todo atado y bien atado – parafraseando al tenebroso personaje de nuestra historia reciente , que hizo precisamente los imposibles para que todo eso que ahora celebramos no llegara a ocurrir nunca -, nos puede conllevar m s de un problema. No hace muchos meses, una buena amiga m¡a me comentaba, lament ndolo, el olvido de la gente de menos de cuarenta a_os de c¢mo eran las cosas no hace aun tanto tiempo, en el sentido que no ¡bamos a ir por buen camino si no se hac¡a algo para ponerle remedio. No se refer¡a exactamente al hecho nacional catal n, sino a la desidia general para ir estableciendo l¡neas de pensamiento sobre las cosas que nos rodean d¡a a d¡a, y que priva de tener opiniones propias sobre un mont¢n de cuestiones, pero es muy cierto que si se pone la primera piedra para ver de poner en marcha una cosa, pueden ponerse a marchar todas aquellas que resultan englobadas en la misma, por ejemplo esa a que se refer¡a nuestro Muy Honorable el lunes por la noche.
Necesitamos hacer algo colectivo, porque aunque un escritor, Francesc Pujols, al parecer m s lleno de autosatisfacci¢n por su esencia catalana que quien nos gobierna, proclamara que d¡a llegar¡a en que los catalanes, por el mero hecho de serlo, yendo por el mundo lo tendr¡amos todo pagado, nuestra realidad actual es que eso no s¢lo no es as¡ – tampoco era necesario que lo fuera, a ver si nos entendemos – sino que nos resulta de mucha mejor aplicaci¢n aquello otro de ser cornudos y, encima, pagar las copas. Ya me est bien que sigamos haciendo grandes esfuerzos de trabajo e imaginaci¢n para que crezca y prospere el pa¡s, pero me parece que tambi’n nos har¡a falta un poco m s de conciencia de pueblo y aprender a defender mejor nuestros leg¡timos intereses colectivos. Todos juntos, claro est .
Jordi Portell
