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Con tono muy sentido, el cardenal dijo también que muchas veces el pueblo también clama «Dios mío, por que me has abandonado», pero Dios no abandona y mucho menos al pobre.
A lo largo de las 15 estaciones de la procesión, el Cardenal abogó por la solidaridad con los más desposeídos, por los niños y niñas que son violados, por los ancianos, por los inmigrantes y por aquellos golpeados por la mala implementación de la justicia.
El prelado criticó la mala aplicación de la justicia, la mala administración y la corrupción en el otorgamiento de licitaciones, asignación de sueldos y de viáticos. Por último pidió que en la vecina Guatemala se esclarezca el asesinato del obispo Juan Gerardi, ocurrido el 28 de Abril de 1998. (Hn/LP/Ig/Dh/mc)