Pertenecen al pasado las ôgrandes causasö, ideas salvíficas que tenían que arreglar el mundo por el simple hecho de ser enunciadas, nacionalismos agresivos, etc. Vayamos paso a paso: más de uno, y de dos, dirían que eso de los nacionalismos agresivos no ha pasado de largo en absoluto, y que tan solo hace falta mirar un poco el panorama del País Vasco, por no salir siquiera de nuestro entorno inmediato, el de los Balcanes y el del Cáucaso, para dudar de tal afirmación. Discrepo seriamente de eso. Pienso que una de las características del conflicto vasco, y me refiero en particular a ETA y su entorno û no a otras formaciones de signo soberanista con las que se podrá estar de acuerdo o no, pero que plantean opciones rigurosamente legítimas û es que se desarrollan fuera del lugar y el espacio que toca, y las otras son la consecuencia del parón de las corrientes civilizadas más actuales producido por las dictaduras del proletariado en aquellas zonas, como si el tiempo no hubiera transcurrido para ellos, de manera que de alguna forma viven aquello que en el resto de Europa ocurri¢ en los a_os treinta, por ejemplo.
Pienso tambi’n que, igual que quien ha querido tomar un atajo y se encuentra en un callej¢n sin salida necesita retroceder, volver atr s hasta la encrucijada donde se desvi¢, valdr¡a la pena retroceder desde el punto de vista filos¢fico hasta los planteamientos idealistas m s alambicados del siglo XIX, una vez aclarado que el siglo XX s¢lo ha sido capaz en este sentido de demostrar la crisis, la inutilidad para resolver nada de modo positivo, de los modelos totalitarios de todos los talantes, aunque, como consecuencia indirecta, se haya extendido el modelo democr tico formal como nunca antes de ahora.
Revisando un film de hace unos a_os, «Glory», he reencontrado unas palabras que Robert Gould Shaw, coronel al mando del 54¡ Regimiento de Infanter¡a de Massachussets – primera unidad regular de tropas formadas por hombres de color que hubo en los Estados Unidos cuando la Guerra Civil norteamericana, al frente de la cual muri¢ en el inotil asalto al Fuerte Wagner en poder de las tropas confederadas -, escribi¢ a su madre en una de sus cartas, que se conservan en la universidad de Harvard. Shaw, un joven de veinticuatro a_os de edad, era disc¡pulo del fil¢sofo y poeta norteamericano Ralph Waldo Emerson, principal ep¡gono de la corriente idealista trascendental de aquel pa¡s. Dec¡a que estaban donde estaban para conseguir que all¡ ningon ser humano fuera tenido en menos que otro ser humano bajo ninguna circunstancia, aun cuando, a_ad¡a, muchos de sus compa_eros no hab¡an visto antes ningon hombre de color. Escrib¡a «… luchan por unos hombres y unas mujeres que aun no han escrito ningon poema, pero que cuando conseguir n escribirlo alcanzar n el mismo prestigio que cualquier poeta actual», y citaba a Emerson cuando afirmaba que, segon ‘ste, «Un hombre de esp¡ritu cree que aquello que hay de malo en este mundo puede marchitarse, que la bondad de coraz¢n puede florecer y que el amor puede triunfar incluso sobre fuerzas muy superiores».
Si prestamos nuestra atenci¢n al contenido de la mayor¡a de las filosof¡as de tipo trascendental anteriores al marxismo y al fascismo, veremos su elevado contenido individualista. Desde Confucio (siglos VI-V antes de la era actual) y su doctrina que lo importante era «la rectitud de coraz¢n y amar al pr¢jimo como a uno mismo», el «Bill of Rights(Carta de derechos)» de la Revoluci¢n Americana, los principios de la Revoluci¢n Francesa y su Declaraci¢n Universal de los derechos del hombre, que proclaman la libertad, igualdad y fraternidad la una, y a_adiendo la otra la justicia y el derecho a la bosqueda de la felicidad, no vemos que no pueda existir un idealismo social sin nada que ver con los distintos patriotismos, las religiones o la lucha de clases, como las «grandes causas» caducas.
A ratos pienso que es mejor, m s positivo, dar que recibir. La gente ser¡a m s feliz si tal cosa se convirtiera en un comportamiento general, porque si empez semos por dar y todo el mundo hiciera lo mismo, en justa correspondencia acabar¡amos todos por recibir, pero lo har¡amos sin coacciones, usando el libre albedr¡o de cada cual. No creo que sea poca cosa. Quiz s podr¡amos empezar por el mundo de la pareja, en definitiva la c’lula base de la sociedad y que, desde all¡, se fuera extendiendo como mancha de aceite por el resto del cuerpo social. Dada la naturaleza humana, quiz s no fuera del todo posible, pero en cualquier caso estar¡amos mejor en casa, +no?
Jordi Portell