En el último año el movimiento piquetero ha emergido – conformándose – como un importante actor social que en más de una ocasión ha protagonizado el centro de los conflictos y resistencias. Cuando el último 8 de agosto -integrado Como reviviendo la memoria nacional, la Plaza marcaba una vez más, un antes! y un después.
Encarnada en los miles de manifestantes, cristalizaba allí parte de una construcción (y un pensamiento y una determinación) que había comenzado prácticamente una década atrás, cuando – previendo el futuro mediato de la sociedad argentina – entre balbuceos, algunos sectores del ámbito sindical, desafiando incomprensiones y desconfianzas, decidieron encarar al futuro, luchar por él y construirlo colectivamente. Allí, en el «espíritu de la militancia» estaban presentes también los que se entregaron a esta causa y apostaron a ella – por distintos caminos- hace muchos años, se recogían las ansias libertarias y liberadoras de todo un siglo, y más, y en todo esto – como sintetizándolo-, se actualizaba la figura de Germ n Abdala, su confianza en el pueblo trabajador, en otro futuro posible para Argentina, en este presente que es tambi’n parte de su obra, d! e su pensamiento, de su alegr¡a…
Crisol de esperanzas
En Burzaco, en el a_o 1991, tomaba forma la esperanza, la decisi¢n de distanciarse de lo viejo y afrontar la construcci¢n de lo nuevo, de creer en la fuerza, la dignidad y la voluntad de los trabajadores y el pueblo todo, la confianza en que otro pa¡s es posible, que hay que comenzar a construirlo, y que ello solo ser realidad si es obra de los actores-sujetos mismos: los trabajadores y las trabajadoras.
Esa fue la primera gran herej¡a de la hoy Central de Trabajadores Argentinos, contenedora y s¡ntesis de muchas otras, entre ellas, la que pudiendo considerarse como la segunda, resume la esencia vital de su existencia y proyecci¢n estrat’gica: decir no al chantaje entre los trabajadores con empleo y los desocupados, asumir y tomar como punto de partida que trabajadores son todos los de tal condici¢n: empleados y desempleados, neg ndose a hacerle el juego a los que incitan al enfrentamiento entre pobres. Desarticulados y enfrentados entre s¡, los trabajadores ser¡an v¡ctimas seguras y sin salida del chantaje de los patrones transnacionales. Por eso, para la CTA, la reconstrucci¢n de fuerza propia -que es el embri¢n de un nuevo sujeto hist¢rico en Argentina-, se propone desde el inicio la articulaci¢n con los desocupados partiendo del reconocimiento de su condici¢n de! trabajadores. De ah¡ que plantee la afiliaci¢n directa. Y esto no es un simple detalle; es un planteo medular, estrat’gico.
Es el sello org nico de la primera y m s b sica de todas las articulaciones posibles, la que enfrenta -de ra¡z- la fractura estructural del mundo del trabajo, a la vez que rescata a los desocupados como seres humanos dignos, parte del mundo del trabajo, es decir, de la sociedad argentina. Rechaza la invisibilizaci¢n y tergiversaci¢n de la realidad de marginaci¢n de los desocupados y sus familias que se teje cuidadosamente desde el poder, y vuelve hacia el trabajo su pensamiento y acci¢n, identific ndolo como el eje central de la problem tica nacional.
El trabajo como eje
Esto supone la relaci¢n con el capital, con la tecnolog¡a, con los mercados, y todo esto, la relaci¢n entre las personas: los due_os del capital y los que -para sobrevivir- le venden a ellos su fuerza de trabajo. A partir de esta relaci¢n b sica un sinnomero de subrelaciones, interconexiones y relaciones derivadas van conformando el complejo mapa social de las relaciones entre clases, y al interior de las clases mismas. Y todo ello se traduce y expresa en las relaciones de poder, en la conformaci¢n de un determinado tipo de poder, en las posiciones de fuerza y debilidad de unos y otros. Por eso, el reconocimiento de las transformaciones estructurales del mundo del trabajo como punto de partida de las transformaciones de las relaciones de poder entre las clases fundamentales de la sociedad argentina y la necesidad de construir y acumular poder, fuerza propia para negociar, para disputar y para estar en condiciones de ! «hacer un proyecto pol¡tico social diferente», resultan elementos constituyentes y constitutivos de la Central de los Trabajadores Argentinos.
Los desocupados «piqueteros» se constituyen en actores sociales
En lucha sin tregua por su sobrevivencia y sus derechos -al trabajo, a la salud, a la educaci¢n, a la vivienda o a la tierra-, los desocupados -mayormente pobladores de los barrios pobres- se constituyeron en actores sociales reconocidos, disputaron y disputan por un lugar en la sociedad, salen a las calles y reclaman. En su manifestaci¢n m s fuerte, de mayor impacto social, han asumido a los «piquetes» -cortes de rutas, calles o puentes- como su forma de lucha fundamental, de ah¡ que se los identifique como piqueteros.
En un proceso creciente de participaci¢n, organizaci¢n y propuesta, los piqueteros irrumpen en la palestra socio-pol¡tico argentina como un nuevo actor social y pol¡tico. Ellos tienen identidad propia y a la vez, como trabajadores, integran una mayor.
Una parte del movimiento piquetero integra la CTA a trav’s de su organizaci¢n afiliada, la Federaci¢n por la Tierra, la Vivienda y el H bitat (FTV). Est n los que se identifican a trav’s de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), o con el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), con el Movimiento «Teresa Rodr¡guez», con el Movimiento Territorial Liberaci¢n, o con otros, pero -por una u otra v¡a- todos encuentran en ella su m xima referencia, del mismo modo que la CTA se fortalece y reafirma a trav’s de todos ellos. Como sintetiza Luis D’el¡a, dirigente de la Federaci¢n por la Tierra, la Vivienda y el H bitat: «En realidad, el fin oltimo nuestro no es tener la tierra ni la vivienda aisladamente, es construir el movimiento popular para cambiar las condiciones de poder en la regi¢n. (..) y la central es el intento m s serio que hay ! hoy en nuestro pa¡s por recomponer el movimiento popular.» Solamente un mirada superficial cuando no intencionalmente insuficiente, puede no ver que es la CTA el factor que aglutina y da dimensi¢n nacional a esta forma en que hoy se expresa el descontento y la determinaci¢n de resistir y luchar del pueblo. Y esto no es sino la consecuencia pr ctica de una construcci¢n colectiva y unitaria – con las contradicciones propias de todo lo nuevo que nace y crece -, que se realiza y se juega d¡a a d¡a en las calles argentinas, en las resistencias y en las luchas.
Los piqueteros, +el nuevo sujeto?
Algunos creen ver en ellos al «nuevo sujeto», otros la «nueva vanguardia» y -desconociendo su historia de lucha as¡ como el proceso de construcci¢n articulada que desde hace a_os viene teniendo lugar en el pa¡s, particularmente impulsado desde la CTA-, pretenden que el fen¢meno de los piqueteros ha tenido lugar aisladamente, e incluso, para algunos, espont neamente. Es cierto que como actor social no han surgido «programados» desde afuera por ningon partido pol¡tico, como tambi’n ocurri¢ en su momento con el surgimiento de la CTA, pero es falso que los piqueteros han surgido (absolutamente) «de lado» de las centrales sindicales. Cierto es que ni la CGT de uno ni la de otro promovieron ni apoyaron los actuales cortes, tampoco alentaron ni apoyaron la organizaci¢n y constituci¢n hist¢rica de los desocupados como integrantes de la clase trabajadora y de los prot! agonistas de los cambios. Pero no todos «los sindicalistas» argentinos pueden ponerse en la misma bolsa. La CTA no solo es la excepci¢n entre los sindicatos, es mucho m s que eso. Es la primera central de trabajadores de Latinoam’rica que nace en esta ‘poca, desde las entra_as del modelo neoliberal y, en medio de la entrega m s infame del pa¡s a la voracidad imperialista, se propone no solo construir una central para todos los trabajadores -y reafirmo: incluyendo los desocupados-, sino que, adem s de eso, se propone consolidarla y ampliarla -a trav’s de la federaciones, de la juventud, de las mujeres, de los ni_os, etc., a trav’s de articular y articularse con los otros actores socio-pol¡ticos, que los hay-, para hacer un proyecto pol¡tico y social para una Argentina diferente. Y esto no es casual, ni m gico.
Hacia una articulaci¢n plural de actores-sujetos (sujeto), poder y proyecto
Con total claridad la CTA previ¢ que solo [re]construyendo articulada y colectivamente (pluralmente) el sujeto hist¢rico capaz de protagonizar los cambios actuales que reclama la naci¢n, en primer lugar, y el continente y el mundo y, simult neamente con ello, poder propio -conciencia, organizaci¢n, fuerza propia-, se ir¡a conformando tambi’n colectiva y pluralmente el nuevo proyecto de transformaci¢n social en la Argentina. Y esto pasa -para la CTA-, en primer lugar, por recuperar la identidad como trabajadores, requiere -al decir de V¡ctor De Gennaro-: «que la CTA sea sentida como propia por los compa_eros, por los militantes, por los sectores.»
Siguiendo el principio martiano de que «honrar honra», expreso esta reflexiones no con el nimo de halagar a la militancia ceteatista, sino para insistir en una cuesti¢n muy importante y que, en mi criterio, tiene trascendencia metodol¢gica te¢rico-pr ctica: la existencia de la CTA, su propio nacimiento y posterior desarrollo, dan cuenta de que las propuestas, formas de organizaci¢n, de lucha, de articulaci¢n de actores diversos, la construcci¢n de poder y de proyecto, no pueden desprenderse -como no se desprenden en este caso- de dogmas petrificados. Ella -con sus «herej¡as»- da cuenta de la vida real o de la realidad de la vida social siempre cambiante, contradictoria y desafiante a la imaginaci¢n, a la inventiva, a la fe, a la esperanza individual y colectiva.
Recuperar la identidad como trabajadores, construir fuerza propia
y discutir la estrategia de poder.
Todo proceso de construcci¢n es parte de los resultados, en s¡ mismo es un resultado, pero tiene sus puntos de inflexi¢n, que acostumbramos a denominar «saltos». El oltimo congreso de la CTA celebrado en Mar del Plata en 1999, fue escenario de uno de ellos. «Es el primer co gulo de identidad de la CTA -afirm¢ su Secretario General-. Es el primer congreso donde se empieza a discutir la estrategia de poder con fuerza propia desde los trabajadores.»
A partir de entonces se abri¢ un nuevo tiempo, el de mirar hacia s¡ mismos y, a la vez, el de ir a ganar a los millones de hombres y mujeres del pueblo que hay que ir a ganar, el de conquistar las calles, el de avanzar en la articulaci¢n con otros sectores hacia la configuraci¢n del nuevo sujeto que dar cuerpo al nuevo proyecto nacional y popular.
Por todo eso, este 8 de agosto en Plaza de Mayo, V¡ctor De Gennaro anunciaba con sano orgullo: «Hoy hay algo nuevo. Hemos recuperado la identidad de la clase trabajadora sin la cual no hay movimiento nacional, popular y de liberaci¢n para nuestra patria.» Esa identidad recuperada es el segundo gran co gulo de la CTA, el signo del inicio del alumbramiento de un nuevo sujeto, que se pre-siente y se identifica -aon sin definir- como «algo nuevo» que existe en la capital del pa¡s y en las provincias, en los campos y ciudades de todo el pa¡s.
La construcci¢n del sujeto no se detiene
El jueves 16 de agosto, desmintiendo a quienes pretenden que «todos» los estudiantes son parte del «territorio del enemigo», j¢venes de diversas identidades y estudiantes, embanderaron con sus pasos agitados la conocida avenida rumbo a Plaza de Mayo junto a los trabajadores, a los piqueteros, los jubilados, las mujeres, los ni_os.
Y ser n m s.
El proceso continoa, la construcci¢n socio-pol¡tica -como el sujeto-, no se detiene. Confrontando con la realidad y en di logo con otros actores, el movimiento crece simult nea y entrelazadamente hacia afuera, hacia adentro y, sobre todo, desde adentro, profundizando el proceso de construcci¢n desde abajo (es decir, desde la ra¡z y desde adentro), partiendo del reconocimiento de que no hay transformaci¢n social posible si no parte de las transformaciones internas de cada actor -social e individual- involucrado en el proceso. Transformarse para transformar, transformando, ser¡a tal vez la caracterizaci¢n que m s se aproxima al proceso de crecimiento y constituci¢n-autonstituci¢n del sujeto (de los actores en sujetos). Y como todo ello es parte intr¡nseca del propio proceso de intervenci¢n de los actores en las luchas y resistencias, dicho proceso dev! iene en proceso pedag¢gico de formaci¢n de conciencia, de organizaci¢n, de propuestas, de sujetos, de poder y de proyecto. De ah¡ que el enfrentamiento – por todos y cada uno de los actores- de las limitaciones, trabas y contradicciones internas para liberarse de ellas, as¡ como la potenciaci¢n de la fuerza interior y la voluntad de lucha y transformaci¢n de cada quien, constituyen una parte sustantiva de las tareas del momento actual que marcar nuevos pelda_os en el proceso emancipador colectivo.
Hacia un movimiento nacional y popular de liberaci¢n
Sobre esa base y simult neamente, fortaleci’ndose, el movimiento de lucha y confrontaci¢n con la pol¡tica de exclusi¢n y genocidio por planificaci¢n econ¢mica del actual gobierno, profundiza sus reclamos, ampl¡a sus fronteras sociales – necesita hacerlo-, y comienza a tener conciencia de que es la historia presente la que toma cuerpo y alma en sus actos. Encarnada en la pluralidad articulada de actores-sujetos deja de ser ciega para luchar claramente por su proyecto, por lo que quiere ser. Y en gran medida esto es obra de un actor-sujeto fundamental que se ha reconstituido como tal: la clase trabajadora argentina. No se resume en ella el conjunto de actores-sujetos presentes en la vida socio-pol¡tica nacional, pero una cosa es bien cierta y justa, y reafirma la centralidad de los trabajadores en el proceso de transformaci¢n en la ‘poca actual: sin ellos «no hay movimiento nacional, popu! lar y de liberaci¢n para nuestra patria.»
Isabel Rauber