Pero el hombre, ufano como está de haberse conocido y de ver su imagen reflejada cada día en los espejos de La Moncloa, va a más. Tengo que confesar que no tengo el mal gusto, rayano en el masoquismo descarnado, de escucharle cuando sale por televisión, ni siquiera el de leer en el periódico las cosas que va soltando, más allá de los titulares. Pero hay veces en que la situación nos atrapa de tal forma que, le ves aparecer con aquella cara que exhibe de estar absolutamente por encima del bien y del mal, de firme convencimiento de la imbecilidad congénita de cualquiera que no comulgue con sus horteras puntos de vista, y no puedes cambiar de canal porque en aquel mismo instante te estás poniendo una cucharada de mermelada en la tostada con mantequilla que pretendes comerte a renglón seguido, por ejemplo, y entonces no te queda más remedio que oírle a palo seco.
El inefable Josemari Aznar ha tratado de ridiculizar, con su tradicional estilo faltón, falto como siempre de la más elemental cortesía política o parlamentaria, la posici¢n del Gobierno de la Generalitat de Catalunya, contraria al actual contenido del Plan Hidrol¢gico Nacional puesto en solfa por el gobierno central – «nacional» en clave de «naci¢n espa_ola, claro – haciendo una especie hortera de befa sobre la gente que, segon ‘l, cambia de criterio cada vez que sopla el viento. El planteamiento era que se puede estar a favor – de la forma en que lo dec¡a estaba claro que eso era lo que tocaba hacer por poco que quien opinara tuviese un m¡nimo de sensatez -, en contra, o simplemente no estar – esta banderilla de fuego llena de apabullante «ingenio» iba dirigida a los socialistas -, pero que lo que no se pod¡a hacer era estar cambiando de idea segon la fuerza y sentido e¢licos del d¡a – no lo dijo exactamente as¡ sino como lo he citado m s arriba; el retru’cano sem ntico es m¡o -. La respuesta de nuestro Muy Honorable Presidente sali¢ en pantalla – estaba mirando TV3 – inmediatamente despu’s, resaltando el hecho de que la Generalitat tiene desde hace bastantes a_os una visi¢n de pol¡tica sobre el agua que no acaba de ensamblarse con la de ellos, y que en buena parte se basa en un mejor aprovechamiento de los recursos hidr ulicos propios, y en el trasvase de agua del R¢dano si con esa no se tiene la suficiente.
Si os tengo que ser sincero, la verdad es que la pol’mica me cae m s bien a trasmano. No tengo suficientes conocimientos sobre pol¡tica hidr ulica como para saber gran cosa de la cuesti¢n, aparte del hecho puntual de que si nos falta agua habr que traerla de un lugar u otro. En este sentido la opci¢n de traer agua del R¢dano, desestimada no menos airadamente en su momento por la ministra Tocino, me pareci¢ entonces interesante. A mi eso de que el agua que nos haga falta no dependa del buen o mal humor del gobierno centralista de Madrid – el que haya, tampoco hace falta que les metamos el dedo en el ojo s¢lo a los del PP – me parec¡a, y aun me lo parece, una cosa realmente como para apuntarse. Pero vete to a saber. Quiz s alguien que entienda m s de eso que yo ser¡a capaz de explicarme el porque s¡ de una cosa y el porque no de la otra, y yo incluso de entenderlo. Ni siquiera me parece transcendente si realmente la gente del gobierno aut¢nomo de Catalunya lo ha tenido desde siempre tan claro como dec¡a el Muy Honorable Presidente de la Generalitat. Lo que creo que es del g’nero demencial es que a un l¡der pol¡tico le parezca que rectificar – aquello que el viejo aforismo dice que es de sabios – sea algo como para vituperarlo. De hecho as¡ le va. Era «joseantoniano» y sigue creyendo que un d¡a u otro la historia har justicia al dictador Franco reconoci’ndole el maravilloso trabajo que realiz¢ durante los cuarenta a_os que nos estuvo pisando el colodrillo. Si ni siquiera es capaz de rectificar eso, ya me explicar s como se puede esperar que se lo monte con cualquier otra cosa. +l, erre que erre.
Jordi Portell