Ello viene a cuento porque en Cataluña llevamos unos quince años sin esa opción. En los años 80 el gobierno de turno cedió en impartir una asignatura en catalán; después, dos; pero como la sed de poder del nacionalista es insaciable, en cuando se les dio la potestad de legislar en materia de educación, mediante un simple decreto, el denominado «Decreto de inmersión», nos obligó a todos, padres, profesores y alumnos, a acatar su decisión, la decisión de un gobierno nacionalista que reclama consensos sin preguntar opiniones, y que ha impuesto desde que está en el poder su ley, si más, y que a todos aquellos que no hacen su santa voluntad les etiquetan como «fascistas». Deberían echarle una ojeada al diccionario y consultar la entrada de ese término: ¡qué sorpresa se iban a llevar!
Aurora Navarro Martín
Seo de Urgel
(Lérida)