Ficha artística:
Martín: Eduard Fernández
Julia: Ariadna Gil
Freddy: Jorge Perugorría
Dalmau: José luis Gómez
Despanier: Samuel Claxton
Ficha técnica:
Director: Mariano Barroso
Montaje: Luisma del Valle
Productor: Eduardo Campoy
Productor: Gerardo Herrero
Productor: José manuel Lorenzo
Guión: Alejandro Hernández
Guión: Mariano Barroso
Guión: Tom Abrams
Productor Ejecutivo: Mario Pedraza
Productor Ejecutivo: Camilo Vives
Productor Ejecutivo: Marta Esteban
Música: Xavier Capellas
Director de Fotografía: Javier Aguirresarobe
Director Artístico: Onelio Larralde
Basada en la novela de: Miguel Barroso
Peluquería: Manuel García
Vestuario: Sonia Grande
ENTREVISTA CON MARIANO BARROSO
“Hormigas en la Boca” se rodó en 2004 en La Habana y Barcelona con guión de Alejandro Hernández y tuyo basado en la novela de Miguel Barroso, “Amanecer con hormigas en la boca”. ¿Cómo ha sido todo el proceso desde que leíste la novela?
Mariano Barroso- La película surgió como una combinación de varios impulsos. Por una parte, al leer la novela “Amanecer con hormigas en la boca” y adentrarme en los recovecos de La Habana en 1958, sentí que allí había un mundo visual y dramático riquísimo, con el que me sentía muy identificado. Por otra parte, yo había pasado largas temporadas en Cuba, como responsable de la cátedra de dirección de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños. Tenía muy explorada La Habana y su gente, tengo grandes amigos allá y me une con la isla una conexión fuerte. Y por si fuera poco, la novela es obra de mi hermano Miguel, lo cual para mí significaba admiración, complicidad y cariño.
-En pocas palabras, ¿cuáles son los elementos distintivos de la película?
”Hormigas en la boca” es un thriller, una película negra que habla de la traición y de las diversas formas en que ésta se presenta. ”Hormigas en la boca” cuenta, en clave de puro genero, las peripecias de unos personajes que se aman pero son incapaces de diferenciar el bien del mal.
-Estamos ante un clásico de cine negro, pero tiene ese toque diferente que le dan las calles de La Habana y el ambiente propio de la isla. La crítica dijo del libro que recupera “la tradición de la novela policíaca norteamericana y la aliña con la ironía y el lirismo propios del carácter latino”.
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“Hormigas en la boca” es exactamente eso, un thriller latino, como lo es la novela en la que está basada. El periodo pre-revolucionario cubano ha sido muy poco o nada tratado por nuestro cine. Los personajes que pueblan nuestra película y la novela representan a unos que existieron realmente: en los años 50 hubo un movimiento importante de exiliados, refugiados y desterrados españoles que viajaron a Cuba. Todos huían de la represión franquista, aunque no todos llevaban las mismas intenciones. La mayoría eran gente honesta, como Martín (Eduard Fernández), nuestro protagonista. Pero también se coló algún oportunista. La novela de Miguel describe minuciosa y brillantemente un mundo en plena ebullición, una Habana abarrotada de rebeldes, corruptos, oportunistas, gángsters, ganadores, perdedores… Alejandro Hernández y yo hemos traducido al guión –tomándonos muchas licencias- esa atmósfera irrepetible. Cuba, en 1958, era un escenario en el que resultaba imposible permanecer imparcial. Sólo había dos opciones: ó eras parte del problema ó eras parte de la solución.
-¿Qué películas de cine negro te han inspirado más?, ¿cuáles son tus favoritas?
Soy un devorador de thrillers, cuando los thrillers aportan algo más que una trama y profundizan en el alma de los personajes. Sueño en lenguaje de thriller, los claroscuros, el contraste, los colores, los rostros en mis sueños son de género, puro thriller. El cine negro clásico es, para mí, el territorio de mis sueños…y de mis pesadillas.
El suspense, esa herramienta fundamental del cine en general, es la esencia del cine negro. Las películas de Fritz Lang (“Furia”, “La mujer del cuadro”…), de Billy Wilder (“Perdición”), de Stanley Kubrick (“Atraco perfecto”), cualquiera de Hitchcock, o “El extraño viaje” de Fernán Gómez, encarnan lo que es el Cine para mí. Son películas que cuentan historias fascinantes de gente que vive en las sombras y trata de salir a la luz, retratos de personajes perdidos en los laberintos del mal, que buscan desesperada o apasionadamente salvarse. Necesitan redimirse, pertenecer a algún lugar ó a alguien.
Las grandes películas del cine negro son hermosos poemas, metáforas sobre el comportamiento humano, cuentos cargados de poesía que exploran el territorio de nuestros miedos y de nuestros sueños. Estos filmes negros tienen una raíz trágica, parten de la base de que el ser humano es esencialmente malvado, destructor, envidioso, traidor… cualidades todas ellas muy poco recomendables para la vida… Pero excelentes para el cine.
Me fascina el cine negro, tengo la sensación de que, al hacer una película de este género, he podido vaciar en ella lo mejor y lo peor de mis instintos… Una especie de purificación.
-¿Cuánto tiempo supuso la preparación y el rodaje en La Habana? Es una ciudad que conoces bien, pero imagino que recuperarla como era en aquellos años de glamour habrá sido laborioso.
Estuve en La Habana un total de cinco meses dedicado de lleno a la preparación y al rodaje de “Hormigas en la boca”. Pero a este tiempo habría que añadir las decenas de veces que he visitado la isla a lo largo de estos años, sin saber que lo que estaba haciendo era, además, prepararme para la película.
Durante dos años fui responsable de la cátedra de dirección de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio (EICTV). Compartí aquella época con colegas de todo el mundo, cineastas de muchos países que aportaban su trabajo y su tiempo al hermoso proyecto de la Fundación de Cine Latinoamericano que preside Gabriel García Márquez. Tuve ocasión de aprender, de hacer grandes amigos, de conocer y compartir el sentimiento latino-americano. También pude despojarme de una buena capa de esa arrogancia tan lamentablemente española…
Cuba vive un tiempo muy complejo, es muy difícil desentrañar lo que ocurre en ese país, no conozco a nadie que lo haya conseguido. Las únicas respuestas a las que llegas, cuando tratas de entender aquél mundo, son más preguntas. Cada día, uno tiene la sensación de comprender las cosas menos que el día anterior. Y este sentimiento se agudiza día a día. Esto te produce un profundo desasosiego… a no ser que te limites a ser turista, en cuyo caso vives feliz -y soltando dólares a chorro-. Pero si tratas de entender lo que es y ha sido Cuba, acercarte a la vida de la gente, desentrañar el proceso que ha vivido la isla (y no me refiero sólo al proceso político), si intentas ser parte de aquello, el resultado es pura incertidumbre. Con lo cual sólo te queda una opción… ó dos: dejarte llevar, no pensar con tu cuadriculada mente europea…ó hacer una película. Yo elegí una mezcla de las dos cosas.
-Háblame de los actores. De Eduard Fernández, que vuelve a ser el protagonista de una de tus películas; de Ariadna Gil, con quien trabajas por primera vez, como también sucede con Jorge Perugorría y José Luis Gómez.
De Eduard hay pocas cosas que pueda decir y que añadan algo al hecho de haberle propuesto como protagonista de dos de mis películas, “Los lobos de Washington” y “Hormigas en la boca”. Eduard es el actor cómplice perfecto, un actor que hace suya la película para convertirse en co-autor. Es disciplinado, sutil, comprometido, trabajador, inconformista, apasionado, irónico, vulnerable ó frágil según los casos… Juntos hemos disfrutado, discutido, reído, peleado, hemos trabajado duro. Con Eduard es apasionante hacerlo. Es un buscador que nunca se conforma con lo que hace. ¿Qué más le puede pedir un director a un actor…?
Ariadna tiene algo intrínseco y enigmático que atrae, fascina y desarma. Su sola presencia despierta interés y te hace preguntarte qué está pensando, qué está sintiendo. Su mirada implica misterio y tiene una personalidad fuerte. Además, es uno de los rostros más bellos de nuestro cine. Todas estas cualidades eran perfectas para el personaje de Julia, como tipo quiero decir. Por otro lado, Ariadna es una de nuestras mejores actrices. Tiene una larguísima experiencia, a pesar de que es muy joven. Y tiene algo muy importante: es humilde. Lo cual le hace grande. Trabajar con ella ha sido sencillo, gozoso y enriquecedor. Es un lujo tener a Ariadna Gil en la película.
Jorge Perugorría es un animal cinematográfico, una fuerza masculina cruda, algo que escasea en el cine. Es una especie de Stanley Kowalski cubano. Jorge está acostumbrado a interpretar papeles de héroe, personajes positivos. En “Hormigas en la boca” encarna por primera vez a un personaje detestable. Cuando le propuse interpretar a Freddy Navarro se lo tomó como un reto. Nos pusimos a buscar, a probar, él se atrevió con todo, se entregó a fondo. Supo ver que lo esencial de su trabajo estaba en buscarle partes adorables al personaje malvado.
José Luis Gómez es la precisión. Cuando rodábamos sus escenas me quedaba mirándole interpretar, olvidaba que yo era el director y que tenia que cortar, pedir otra toma… me quedaba viendo una película. José Luis ha aportado a “Hormigas en la boca” su técnica depuradísima y su enorme talento. Es uno de los grandes, primo hermano de Anthony Hopkins, de Kevin Spacey… Cuando fui a pedirle que aceptara el papel me hizo un par de preguntas claves, esas preguntas que te hacen muy pocos actores y que te ponen en marcha. El mismo me dio la clave de su personaje: José Luis ha construido su Dalmau a partir del miedo. He aprendido mucho con él y espero volver a encontrármelo pronto en un plató ó en un escenario.
En “Hormigas en la boca” hemos tenido un reparto de lujo. Aparte de los citados, han estado Isabel Santos, Samuel Claxton, Manuel Porto, por citar a algunos actores que son históricos en el cine cubano. Muchos de ellos han aceptado papeles muy por debajo de sus posibilidades. También hay actores españoles que nos han regalado su presencia en papeles testimoniales, como José Pedro Carrión o José Luis Santos.
– El rodaje de las secuencias más complicadas en exteriores devolvió a las calles de La Habana el estilo de los años 50 que tuvo una vez…
A nivel estético, nada se parece menos a La Habana de 1958 que La Habana del 2005. Aquello era el esplendor absoluto, esto es pura decadencia. Pero, dentro de esa realidad, hay muchos elementos que mantienen intacta su naturaleza. Los caprichos del tiempo y, sobre todo, la necesidad, se han encargado de conservar intacta su mejor cara: hay autos, edificios, muebles… que están como hace 45 años, conservan la riqueza visual de entonces. La aportación cubana nos ha permitido disponer de condiciones impensables en ningún otro lugar. En “Hormigas en la boca” puede verse, sin duda, el esfuerzo de la cinematografía de un país que no vive su mejor momento. Estoy muy agradecido a unas cuantas –bastantes- personas del equipo que se han volcado con su trabajo día a día a lo largo de estos meses, trabajando en condiciones duras. Ha sido un privilegio contar con ellos.
-Es la primera vez que trabajas con Javier Aguirresarobe, uno de los grandes directores de fotografía de nuestro cine, ¿cómo ha sido esta colaboración?
“Hormigas en la boca” necesitaba un director de fotografía que supiera plasmar la luz de la época, que fuera capaz de convertir las limitaciones de la realidad cubana en el estilo visual y el clima que precisaba la película. Mas que alguien que iluminara, necesitaba a alguien que cortara la luz, que creara espacios entre los personajes, que añadiera misterio y suspense. Javier Aguirresarobe es un director de fotografía de gusto exquisito, un trabajador incansable que se vuelca en el plató de manera compulsiva. Tiene un dominio absoluto de la luz y del color y es capaz de visualizar el resultado en medio del caos del rodaje. Javier imprime un sello personal a lo que hace.
Esta ha sido nuestra primera colaboración y, cuando veo la película, pienso que nadie hubiera podido hacer el brillantísimo trabajo que ha hecho Javier.
Mariano Barroso
Marzo de 2005