La belleza es eso pero también es mucho más y en todo caso puede llegar a ser la consecuencia de un sentido más profundo y sensual de ver la vida. Si uno, o una, se mortifica porque no puede tener el cuerpo de tal o cual modelo significa que no se lleva bien con su propio envase, digo envase con toda maldad, porque es no hacerse cargo de la propia historia, casi siempre por elección,(salvo enfermedad o tortura por ejemplo). Y si uno vivió amando la comida y el ocio no puede pretender tener la figura de un deportista, además no sería justo. Si uno es robusto, de huesos grandes, no puede reclamarle a los padres por haber nacido en Baviera o si es retacón lamentarse por ser del sur de Italia y si es morochón odiar a sus antepasados indios. Si hay leyes hereditarias que la naturaleza respeta como pretender cambiarlas nada menos que por una simple pieza de baño.
Pero ojo, no estoy haciendo la apología de la fealdad o poniendo en duda la belleza. A no engañarnos, a todos nos gusta admirar un cuerpo esbelto, tenerlo si es posible pero debemos aceptar que no todos tenemos esa posibilidad. Si uno tiene la gracia de poseerlo, también debe tener la belleza de unos sentimientos elevados que no le permitan ser despectivo o despreciativo con las personas que siendo feas físicamente pueden compensarla con una belleza interior. Y usted se dejará admirar sin soberbia y será admirado sin envidia. Eso es armonía y la armonía es belleza.
Hay otro motivo de angustia por el propio cuerpo y de la misma manera que va más allá de la estación del año, va más allá de la belleza. Es la edad. Mucho tiene que ver esa competencia de señores cuarentones matándose en el gimnasio o señoras cuarentonas matándose en el gimnasio y la lámpara y el baño de cremas y la cirugía estética contra adolescentes de piernas como columnas y pechos como de roca y una piel joven, lisa, tersa y poco importa si tiene pecas, no es tan alta o el pelo no le cae lacio sobre los hombros.
El problema es nuestra propia edad, y la flaccidez, las arrugas, la panza, la fatiga, son los alcahuetes que nos enfrentan al enigma mayor, al temor más grande: LA MUERTE.
Por supuesto que hay muchas personas que disfrazan muy bien ese temor e incluso se muestran temerarios y hasta arriesgan la vida pero en un determinado momento se apegan a ella como el mejor (y esta bien…casi siempre) pero si usted acepta que su juventud es efímera, que la vida es efímera, si cree que construir en usted una mejor persona, esforzarse con la misma dedicación que al gimnasio a ser un padre ejemplar, un amigo de ley, un ciudadano honesto (aunque no esté de moda) ser solidario, pensar en un mundo después de usted ¿No le parece más trascendente?.
«La madre de la lujuria no es la alegría, sino la falta de alegría» F: Nietzsche
Pedro Mirigliano