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Es evidente la nula eficacia de las vigentes leyes de protección animal frente a agresiones semejantes. Una simple multa de 6.000 euros es un insulto a la inteligencia de los animales. Aquel acto inhumano no tiene nombre. Los llantos del sufrido animal, completamente atemorizado dada su indefensión, expresaban el dolor terrible que el agresor le estaba infligiendo.
El perro, de raza pastor alemán, ni siquiera trató de defenderse. Estaba ligado a una cadena y, por tanto, inmovilizado. Totalmente entregado y rendido a su dueño, el animal parecía suplicar piedad, a lo que su agresor no sólo hizo oidos sordos, sino que se empleó con más saña hasta reventarle por dentro para acabar decididamente con su vida.
Pero lo más alucinante es que aún haya gente que respalda tamaña acción saliendo en defensa del agresor, cuya acción fue a todas luces infinitamente cruel e inmisericorde. Sirvan estas líneas para mostrar mi profunda aflicción por un hecho tan lamentable que, desafortunadamente, no es aislado, y por encima de todo, poner el grito en el cielo para que se haga justicia frente a actos que entrañan una crueldad tan manifiesta con los animales y, más en concreto, con el mejor amigo del hombre.
TONI RUBIES CENOZ