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Cine

EL CÓDIGO DA VINCI: LA PELICULA

escrito por Jose Escribano 22 de abril de 2006
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El catedrático y afamado simbologista Robert Langdon (Tom Hanks) se ve obligado a acudir una noche al Museo del Louvre, cuando el asesinato de un conservador deja tras de sí un misterioso rastro de símbolos y pistas. Con su propia vida en juego, Langdon, ayudado por la criptógrafa de la policía Sophie Neveu (Audrey Tautou), descubre una serie de asombrosos secretos ocultos en la obra de Leonardo Da Vinci, secretos que apuntan todos a una sociedad secreta encargada de custodiar un antiguo secreto que ha permanecido oculto durante dos mil años. Juntos se embarcan en una emocionante búsqueda que los lleva a París, Londres y Escocia, mientras reúnen pistas en un intento desesperado de descifrar el código y revelar secretos que harían tambalear los cimientos de la humanidad.

Columbia Pictures e Imagine Entertainment presentan “El código Da Vinci”, una producción de Brian Grazer y John Calley, protagonizada por Tom Hanks, Audrey Tautou, Ian McKellen, Alfred Molina, Jürgen Prochnow, Paul Bettany y Jean Reno. La película la dirige Ron Howard y el guión, basado en la novela de Dan Brown, corre a cargo de Akiva Goldsman. Los productores son Brian Grazer y John Calley y los productores ejecutivos, Todd Hallowell y Dan Brown. El director de fotografía es Salvatore Totino. El diseño de producción es obra de Allan Cameron. Del montaje se encargan Dan Hanley, A.C.E. y Mike Hill, A.C.E. El diseño de vestuario corre a cargo de Daniel Orlandi. La música es de Hans Zimmer. Las productoras asociadas son Kathleen McGill y Louisa Velis.

La génesis de “El código Da Vinci” – Del libro a la gran pantalla

El extraordinario éxito de la novela de Dan Brown, “El código Da Vinci”, estaba empezando a invadir la conciencia pública cuando el presidente de Sony, Howard Stringer, animó al productor John Calley a que leyera el libro. “Me volvió loco, me fascinó. Era un thriller de primera”, comenta Calley. Inmediatamente se aseguró una opción sobre los derechos. Al mismo tiempo, el copresidente de Imagine Entertainment, Brian Grazer, y su socio, el director y productor Ron Howard, también se interesaron en llevar el libro a la gran pantalla. A Grazer le intrigaban algunos de los temas subyacentes. “No sólo me pareció ‘El código Da Vinci’ un libro entretenido y apasionante sino que ciertos asuntos profundos que se trataban en él me llamaron la atención. Planteaba preguntas que enfrentaban la historia y la creación de la historia, preguntas que me parecieron fascinantes y cautivadoras.”

Cuando Grazer y Howard se enteraron de que Cally había adquirido una opción sobre los derechos le hicieron partícipe de la idea que tenían ellos de una posible versión cinematográfica de “El código Da Vinci” y se asociaron.

La mujer de Howard estaba leyendo el libro con su grupo de lectura, y, cuando él mencionó que a lo mejor llevaba la historia al cine, se alegró de ver que sus reacciones fueron todas positivas. Dice: “Descubrí el libro más o menos de la misma forma que todo el mundo, por el boca a boca. A la gente le ha interesado la novela por distintas razones y le ha impactado en muchos sentidos”.


Pero la principal razón por la que estaba deseando dirigir “El código Da Vinci” era su pasión por el thriller de aventuras. “Esta historia tiene el estilo y todos los ingredientes del suspense tradicional que hacen que una película funcione como relato de entretenimiento”, afirma Howard. “Hace que el espectador se confíe de que va en una dirección determinada, y de repente le sorprende de muchas maneras. Ese es el motivo por el que la historia escrita por Dan Brown ha cautivado a tantos lectores. Resulta familiar en cuanto a lo que tiene de misterio y thriller, pero luego los acontecimientos dan un giro fascinante.”

Calley se alegró al conocer el interés de Howard en “El código Da Vinci”, ya que llevaba mucho tiempo esperando poder trabajar con el oscarizado director. “Siempre he admirado a Ron. Es muy hábil y moderado, en el buen sentido de la palabra, nunca tiene una agenda preestablecida. Fue una gran elección contar con él, aporta una especie de inteligencia innata que le viene como anillo al dedo al proyecto”, dice Calley.

Al haber colaborado con el guionista Akiva Goldsman en “Una mente maravillosa” y “Cinderella Man”, Howard creía que lo más natural es que fuera él quien adaptara el libro de Dan Brown. “Era una tarea colosal. Cuando decidimos convertirlo en una película, el libro había dejado de ser un gran éxito para convertirse en todo un hito literario. Yo ya había trabajado con Akiva y habíamos tenido algunas conversaciones bastante profundas sobre la novela, ya que no se trataba tan sólo de creer que podía ser una buena historia para una película. Al decidir llevarla a la gran pantalla, había que hacerse muchas de las preguntas que el libro plantea al lector. Nunca había participado en un proyecto como este, que no sólo despierta sentimientos y emociones y entretiene sino que también da lugar a grandes conversaciones”, dice Howard.

El mismo Goldsman cuenta que le asustaba un poco la tarea de llevar el best-seller y fenómeno literario de Brown al cine, ya que lo habían leído muchísimas personas y ya lo habían visualizado en sus mentes. “Me había impresionado mucho el libro, pero no tenía ni la menor idea de cómo adaptarlo, ya que era una compleja, laberíntica e intrincada obra de ficción. En un principio pensé en abandonar el proyecto. Pero me reuní con Ron y él tenía tan claro lo que quería hacer que me hizo cambiar de opinión y me transmitió la confianza necesaria para intentarlo”, confiesa Goldsman.

El dos veces ganador del Oscar® Tom Hanks, que encarna en la película al protagonista de la novela, Robert Langdon, también reconoce que fue un reto intentar llevar a la pantalla un libro de tan colosal éxito. “No puedes defraudar a los lectores, y, francamente, el libro es muy bueno. Puedes cambiar cosas, pero más vale que sea siempre para mejorarlo. La adaptación de algo tan específico como “El código Da Vinci” ha supuesto una tarea monumental para Akiva, que tiene un gran instinto como guionista a la hora de elaborar una gran narración cinematográfica”, afirma Hanks.

El equipo estuvo en contacto directo con Brown a lo largo de toda la adaptación. “Dan se mostró muy accesible, comprensivo y colaborador, y aceptó en todo momento que el guión, claro está, no iba a ser una trascripción al pie de la letra de la novela. Era consciente de que tendríamos que condensarlo de alguna forma, y nos fue de gran ayuda a la hora de interpretar cosas que sabíamos o habíamos leído, incluídas algunas que descubrió él cuando ya había escrito el libro y que se han podido incorporar al guión. Así que en cierto modo la película es una versión actualizada y anotada de “El código Da Vinci”, comenta Howard.

El reparto y los personajes

Una vez que el guión de Goldsman estuvo terminado, el mayor reto fue reunir un reparto que pudiera dar vida a las fascinantes personalidades que pueblan la novela de Brown y que en la gran pantalla éstas resultaran tan interesantes y entretenidas como en el libro.

Como productor ejecutivo, Todd Hallowell afirma: “Es una película única porque tiene un reparto verdaderamente internacional. Observar cómo Ron iba encajando lentamente todas las piezas para hacer un gran puzle fue una experiencia fascinante. Realmente reunió un reparto extraordinario”.

Tom Hanks/Robert Langdon

“Robert Langdon es el héroe pensante, alguien que busca incesantemente resolver este misterio. A lo largo de la historia hemos sido testigos de personas remarcables en busca de la verdad, en busca del grial. La mayoría han sido caballeros, hombres de corazón puro, fuertes de espíritu e implacables”, observa el guionista Goldsman.


Hanks se involucró en “El código Da Vinci” prácticamente desde el comienzo. Aunque él y Howard no habían trabajado juntos en los últimos años, habían seguido en contacto. “Fue algo más que la amistad lo que me hizo pensar en Tom para que dara vida a Robert Langdon. Cuando empecé a hablar con él sobre el papel, tuve la misma sensación positiva que cuando hablamos por primera vez sobre “Apolo 13”, hace ya diez años. Hay una intersección natural entre Tom, como actor y persona, y la sensibilidad del personaje de Robert Langdon. Es su vivo retrato. A Langdon le mueve la curiosidad y tiene un sentido del humor deliciosamente irónico. Por encima de todo, a Langdon le fascinan los detalles y desea entender la verdad. Tom también es muy inteligente y siente fascinación por todo cuanto le rodea. Al elegir a Tom sabía que contaba con la ayuda de alguien realmente inteligente y valioso”, afirma Howard

Hanks estaba deseoso de trabajar otra vez con Howard, además, esta vez estaba asumiendo el reto de interpretar a un personaje muy alejado de su experiencia personal. “Langdon posee un conocimiento arcano muy profundo y amplio, un conocimiento que le absorbe y fascina. En cierto modo, ha convertido ese conocimiento en una lucrativa profesión. Como simbologista, puede decirte lo que representan tres marcas en la pared de una cueva, qué significado tuvieron en su momento y cómo se han interpretado a través del tiempo. Es un hombre que observa todo sin cesar. Ve la relación de todo constantemente”, dice Hanks.

El actor dice que su colaboración con Howard fue fundamental a la hora de descubrir el personaje de Robert Langdon: “Ron es una persona tan fácil de llevar. Y, a la vez, es increíblemente responsable, está creativamente despierto y entregado en cuerpo y alma a la excelencia”.

Audrey Tautou/Sophie Neveu

El nombre de Sophie viene del griego Sofía, que quiere decir sabiduría, y Neveu significa “descendiente” en francés –¿una descendiente de María Magdalena tal vez?


Para Howard el papel de Sophie Neveu era fundamental para contar la historia de “El código Da Vinci”. “Uno de los temas que se me quedó grabado cuando leí la novela -y quería que tuviera un papel preponderante en la película- fue la idea del sagrado femenino. Tengo tres hijas y llevo casado treinta años con una mujer fuerte, así que era algo muy importante para mí. El viaje emocional de Sophie en “El código Da Vinci” es realmente apasionante. Tener un personaje central femenino tan fuerte, al que vemos llegar a comprender realmente quién es cuando se desvela el misterio de su vida, aporta al thriller un gran suspense”, dice Howard.

Al guionista, Goldsman, le apasionaba también el concepto del sagrado femenino. “Para mí el aspecto más interesante de “El código Da Vinci” era la historia de esa chica que, al buscar su identidad, se da cuenta de algo que jamás hubiera podido imaginar. Desde el punto de vista de un escritor, era un terreno muy fértil. No es tan panorámico y épico como otros aspectos de la novela, pero para mí era la parte más cautivadora, la parte más humana.”

Elegir a la actriz que encarnara perfectamente el gran personaje de Sophie Neveu no iba a ser tarea fácil. Se les hizo una prueba a varias actrices francesas destacadas y las finalistas tuvieron que desplazarse a Los Angeles para hacer la prueba con Hanks. Audrey Tautou, que sólo había hecho una película en lengua inglesa, “Negocios ocultos”, era la que estaba en peor posición en cuanto al tiempo que había tenido para preparar sus escenas; sin embargo, impresionó inmediatamente al equipo con los matices que le dio al papel. “Audrey tiene una singularidad que, dado los elementos místicos de “El código Da Vinci”, era perfecta para el papel. Es enigmática y accesible a la vez”, observa Howard.

Tom Hanks añade: “Audrey es intimidatoria y misteriosa. Es muy etérea en muchos sentidos, pero cuando te hace una pregunta parece que te está interrogando de verdad”.

Ian McKellen/sir Leigh Teabing

“Teabing es la esfinge de la historia. Está lleno de misterios y es el motor tanto del libro como de la película. Muchas de las cosas que pasan son obra de este titiritero”, afirma Goldsman.

“Hay varios actores británicos que podrían haber interpretado a sir Leigh Teabing, pero conocí a sir Ian e inmediatamente supe que sería una gran experiencia trabajar con él y que haría algo extraordinario con el personaje. Y tenía razón. Le he admirado en un sinfín de películas porque ha interpretado desde el personaje popular de una película comercial hasta el más oscuro y enigmático de una película independiente”, dice Howard.

Hanks también agradeció poder trabajar con un actor tan respetado y con tanta experiencia: “No creo que nadie disfrute tanto actuando como sir Ian McKellen. Nuestra primera escena en la película representa muy bien lo que iban a ser los encuentros y ensayos que compartiríamos a diario. Todo era una continua y deliciosa indagación. Siempre estaba analizando no sólo los diálogos sino la sensibilidad que se escondía tras ellos. Luego, cuando llegaba al plató, no paraba de sacarle jugo. Tanto si estaba sentado frente a una mesa hablando de la historia del Priorato de Sión como bajando las escaleras y diciendo: ‘Mira a quién tenemos aquí’ siempre le daba un matiz distinto al personaje. Me dije: ‘Este hombre es la esencia del teatro’. Disfrutaba haciéndolo siempre de una forma diferente”.

Paul Bettany/Silas


Para interpretar a Silas, quizás el personaje más extraño de la novela de Dan Brown, el actor Paul Bettany dice que su principal misión fue humanizar al letal monje. “Silas es un individuo increíblemente alienado que tiene la imperiosa necesidad de esa figura paterna que nunca tuvo. La primera persona que se porta bien con él es Aringarosa, quien, no obstante, utiliza, desgraciadamente, la dañada psique de Silas como un arma. El padre de Silas le llamaba ‘fantasma’ y Silas acabó en la cárcel por asesinarlo. Cuando posteriormente conoce a Aringarosa, al que salva la vida, todo empieza a tener sentido para Silas.”

De los papeles protagonistas el de Silas fue el último que se asignó porque, si bien Howard hizo pruebas a muchos actores, siempre echaba de menos algo en la manera que tenían de enfocar el personaje. Había trabajado con Bettany anteriormente en la oscarizada “Una mente maravillosa”, y le fascinó su trabajo en “Gangster Nº 1”, donde, según Howard, hacía gala de una gran fuerza y versatilidad. Así que se le ocurrió que tal vez Bettany podía dar vida al perfecto Silas, algo de lo que jamás se arrepintió.

“A Paul le encantaba el personaje y el guión, y se la jugó, arriesgó mucho a la hora de interpretarlo. En la película da pavor, es realmente aterrador. Se crearon situaciones muy extrañas en el plató porque entre toma y toma era el Paul Bettany que era mi amigo, pero, en cuanto empezábamos a rodar, algo cambiaba y veía que se transformaba totalmente para dar vida a su personaje. No sólo era su talento lo que hacía que además de resultar aterrador el personaje tuviera una nueva dimensión. Era todo lo que podías esperar del personaje de la novela y mucho más: Silas como ser humano en las manos de Paul Bettany”, comenta Howard.

Jean Reno/Bézu Fache

“Bézu” es donde se ubica una fortaleza templaria en el sur de Francia y “Fache” quiere decir cruz en francés.

Jean Reno había trabajado anteriormente con el productor John Calley y le interesaba mucho el papel de Bézu Fache porque le fascinababa la idea de interpretar a un personaje que sufre una decepción cuando Aringarosa traiciona su confianza. “Se mete en esto porque realmente cree en algo. Pero por encima de todo es un policía que intenta hacer su trabajo. Me interesaba explorar la idea de cómo reaccionaría mi personaje al ser traicionado por un obispo”, explica Reno.

Howard dice que no podía pensar en nadie mejor que Reno para que encarnara al comisario francés. “Jean es una de esas personas que aportan mucha alegría, inteligencia, buen gusto y talento.”

Al interpretar a Bezú Fache, Reno también estaba aceptando un papel hecho a su medida. “Para mí fue un honor descubrir que Dan Brown había afirmado que escribió el personaje pensando en mí. Eso hizo que interpretarlo fuera aún más significativo para mí.”

Alfred Molina/Obispo Aringarosa

El nombre del obispo es uno de los más intrigantes de la novela de Brown. En inglés, las palabras italianas “aringa”, por un lado, y “rosa”, por otro, hacen pensar en “red herring”, que puede querer decir, entre otras cosas, “una pista falsa”.

Alfred Molina fue elegido mientras rodaba “As you like it”, coprotagonizada por la hija de Howard, Bryce Dallas Howard. Se desplazó a Londres desde el lugar donde estaba rodando en Inglaterra para una lectura y un día de ensayo. Molina cuenta que la oportunidad de haber pasado un tiempo con Howard y con Goldsman antes del rodaje no tiene precio. “Ron, Akiva y yo nos sentamos en una habitación y repasamos de forma exhaustiva todas mis escenas, aclarando uno por uno todos los puntos que queríamos resaltar y comentando cuál era la mejor manera de contar la historia en función de lo que hacía mi personaje”, explica.

Howard apreciaba cuánto se entregaba Molina a su papel con el fin de sondear las profundidades del personaje. “Alfred entendía el personaje y el mundo del que este viene de una forma más sofisticada y auténtica de la que se puede explicar por escrito. Ese nivel extra de veracidad se ve reflejado en el personaje y sale a la luz en la pantalla.”

El look de “El código Da Vinci”

“El código Da Vinci” se rodó en diferentes localizaciones de Europa y en los estudios Pinewood y Shepperton, en los que se construyeron varios platós.


Aunque la película se rodó en el Museo del Louvre, en París, fue necesario reproducir la Gran Galería en un estudio para que la mayor parte de la acción pudiera desarrollarse en un ambiente más controlado, lejos de las obras maestras del museo. Para ello, el diseñador de producción Allan Cameron construyó secciones del museo en el plató “James Bond” de los Estudios Pinewood, a las afueras de Londres. “Sabía desde el principio que íbamos a reproducir una pequeña parte del Louvre en un plató. Pero, cuando fuimos al Louvre, nos preocupaba que pudiéramos dañar los suelos o alguna de las obras de incalculable valor, así que tras un par de viajes a París, decidimos construir más partes del museo en los platós de Pinewood. En cualquier caso, desde mi punto de vista, era mucho más divertido rodar en el plató que en el museo. Mi artista escénico, James Gemmill, tuvo que pintar 150 cuadros que tuvieron que ser medidos cuidadosamente en el Louvre. Incluso creamos muestras de mármol para poder reproducir el mármol de alrededor de los zócalos y las ventanas. Por último, el suelo fue construido por mi carpintero utilizando para ello un revestimiento de madera similar al de la Gran Galería. Luego, se hicieron fotografías que se imprimieron sobre láminas de plástico y se extendieron en el suelo”, comenta Cameron.

Cameron explica que primero se fotografiaron digitalmente los cuadros, luego se ampliaron las fotografías y se pintó encima, y a veces se proyectaron en la pared y las pintó el propio Gemmill. “James las pintó de la misma manera que se pintaron los cuadros originales. Las técnicas de glaseado y craquelado no esconden ningún secreto para él: la superficie de los cuadros resulta de lo más real.”


En cuanto a la textura de los cuadros reproducidos por él, James Gemmill (artista escénico jefe) comenta: “Intenté prestar especial atención a todas las texturas de los cuadros. No podemos pintar utilizando exactamente las mismas técnicas, pero las texturas son muy importantes. Es la diferencia de ver un cuadro en una película y que parezca más una mera impresión que un cuadro real. Cuando se ve el reflejo de la luz, se aprecia la textura, de ahí que sea importante que esté bien conseguida”, afirma Gemmill.

También se construyeron otros platós en los Estudios Shepperton al sudoeste de Londres para recrear, por ejemplo, el interior de Saint-Sulpice y varias habitaciones del Château Villette, residencia de Leigh Teabing. “Queríamos utilizar el castillo real en la película y tuvimos la suerte de que nos permitieran rodar allí. Pero la biblioteca, la cocina y el estudio fueron recreados en el plató. Fueron decorados interesantes de construir y adornar, ya que tenían una gran cantidad de attrezzo”, comenta Cameron.

“Obviamente, la arquitectura de los decorados del plató se basó en la arquitectura del castillo real, con sus maravillosas tallas, molduras y cornisas. Conseguimos que todos los adornos del castillo real se encontraran el nuestro para que se pareciera más aún a la residencia de Teabing. Cuando pasamos al estudio y a la biblioteca, su gran refugio, conseguimos reflejar la personalidad de Teabing; diseñamos gran parte del attrezzo pensando en él”, añade Cameron.

La obra de Leonardo da Vinci: El arte y “El código Da Vinci”

“La última cena”

En “El código Da Vinci”, el personaje de sir Leigh Teabing (Ian McKellen) ofrece una interpretación única de esta legendaria pintura que Leonardo da Vinci comenzó en 1495 y concluyó en 1498. Encargo de su mecenas, el Duque de Milán, Ludovico Sforza, “La última cena” es, en realidad, un mural pintado directamente en la pared del refectorio del monasterio de Santa Maria delle Grazie, en Milán.

La pintura, que mide 4,5 x 8,9 m, representa el momento después de que Jesús les dijera a los apóstoles que uno de ellos iba a traicionarle. La forma tan natural en la que están reflejadas las emociones de los apóstoles, que recogen desde la consternación hasta la encubierta inexpresividad de la cara de Judas, era algo totalmente diferente a cualquier trabajo anterior. La pintura es anacrónica, al aparecer en ella el tipo de mesa, mantel, sillas y cubiertos que usaban a diario los monjes en el siglo XV.

Leonardo dispuso a los apóstoles en cuatro grupos de tres, con Jesucristo en el centro, apartado de los apóstoles por un espacio vacío a su alrededor. La perspectiva cónica da origen a un triángulo central compuesto de dos triángulos a cada lado. A la derecha de Jesús aparece la figura afeminada de un joven apóstol, clave fundamental de la impactante conclusión de “El código Da Vinci”.

Desgraciadamente, Leonardo decidió no emplear el método convencional para pintar frescos, consistente en aplicar clara de huevo sobre yeso húmedo. En su lugar, pintó directamente sobre la pared seca. En 1556, el historiador de arte Vasari escribió que la pintura se había deteriorado tanto que únicamente quedaban las vagas siluetas de las figuras.

“La Mona Lisa”

“La Mona Lisa” es uno de los retratos más famosos y reconocibles jamás pintados. Leonardo comenzó a pintar a esta enigmática mujer con una curiosamente incitante sonrisa en 1503 y puede que continuara trabajando en el retrato durante años. Tres años antes de su muerte, cuando Leonardo fue a Francia a trabajar para el joven rey Francisco I, se llevó consigo el retrato. El cuadro fue expuesto por primera vez en Fontainebleau, posteriormente en Versalles y finalmente en el Louvre, donde el desconocido personaje nos sonríe en la actualidad detrás de un cristal de protección mientras la embelesada muchedumbre se agolpa para poder verlo. Podría decirse que “La Mona Lisa” es la principal atracción del museo.

Durante muchos años el cuadro fue conocido como “La Gioconda”, al creerse que la persona del retrato era Elisabetta, la tercera esposa del comerciante florentino Francesco del Giocondo. Pero la pintura sigue siendo objeto de especulación. Algunos incluso creen que el mismo Leonardo se tomo a sí mismo como modelo; otros, que la mujer era la amante de uno de los Médicis.

El actor Jean Reno ha estado enamorado del cuadro prácticamente toda su vida. “Vuelvo una y otra vez a ver ‘La Mona Lisa’. Para mí, tiene lo que yo llamo una especie de perfume, porque cuando te giras parece que te sigue con la mirada. Es este intercambio entre el cuadro y el que lo observa a lo que me refiero cuando hablo de su perfume, de esa capacidad que tiene de obnubilar. Mientras que algunos dicen que el poder de esta obra de Da Vinci está en su sonrisa, para mí está en su mirada”, afirma.

Howard añade: “Hay algo cautivador, fascinante y que invita a reflexionar en ‘La Mona Lisa’. Es por ello que es un acierto que se haya elegido el cuadro como reflejo icónico de la película y como imagen identificable de la historia de ‘El código Da Vinci’. No sólo es obra de Da Vinci sino que, además, su enigmática y misteriosa calidad refleja perfectamente la temática de la película”.

“La virgen de las rocas”

En 1483, a Leonardo le encargaron que pintara una obra que iba a ocupar el centro de un retablo. Hay dos pinturas de “La virgen de las rocas”: la original sobre lienzo, que está colgada en el Louvre, y una copia posterior pintada sobre madera, que pertenece a la colección de la National Gallery de Londres. En esta pintura se representa a la Virgen María sentada con los niños Jesús y San Juan Bautista, y acompañados por el arcángel Uriel.

El cuadro, en ocasiones denominado “La Madonna de las Rocas”, aparece en el complejo misterio de “El código Da Vinci”.

La historia y “El código Da Vinci”

Los Caballeros Templarios

Los Caballeros Templarios aparecieron en 1118, despúes de que la Ciudad Santa de Jerusalén (que había sido conquistada en el año 614 dC por el Califa Umar) fuese recuperada por las fuerzas cristianas durante la Primera Cruzada. El nuevo Reino de Jerusalén quedó bajo el reinado de Balduino I, coronado en 1100, y los Caballeros, con Hugo de Payns al frente, ocuparon una de las alas de su castillo, en el antiguo Al Aqsa Mosque, donde una vez se levantó el Gran Templo de Salomón. Por ello, pronto fueron conocidos como los Caballeros del Temple o los Templarios. Los Caballeros constituían una orden monástica militar dedicada a la protección de los peregrinos cristianos que visitaban Tierra Santa. Como monjes guerreros, hicieron voto de pobreza y celibato. Su emblema era una cruz roja sobre una túnica blanca, que en el caso de los sargentos, que no pertenecían a la nobleza, era de color negro. La orden fue refrendada por Bernardo, el poderoso Abad de Clairvaux (fundador de la Orden Cisterciense y posteriormente beatificado como San Bernardo), y fue reconocida oficialmente por la Iglesia en el Concilio de Troyes en 1128. Es probable que Bernardo escribiera la Regla de los Templarios, por la que juraban lealtad únicamente al Papa.

Estos legendarios guerreros pronto pasaron de proteger a los peregrinos a luchar por la causa del Reino de Jerusalén. Dejaron de proteger las propiedades de los peregrinos ausentes para empezar a hacer las veces de bancos –realizaban préstamos a los aspirantes a peregrinos para proteger sus propiedades mientras realizaban su viaje- , recaudando impuestos y cobrando diezmos. Las tierras y riquezas que poseían pronto aumentaron considerablemente, y su influencia llegó a despertar el rencor de los líderes políticos, que nunca pudieron llegar a controlarlos. Las propiedades de los Templarios se extendían por toda Europa, poseían incluso castillos en Tierra Santa y Chipre, y su conocimiento de Oriente hizo que inevitablemente se inmiscuyeran en la política. Fueron los precursores de los modernos ejércitos profesionales, una institución dedicada, bien adiestrada y disciplinada, que evitaba las heroicidades individuales en pos de un fin mayor.

Los principales rivales de los Templarios eran los Hospitalarios, una orden que surge en 1070 para cuidar de los peregrinos y dar alojamiento a los más necesitados. También ellos se convirtieron rápidamente en una orden militar de gran poder y riqueza. La negativa de estas dos poderosas órdenes a trabajar conjuntamente y a contener el endeudamiento con ellas se convirtió en el mayor quebradero de cabeza de los gobernantes laicos europeos, pero los Hospitalarios continuaron con sus obras de caridad, lo cual desvió la ira hacia los Templarios, que vieron cómo acababan con ellos.

El viernes 13 de octubre de 1307 (fecha que se cree el origen de la superstición de que el viernes 13 es un día de mala suerte), el rey de Francia, Felipe IV, dio orden de arrestar a los Templarios y confiscar sus bienes. Los Templarios apresados fueron torturados y confesaron una serie de herejías y perversiones. A pesar de los esfuerzos por salvar la orden -en varios juicios algunos de sus miembros fueron declarados inocentes-, se actuó implacablemente en su contra, y Jacques de Molay, el último Gran Maestre de la orden, fue quemado en la hoguera en 1314, acto que supuso el fin de los Caballeros Templarios después de 200 años.

El Priorato de Sión

En la novela, Dan Brown sostiene que el Priorato de Sión es una organización real fundada en 1099, y que una serie de pergaminos que se encuentran en la Biblioteca Nacional de París revelan que entre sus miembros se hallaban destacadas figuras de la literatura, el arte y las ciencias. Sin embargo, los documentos de la Biblioteca Nacional han resultado ser modernas falsificaciones depositadas allí por Pierre Plantard, que admitió haber “fundado” el Priorato junto con tres amigos en 1956, para reírse un rato. Él fue nombrado Gran Maestre del Priorato en 1981.

En los falsos documentos y manuscritos, que han llegado a ser conocidos como “Dossiers Secrets”, se afirma que la organización secreta fue fundada en 1099 por Godefroy de Bouillon, que guió al primer ejército que partió hacia Jerusalén en la Primera Cruzada y fue el primer soberano de la reconquistada Tierra Santa. También se dice que fue obra del Priorato la creación de los Caballeros Templarios, de los que, al parecer, se separaron unos cien años más tarde.

Las localizaciones de “El código Da Vinci”

El equipo de producción de “El código Da Vinci” viajó desde París hasta el Reino Unido y Malta, deteniéndose en algunos de los más fascinantes e importantes monumentos históricos de Europa.

Aunque se construyeron varios platós en los Estudios Shepperton y Pinewood, la mayor parte de las escenas principales de la película se rodaron en exteriores. Dice Tom Hanks: “Estuvimos en muchos de los lugares que s

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