Columbia Pictures, DreamWorks Pictures y Spyglass Entertainment presentan Memorias de una Geisha, una producción de Amblin Entertainment/Douglas Wick & Lucy Fisher, protagonizada por Zhang Ziyi, Ken Watanabe, Michelle Yeoh, Koji Yakusho, Youki Kudoh, Kaori Momoi, Tsai Chin, Cary-Hiroyuki Tagawa, Suzuka Ohgo y Gong Li. La película la dirige Rob Marshall, y el guión, basado en la novela de Arthur Golden, es de Robin Swicord. Los productores son Lucy Fisher, Douglas Wick y Steven Spielberg; los productores ejecutivos, Roger Birnbaum, Gary Barber, Patricia Whitcher y Bobby Cohen. La película está coproducida por John DeLuca. El director de fotografía es Dion Beebe, ACS, ASC. El diseño de producción corre a cargo de John Myhre y la edición, a cargo de Pietro Scalia, A.C.E. La responsable del diseño de vestuario es Colleen Atwood y el autor de la banda sonora, John Williams.
Mariposas en la noche
Desde antaño, las geishas han sido objeto de fascinación en Japón y en todo el mundo. Durante siglos, salían de sus casas al anochecer, como mariposas de sus capullos, para atender los compromisos que les aguardaban en las casas de té. En Japón, las veladas dedicadas a fomentar las relaciones sociales siempre han desempeñado un papel importante en los negocios y la presencia de una geisha favorece la imagen del anfitrión que puede permitirse una compañía tan exclusiva.
La geisha no es ni una esposa ni una prostituta sino una artista que se gana la vida entreteniendo a hombres poderosos. La palabra gei (que se pronuncia “gay”) en japonés significa “arte”. Una geisha recibe una completa formación en baile, canto y música y es, a su vez, una brillante conversadora. Ríe las bromas de su cliente y nunca revela los secretos de este. Las geishas despiertan sensaciones con un simple movimiento de abanico.
Largos años de esfuerzo y disciplina la han transformado en una criatura refinada, pero bajo las envolventes capas del kimono y una máscara inexpresiva de maquillaje se encuentra una mujer de carne y hueso, con sus propias vivencias, desengaños e ilusiones. Aquellos secretos que guarda con mayor celo son los de su propio corazón.
Los barrios de geishas, que Arthur Golden describe con tanta fidelidad en su novela, siguen existiendo hoy en día y las auténticas geishas siguen entreteniendo a sus clientes en vetustas y elegantes casas de té. Se visten, se acicalan y actúan como llevan haciendo desde hace siglos. Las mujeres que en la actualidad deciden convertirse en geishas lo hacen movidas por un interés por este arte tradicional y es probable que sólo ejerzan esta profesión durante unos años. Antaño consideradas las mujeres más sofisticadas de Japón, las mejores geishas eran supermodelos de su tiempo hasta que el término “moderno” comenzó a identificarse con lo occidental.
Memorias de una Geisha comienza en 1929, casi al final de la edad dorada de las geishas. Narrada como una fábula sobre un mundo avocado a su desaparición, la película se desarrolla en un hanamachi -o barrio de geishas- ficticio.
Conforme Sayuri (Zhang Ziyi) se adentra en este mundo oculto, va aprendiendo que a una geisha no le está permitido amar o elegir libremente su propio destino. Su mentora, la legendaria geisha Mameha (Michelle Yeoh), conoce a la perfección los límites de una relación íntima con un danna, o cliente especial, y enseña a Sayuri a controlar sus sentimientos. A diferencia de Hatsumono (Gong Li), la desafiante rival de Sayuri, Mameha sabe que una verdadera geisha no puede permitirse regalar su pasión a ningún hombre.
Pero Sayuri no puede olvidar un gesto de amabilidad que la sorprendió siendo una niña, y el recuerdo de ese momento, que resplandece como un espejismo, la acompaña a lo largo de años de sufrimiento. Volviendo la vista atrás, Sayuri recuerda a “una niña con más valor de lo que imaginaba” y afirma que “No se trata de las memorias de una emperatriz o de una reina. Son unas memorias muy diferentes”.
Reflejo de una época y un lugar
En cuanto Fisher y Wick vieron el preestreno de Chicago, supieron que habían encontrado al director que buscaban. La opera prima de Rob Marshall -una atrevida recreación moderna de una historia de otro tiempo- obtuvo un gran éxito de crítica y público, recibió importantes premios, entre ellos el Oscar a la Mejor Película, y cinco nominaciones a la estatuilla. El propio Marshall obtuvo una nominación como Mejor Director y recibió el Director’s Guild Award.
La primera vez que Fisher y Wick se sentaron con Marshall para comentar el proyecto “fue emocionante”, afirmó Wick. “Trasladar una gran obra tan aclamada de un medio a otro supone un reto enorme, pero Rob tenía clarísimo cómo quería hacerlo. El aspecto y el estilo de la película reflejarían que la historia es un recuerdo del pasado narrado muchos años después -el reflejo de una época y un lugar percibidos a una edad temprana, más que una recreación literal-. Parecía que estábamos viendo la película conforme hablaba. Rob no tenía ningún miedo de aplicar su propia visión estética al proyecto, tal y como demostró con el innovador enfoque que utilizó en Chicago. Quería transmitir al público el asombro que sintió Sayuri al descubrir el mundo de las geishas.”
El escritor, Arthur Golden, no ocultó su entusiasmo cuando llegó a sus oídos que Marshall iba dirigir la película. “Me volvió loco Chicago”, declaró. “Hizo una versión de una obra que me encantaba y consiguió superarla. De modo que cuando supe que Rob estaba interesado en dirigir la versión cinematográfica de mi novela, me emocioné.”
Lo primero que hizo Marshall para preparar el proyecto fue releer el libro. “Necesitaba retomar la historia desde el principio y ver lo que más me impactaba”, afirmó el director.
Era completamente consciente de que no iba a realizar un documental sobre geishas. “Tenía claro que el drama de los personajes, mezclado con el encanto y el exotismo de su mundo, nos permitiría crear algo único y cautivador”, dijo Marshall. “Y, aunque sabía que me apartaría de lo tradicional en determinados momentos para ofrecer mi propia visión, antes tenía que entender perfectamente esa realidad.”
Poco después, Robin Swicord (Mujercitas, Matilda) se unió al equipo para escribir el guión. Marshall y los productores estuvieron en contacto permanente con Golden durante la elaboración del mismo. “Rob me dijo desde el principio: ‘Quiero hacer una película que te encante’”, comentó Golden. “Nos pasamos muchísimo tiempo hablando de cómo estaba estructurada la historia y de cómo mejorar ciertos aspectos de cara a la película. Me envió todos los borradores del guión.”
A continuación, Marshall reunió a los miembros más importantes de su equipo y se trasladó con ellos a Japón. “Había decidido contar la historia de Sayuri reflejando una época y un lugar determinado, pero antes era necesario entender perfectamente esa realidad”, explicó el director. “Todos estábamos de acuerdo en que la única manera de comenzar era sumergiéndonos en el mundo de Sayuri, así que nos trasladamos todos a Kioto para vivir todas las experiencias posibles.”
Los diez visitaron museos y santuarios, una fábrica de kimonos, asistieron a un combate de sumo, pasearon en rickshaws (carritos orientales), recorrieron la costa del Mar de Japón, presenciaron los bailes del festival de primavera y observaron cómo se maquillaba y se vestía una maiko (aprendiz de geisha). Invitaron a Marshall y John DeLuca, coproductor y coreógrafo de la película, al backstage para que presenciaran cómo el legendario actor y bailarín Tamasaburo Bando se preparaba para una actuación de kabuki (teatro tradicional japonés). Asimismo, los anfitriones japoneses organizaron una velada en la exclusiva casa de té Ichiriki para que el equipo disfrutara del espectáculo de las geishas.
Impregnarse del ambiente de Gion y de otros hanamachi (barrios de geishas) resultó esencial para el proyecto. “Dion (Beebe, director de fotografía de la película), Rob y yo nos perdíamos por las calles haciendo fotografías”, comentó John Myhre, diseñador de producción y ganador de un Premio de la Academia. “Cuando llegó la hora de construir los decorados, revisamos las fotos y comentamos: ‘Ese tejado quedaría genial con este tipo de ventana, que a su vez quedaría muy bien con este tipo de puerta’.”
Se identificaron los posibles exteriores para el rodaje, pero Marshall, Myhre, Beebe y Patricia Whitcher, la productora ejecutiva, se dieron cuenta de que no podían rodar toda la película en Japón. “Cuando analizamos la cantidad de horas que teníamos que trabajar en la calle, nos dimos cuenta de que no podíamos interferir con la vida de toda una comunidad durante tanto tiempo para recrear los escenarios de la película”, explicó Whitcher.
Asimismo, los hanamachi japoneses o barrios de geishas habían experimentado un gran cambio desde la época en la que se desarrolla la historia. “Incluso en las ciudades más hermosas y antiguas era imposible encontrar un barrio de geishas en el que no hubiese algún elemento moderno”, declaró Marshall. Pero el grupo regresó a casa inspirado por la experiencia que había vivido así como por las referencias sobre las que trabajarían durante los siguientes meses.
Las artes de una geisha
A lo largo de su vida, una geisha pasa muchas horas en clase perfeccionando las artes que la definen como símbolo de la cultura japonesa. En la época de Sayuri, las clases de danza y el aprendizaje del shamisen -instrumento de tres cuerdas- comenzaban mucho antes de que la niña pasase a ser una maiko o aprendiz de geisha. En el momento de convertirse en auténticas geishas, ciertos aspectos de enorme sutileza, como la forma en que se sientan en el suelo, se levantan de la mesa, se deslizan por una habitación o sirven el sake, han pasado a ser inherentes a su persona.
Para asesorar a los actores en estos aspectos, Marshall los trasladó a Los Angeles con seis semanas de antelación para que realizaran un cursillo de preparación, consistente en una serie de clases y ensayos intensivos con un equipo de expertos que los ayudaron a sumergirse en el mundo de las geishas.
“Para mí, era algo completamente nuevo”, afirmó Gong Li, actriz célebre en China desde que debutara en 1987 en Sorgo rojo. “Ensayamos todas y cada una de las escenas, frase por frase.”
Las actrices ensayaban con kimonos para acostumbrarse al peso, la caída y la sensación de llevar puesta una prenda tan elaborada. Las clases de danza les ayudaron a perfeccionar el lenguaje corporal que utilizan las geishas. “No puedes moverte como si llevaras vaqueros”, comentó Youki Kudoh, que interpreta a Calabaza. “Tus movimientos están limitados, así que cambias de actitud. Aprendes a ser elegante.”
Liza Dalby, asesora técnica y principal asesora de Arthur Golden en la creación de su novela, instruyó al equipo en los detalles del comportamiento de las geishas. Dalby, además de ser escritora y antropóloga, es la única mujer occidental que ha vivido y trabajado como geisha en Japón. “Podía explicarle a las actrices las cosas que, en su momento, me resultaron tan difíciles de aprender, como andar perfectamente con un kimono”, afirmó.
También les ayudó con el shamisen. “Era impresionante. Parecía que estaban tocándolo de verdad”, declaró Dalby, que toca a la perfección este instrumento. “De hecho, Michelle Yeoh aprendió a tocarlo; tiene un oído excelente.”
Yeoh se sentía muy motivada por su instructora: “Ya que Mameha es la personificación de una geisha, sabía que tenía que interpretarla de forma convincente. Así que me pasé muchísimas horas observando a Liza, que aún se comporta como una geisha”, confesó.
Vestir a una geisha con un kimono formal es una tarea ardua. El actor Thomas Ikeda, que interpreta al Señor Bekku, mayordomo de las geishas, trabajó con la experta en kimonos Yuko Tokunaga y con una modelo de prueba para aprender la posición, la caída, los entrecruzados, los huecos y otros detalles técnicos del ritual. Marshall quería que Ikeda dominara cada uno de los pasos aunque no fueran a rodarse todos. “Rob me comentó que mi personaje era, probablemente, hijo de una geisha”, confesó Ikeda.
Glosario básico
Arigato gozaimasu – Muchas gracias.
Danna – Protector que corre con los gastos de una geisha.
Gei – Arte.
Hanamachi— Barrio de geishas dentro de una ciudad.
Kaburenjô – En un barrio de geishas, el edificio que alberga la escuela, el teatro y la secretaría.
Kampai – Brindis japonés.
Konnichiwa – Hola.
Maiko – Término utilizado en Kioto para designar a las aprendices de geisha.
Miyako – Antigua capital.
Obi – Fajín decorativo que se ata a la cintura sobre el kimono.
Okâsan – Dueña de la casa de geishas, a la que se suele llamar “madre” (“Mamita” en la novela).
Okiya – Casa de geishas.
O-nêsan – Hermana mayor de una geisha.
Shamisen – Instrumento de tres cuerdas asociado desde siempre al mundo de las geishas.