La película ha sido ganadora del premio CáMARA DE ORO en el Festival de Cannes 2006.
EL REGIMEN DE CEAUCESCU
Nacido en 1918 en Scornicesti, Nicolae Ceaucescu es el tercero de nueve hermanos. Comienza a trabajar como zapatero, pero tras una carrera política sin mácula, en 1965 se convierte en principal dirigente del Partido Comunista Rumano. En 1971, tras un viaje a China, el “Conducator” cambia radicalmente de dirección.
En 1974 se convierte en presidente de Rumania, y su política lleva al país al borde de la hambruna y el peligro inminente de epidemias. Sin embargo, gracias a la “Securitate”, controla los medios de comunicación y no tolera oposición interna alguna. Practica el nepotismo y pone a su mujer Elena, así como a otros miembros de su familia en puestos importantes dentro de la Administración. Su proyecto más díscolo es la “Sistematización del país”, cuyo objetivo es la erradicación de las ciudades y pueblos de las zonas rurales.
Extracto de un discurso de Nicolae Ceaucescu del 3 de Marzo de 1988:
“Antes de 1990, debemos reducir de forma radical el número de pueblos de los actuales 13.000 a 5 ó 6.000 como máximo…”
Ceaucescu tuvo tiempo de destruir 9 pueblos antes de la Revolución.
En 1989, huye de su palacio, “La Casa del Pueblo”, en helicóptero, pero rápidamente se entrega a la policía, y el 25 de Diciembre, tras un escueto y controvertido proceso ante un tribunal militar, es reconocido culpable de genocidio por su pueblo.
Será fusilado junto con su mujer Elena.
El recuento oficial de la revolución rumana es de 1.104 muertos.
CRONOLOGIA DE LOS ACONTECIMIENTOS:
9 DE NOVIEMBRE DE 1989
Caída del muro de Berlín. El bloque comunista ha caído. Todas las miradas se giran ahora hacia Rumanía, último bastión, cuyo fin parece tan próximo como inevitable.
24 DE NOVIEMBRE DE 1989
Nicolae Ceaucescu es reelegido triunfalmente como dirigente del Partido Comunista Rumano.
16 DE DICIEMBRE DE 1989
5.000 personas se manifiestan en Timisoara para apoyar a un pastor disidente encarcelado. A las 21 horas, la sede del Partido Comunista es saqueada. Según algunas fuentes, muchos manifestantes eran extranjeros, sobre todo de la ex URSS, enviados por el Kremlin para iniciar una Revolución.
18 DE DICIEMBRE DE 1989
100.000 manifestantes desfilan en Timisoara y la “Securitate” dispara sobre ellos. Resultado: 40 muertos. Los restos de las víctimas son mostrados para sensibilizar la opinión de Occidente. Las divisiones de la ciudad ponen fin al movimiento, pero es demasiado tarde. La revolución está en marcha. Varias fábricas se ponen en huelga.
21 DE DICIEMBRE DE 1989
100.000 personas se han reunido delante de “La Casa del Pueblo” para apoyar al “Conducator”, pero lo inimaginable se produce. La masa pita y abuchea a Nicolae Ceaucescu, que no puede terminar su discurso. La gente se dispersa en Bucarest, la policía no reacciona. Ya de noche, el ejército vigila a la masa, que monta barricadas. A medianoche se da la orden de disparar. Comienza la persecución.
22 DE DICIEMBRE DE 1989
A las 7 de la mañana, la gente vuelve al centro de la ciudad. Esta vez, el ejército no dispara. La masa se dirige a “La casa del Pueblo” al grito de “Libertate, libertate”. La gente enarbola banderas rumanas con el emblema, una estrella roja sobre fondo de fábrica y bosque, cortado. El ejército se suma al pueblo. A las 12:08, un helicóptero despega del techo del palacio evacuando a los Ceaucescu en dirección a Snagov. Las imágenes son retransmitidas en directo por televisión.
El impacto en la población es considerable: el tirano tiene miedo, el poder está disponible. Durante la tarde, Iliescu, Roman y Voican establecen un gobierno provisional. El helicóptero de los Ceaucescu los abandona en Titu. Huyen en un coche rojo que se avería. Paran otro coche esperando encontrar refugio en una fábrica, pero los obreros los expulsan. Desesperados, se entregan al ejército.
23 DE DICIEMBRE DE 1989
Los combates continúan en Bucarest. Un periodista francés es aplastado por un tanque.
25 DE DICIEMBRE DE 1989
Los Ceaucescu son juzgados y condenados a muerte por un tribunal militar. Se les acusa del genocidio de 60.000 personas, la “limpieza” del Estado con acciones armadas contra el pueblo, el robo y destrucción de bienes públicos, corrupción, intento de fuga, y enriquecimiento personal (estimado en 400 millones de dólares en oro). Son ejecutados el mismo día.
¿REVOLUCION O COMPLOT?
Hoy, diecisiete años después, la revolución rumana de Diciembre 1989 es más que nunca objeto de interrogantes. Tanto los rumanos como los investigadores evocan con pudor los acontecimientos de 1989. De alguna manera, se entiende que esa es una manera de reconocer que no se sabe exactamente en qué punto estamos en cuanto al conocimiento y la interpretación de aquellos días, entonces presentados como “revolucionarios”.
En primer lugar, los acontecimientos de Diciembre de 1989 en Rumanía deben abordarse con un filtro, integrando el concepto de complot, en parte extranjero. Si bien la intervención de la KGB no se pone en duda, aun queda precisar en qué medida intervino occidente, en particular la CIA y el Departamento de Estado Norteamericano.
Sin embargo, tampoco hay que convertir aquellos acontecimientos en un mero complot. Los escolares y universitarios se implicaron de manera sincera y espontánea en sus manifestaciones en Timisoara, Iassi y Bucarest. Las víctimas de los disparos eran, a menudo, jóvenes, en ocasiones de 13 ó 14 años. Bajaron a las calles y se plantaron ante los tanques como héroes.
De este modo, desencadenada por fuerzas exteriores, la revolución no existió en sí misma, más que en las palabras de los periodistas. No se trata de un vasto movimiento popular espontáneo, extendido al conjunto del territorio, sino de acciones precisas y organizadas, dirigidas prioritariamente a objetivos estratégicos, el primero de los cuales fue la televisión rumana (TVR), permitiendo la toma del poder mediático.
LA RESPONSABILIDAD DE LOS MEDIOS:
Fue hace diecisiete años, unos días antes de Navidad. En Rumanía, una dictadura se derrumbaba ante las cámaras. Los medios de comunicación se apoderaban de cualquier información para difundirla, re-emitirla y hacerla circular…
POR UN LADO, EN RUMANIA
El 22 de Diciembre de 1989, la televisión rumana (TVR), caída en manos de los opositores al régimen, transforma una revuelta en Bucarest, en una revolución a nivel nacional. Dicha revuelta era efectivamente la manifestación de una población en ebullición, pero se limitaba a dicha ciudad y a dos o tres ciudades importantes más.
Y durante los días siguientes, en Diciembre de 1989, TVR hizo todo lo que estuvo en su mano para dar una imagen negativa del país. Difundió noticias sobre el envenenamiento del agua en numerosas ciudades, sobre unidades terroristas acercándose o sobre combates en diferentes lugares, sobre la interrupción inminente del sistema eléctrico o sobre sabotajes con explosivos a las presas eléctricas.
Nunca se ha hecho una evaluación pormenorizada de los perniciosos efectos de estos eventos, pero las noticias provocaron momentos de pánico próximos a la locura. Además, la retransmisión de órdenes contradictorias por diferentes representantes militares via TVR, perturbó la jerarquía militar y sembró la confusión y el pánico tanto dentro del ejército como en la población. Algunos días más tarde, se mostraban unas imágenes de presuntas víctimas de la revolución en Timisoara, cuando en realidad se trataba de cadáveres provenientes de un osario, acompañadas de informaciones según las cuales la violencia habría generado más de 60.000 víctimas; esto reforzó la convicción de que estaba sucediendo un genocidio. Entre otras causas, este genocidio fue por el que Ceaucescu fue condenado a muerte. Las actividades de la televisión rumana en ese periodo son las causantes de la muerte de la mayor parte de las víctimas de los acontecimientos de Diciembre de 1989 en Rumanía (más de un millar).
POR OTRO LADO, EN EL EXTRANJERO
Se habló de “genocidio”, de “fosas comunes”, de “masacres”, de “embarazadas destripadas”, de “torturas”, de “cuerpos quemados en crematorios”… Se mencionaron “conductores de camiones que transportaban toneladas de cadáveres, abatidos con un tiro en la nuca por la policía para evitar dejar testigos”. Se habló de 70.000 muertos en pocos días. En la televisión francesa, un periodista lanzó un llamamiento a la formación de brigadas internacionales dispuestas a “morir en Bucarest”. Se habló de Timisoara, 350.000 habitantes, ciudad mártir.
El 23 de Diciembre de 1989 el recuento era de 10.000 muertos víctimas de la Securitate, la policía del régimen. Según el enviado especial de “El País”, “en Timisoara, el ejército ha descubierto cámaras de tortura donde, sistemáticamente, se desfiguraba con acido, a los disidentes y a los líderes obreros para evitar que sus cadáveres fueran reconocidos”. Se descubrió una fosa común gigantesca. De hecho, a modo de ejemplo, se expusieron ante las cámaras diecinueve cadáveres, pegados los unos a los otros, más o menos descompuestos, entre los que estaban el de un bebé sobre el de una mujer, que se suponía era su madre. En realidad todos los cuerpos habían sido extraídos de una fosa común.
El 22 de Diciembre, las investigaciones de agencias de noticias húngaras, alemanas orientales y yugoslavas, retomadas por la agencia francesa de prensa, hablaban de 4.632 cadáveres víctimas de las revueltas del 17 y 19 de Diciembre, “muertos a tiros o con bayoneta”, o de 7.614 manifestantes fusilados por la Securitate. Un periódico francés titulaba “Carnicería”, y contaba: "Timisoara liberada descubre un osario. Miles de cuerpos desnudos, recién exhumados, sucios y mutilados, precio insoportable de su insurrección”. Más adelante, el redactor en jefe del periódico reconocía: “todo nos hacía pensar, incluidas las imágenes, que la información era cierta”.
El recuento oficial de victimas en toda Rumanía durante ese período es de 689 muertos, no 70.000.
En Timisoara murieron entre 90 y 147 personas, no 12.000.
UNA REVOLUCIóN MEDIáTICA
La importancia de los medios de comunicación es la característica principal de la revolución rumana. Si bien no hay que minimizar la realidad de los enfrentamientos, ya no se trata de tomar el poder con las armas, combatiendo en el conjunto del territorio, sino de combatir los símbolos del antiguo poder con nuevos símbolos: mitificar a los mártires del régimen, mostrar la confusión del poder y el coraje de los opositores con el fin de cambiar la opinión de los rumanos, que viven con miedo desde hace muchos años, y asentar la legitimidad del nuevo régimen en el escenario internacional.