Sus mordaces diálogos, el doble sentido en cada una de las palabras que se dicen, así como la barrera del idioma en uno de los protagonistas, crean una atmósfera de sarcástica acción costumbrista. Cada escena va creando una interacción con la siguiente, dando así, (¿y sin querer?), razón a la teoría que Adam Goldberg comenta sobre las relaciones entre las personas, en un momento determinado de la cinta. Los celos por parte del protagonista masculino van creando las diferentes situaciones y sus consecuentes enredos, que muy lejos de acabar en una comedia exagerada, nos muestra el buen sabor de las cosas bien hechas.
La estancia en París no es más que la excusa que utiliza Julie Delpy, para decirnos que las cosas no se buscan, más bien se encuentran, y lo que podría haber sido un viaje romántico, se convierte en una serie de sinsabores, principalmente para Adam Goldberg.
Esta es la primera película que dirige Julie Delpy en Francia, su país natal, y lo ha hecho en un periodo record, cuatro semanas, así como el guión, que también lo escribió en poco tiempo. Dado que era una producción pequeña, se ha rodeado de amigos y familiares, ya que como ella dice:
“…cuando se rueda una película con poco dinero, es mejor estar rodeada de personas de confianza, como si fuera una familia. Además, es mi primera película como directora en Francia, no he tenido tiempo de construir una relación con un equipo. Por eso me relajaba tener a gente conocida en el reparto…”
El resultado, tenemos personajes secundarios maravillosos, como los padres del personaje de Marion, (también padres en la vida real de Julie Delpy), mostrándonos una parte de la sociedad francesa más descarada. O como es el caso de Daniel Brühl, donde este actor catalán, muy reconocido en Europa, nos deja una interpretación breve, pero reveladora en la consecuente historia, que no nos dejara indiferentes.
Una verdadera crítica a la sociedad francesa y de demás países como queda reflejado en una opinión de la directora y actriz: “…La película es muy crítica con todos, hombres, mujeres, franceses, estadounidenses, etcétera. Los franceses tienen la costumbre de no criticar nunca lo que hacen mal. Los franceses son perfectos.
En serio… En mi opinión hay dos tipos de franceses: los franceses como el personaje de Gaël, gente bastante horrible que representa a la burguesía que ahora mismo tiene el poder en el país; y están los otros, los galos, como los padres de Marion. Son galos liberales, bueno, mejor aún, son anarquistas, ¡galos anarquistas! Jack es un hombre liberal, crítico y con una mente abierta hasta que atacan su propiedad privada….” Por ello Delpy habla de la intolerancia en muchos momentos de su película, así como de otros temas sociales, que parece que dejan indiferente a las personas, pero que tienen, en muchas ocasiones, consecuencias en nuestras vidas y en la sociedad que vivimos.
Como apunte final, el tema del sexo, lleno de matices, chistes, y diálogos chispeantes sobre él, dando así a entender lo que muchas veces mueve el mundo de las relaciones.
Estamos ante una buena película, en la que además de entretener, enriquece nuestra razón y formas de ver la vida. Aunque lo hace de forma sutil, sin grandes pretensiones, como es el filme en si.
Jose Antonio de la Hoz (Iose)