Delfín, quién ha recurrido, como en la mayoría de las ocasiones, a su musa, Bimba Bosé, para expresar su concepto de mujer, ha contrastado con los Victorio & Lucchino, especialmente deseados por el público de Cibeles, quienes proponen una mujer mucho menos complicada que desea, sobretodo, sentirse femenina al máximo. Han apostado por la tendencia-glamour de los años ’50, a base de estrechas cinturas y faldas con amplios vuelos, abandonando, sorprendentemente, los volantes; que ha brillado por su ausencia.
Famosos por la riqueza de sus tejidos, Víctor y José Luís ha incorporado flecos, lazos y plumas a unas prendas perfectas, casi de cuento de hadas, especialmente diseñadas para seducir. El hombre olvida el traje al que los Victorio & Lucchino lo habían esclavizado en ediciones anteriores para vestir cazadoras, polos con el emblema de la firma y pantalones más sport complementados con foulares.
Lydia Delgado se arriesga por un tipo de mujer muy naif, frágil, imaginativa e inocente, que de repente se convierte en el centro de todas las miradas. Propone vestidos de satén, bordados o adornados con puntillas y transparencias hasta llegar a parecer lencería o faldas con vuelo imposible que ya se intuían en colecciones anteriores. La diseñadora catalana -quién también pinta- está dispuesta a crear todo un universo Lydia Delgado a base de incluir en sus colecciones toda una serie de sofisticados complementos diseñados por ella misma, que le dan a sus prendas un toque extremadamente “chic”.
Los volúmenes de Miriam Ocariz, cuya colección ha destacado las mangas de farol, las camisas abullonadas y las faldas globo; la funcionalidad de Kina Fernández, quién apuesta por un verano viajero y exótico y la maestría de Amaya Arzuaga, han cerrado una tercera jornada de desfiles que lejos de agotar están demostrando la capacidad de diversidad, creatividad y estilo de la moda española en cuanto a sus tendencias.
Gema Castellano