Poco después, Anna Cortina abre tienda en Puerto Banús. El extraordinario éxito obtenido en Barcelona le permite iniciar una meteórica expansión que terminó en Madrid, en el año 2003 ( ver noticia ), donde en plena crisis el espacio de Anna Cortina consigue hacerse con la más selecta clientela. Lo más sofisticado de las pasarelas de Milán, París o New York está en esa tienda de la calle Claudio Coello y las ‘fashion victims’, acostumbradas a no encontrar en tiendas multimarca esos inalcanzables modelos que han visto en los desfiles, convierten a la tienda de Anna Cortina en la meca del estilo. La empresaria arriesgó y ganó.
Osados sombreros de Philip Treacy, bolsos con fotografías impresas sobre seda de Anya Hindmarchs ( ver noticia ) o las camisetas de Gabby Harris para Studd son pequeños detalles de lujo que, junto a sus marcas habituales, definen el espacio de moda. La obsesión de Anna es presentar lo más novedoso y eso la obliga a viajar continuamente por las pasarelas de todo el mundo.
En mayo de 2004 Anna Cortina-Madrid se viste de gala para la celebración del 50 Aniversario de la firma Chloé ( ver noticia ). El espacio, de estilo minimalista e inspirado en la amplitud y la luz de las vanguardistas galerías de arte neoyorquinas, adquirió de repente un total-look “vintage” conseguido mediante una extraordinaria exposición de vestidos de la firma francesa que ofreció a los clientes un genuino recorrido a través de las tendencias desde los años ’50 a los ’90. Las décadas doradas de divas como María Callas, Grace Kelly o Jackie Kennedy tomaban forma ante una colección retrospectiva todo ‘glamour’.
Meses después incorpora la firma de alta joyería Carrera y Carrera a sus filas ( ver noticia ). El exquisito gusto personal y la apuesta por el riesgo, dos constantes en el carácter empresarial de Anna Cortina, vuelven a quedar en evidencia. A partir de ese momento, la empresaria se consolida como “indispensable” en el ‘stablisment’ de lo ‘fashion’.
Armonizar la imagen global de una mujer glamourosa durante las veinticuatro horas del día sin que pierda libertad de movimientos y espontaneidad, es el objetivo de Anna Cortina. Para conseguir esto sigue insistiendo en incorporar cada vez más firmas que se complementen; algunas, segundas marcas iconos de las tendencias más actuales como M de Missoni, Corleone, Notify, Eicy, Juicy Couture, Toilette, Mala Mujer, etc. También suma complementos de diseñadores de la talla de Brunofrisoni, Luella Bartley para Mulberry, Anya Hindmarch o Giuseppe Zanotti; e incluso se atreve con las líneas de cosmética de Stéphane Marais, Annick Goutal, Carthusia, “Il profumi de Capri”, Hierbas de Ibiza, Omoye, etc.
A principios de 2006 Anna Cortina sorprende a propios y extraños dando un importante giro a su modelo de negocio tras ultimar un interesante acuerdo con la firma italiana Pinko. Calificada por algunos de extravagante e incluso de “paso atrás”, esta decisión respondía simplemente a la necesidad que siempre ha tenido la empresaria de experimentar con algo nuevo. Su estrategia de expansión basada en la apertura de tiendas propias multimarca quedaba limitada debido a la idiosincrasia de su elitista producto, y Anna decide apostar por la introducción en España de una innovadora firma de tendencia en plena expansión definida para un público más global mediante la estrategia de la monomarca. El cambio supone un éxito absoluto y el buen gusto que siempre ha demostrado para crear el estilismo adecuado a cada una de sus clientas hace que éstas acepten su radical decisión sin objeciones, procurándole un 100% de fidelización.
Ahora, tras cumplimentar etapas profesionales de éxito durante las cuales su dedicación ha sido absoluta, Anna Cortina ha decidido regalarse un tiempo para poder hacer realidad sus objetivos personales. Así se lo ha hecho saber a la prensa de moda que siempre ha apoyado su iniciativa; la cual, por cierto, esperaba otro tipo de sorpresa durante la comida con la que la empresaria la ha agasajado en agradecimiento a la infinidad de páginas en las que ha sido protagonista.
El detalle de Anna Cortina ha sido, como todo lo que ella hace, inesperado y emotivo además de elegante y de buen gusto; no sólo porque no es habitual, sino también porque no era necesario. Esas páginas eran merecidas y fundamentales para ofrecer un contenido de calidad a los lectores. No obstante, esta emprendedora de garra volverá al panorama empresarial en el plazo de un año y medio con un nuevo proyecto que ya tiene en mente y en el que se ve apoyada por su esposo, quién también se ha ganado con su buen hacer el respeto de la prensa. Necesitamos que vuelva, porque el panorama empresarial nacional no puede permitirse el lujo de perder promesas de este nivel de calidad.
Gema Castellano
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