En busca de ese “algo” que le falta, ingresa en un convento de clausura. Su decepción no puede ser mayor: tras las paredes del claustro reina el materialismo y la misma frivolidad de los que ella viene huyendo. Así, decide iniciar una cruzada de oración y sacrificio que la convierten primero en una rebelde y una loca, más tarde en una líder y, finalmente en una santa.
Esta es la crónica de una mujer única para un tiempo difícil. Una mujer hermosa y fuerte que luchó contra el mundo y salió ganando en su día y en la historia.
CONTEXTO HISTóRICO
Siglo XVI. España. Corren tiempos gloriosos para un tiempo y un país. Mientras en el resto del Viejo Continente reinaba todavía un sistema político feudal, España es el primer país de Europa que realiza su unidad territorial, inventa la nueva institución del Estado moderno y establece el primer imperio colonial. La historia de España en el siglo XVI es la lucha por la unidad religiosa guiada por un idealismo que a la vez desangró y empobreció al país. En una época en la que los hombres se consideraban un instrumento de Dios y su lucha era una lucha sagrada por el mantenimiento de una religión amenazada por dentro y por fuera, una mujer se atrevió a desafiar esas glorias con una valentía y un carisma que no se había conocido antes.
Doña Teresa de Cepeda y Ahumada (ávila, 1515 – Alba de Tormes, 1582) fundó en 1562 la orden de las Carmelitas Descalzas y su primer monasterio, el de San José, en ávila. Hasta su muerte fundó 12 conventos más por toda España. Su vida y su obra provocaron agrias polémicas en el seno de la iglesia y fue perseguida por la Santa Inquisición en más de una ocasión. En 1622, cuarenta años después de su muerte, fue canonizada y en 1970 el Papa Pablo VI la proclamó Doctora de la Iglesia convirtiéndose en la primera mujer de la historia en alcanzar dicho título. Hoy la Orden que ella fundó cuenta con más de 14.000 carmelitas descalzas y 835 conventos por todo el mundo. Su obra literaria es una de las más altas expresiones del misticismo y cumbre de la lírica española del Siglo de Oro.
ENTREVISTA CON EL DIRECTOR: RAY LORIGA
¿Cuándo se interesó por el personaje de Santa Teresa?
¿Por qué hago una película sobre Santa Teresa? Simplemente porque creo que hay una película sobre ella, no porque me haya venido una luz… Creo que es una muy buena historia en todos los sentidos: el contexto histórico; visualmente, toda la iconografía religiosa me parece muy potente para el cine, y luego es la historia de una mujer en contra de un esquema de vida muy rígido, en unas condiciones muy duras para el desarrollo intelectual, espiritual y humano. De modo que una mujer en esa época –en una época en la que se suponía que las mujeres no eran nada– se atreviese a ser casi todo lo que una mujer puede ser y que acabase haciendo historia, me pareció que merecía la pena. Otra cosa que siempre me interesó es que no fuera una mártir. Que no era una de estas historias típicas de mujeres que dicen “se atrevió a desafiar al mundo y pagó por ello”… Santa Teresa luchó contra todo el mundo y salió ganando, en su día y en la historia. Por otra parte, aunque es una historia que ya se ha contado, tenía la sensación de que teníamos un punto de vista diferente. Estamos en el siglo XXI y me parece que hay muchas cosas que se pueden revisar sobre Santa Teresa, como su supuesta virginidad o no. Creo que se podían afrontar algunos aspectos más allá de la polémica, con una mirada más valiente también.
¿Quiere decir que va a ser algo polémica?
Si hubo polémica en el siglo XVI seguramente pueda haberla ahora. Creo que de Santa Teresa se ha dado una visión muy cercana a la estampita, como un personaje al que la gente reza de vez en cuando, sin volver a leerse sus libros ni saber más del personaje. Hay muchas cosas de ella que no se han contado y que son un misterio sin resolver: su sexualidad, por ejemplo, o su relación tan cercana a Dios, casi piel con piel… Estos temas fueron escandalosos en su día y no han sido revisados muy a menudo, así que probablemente puedan volver a parecerlo hoy en día, lo cual dice muy poco del progreso de la Iglesia católica en los últimos siglos.
Y una vez que descarta la imagen “de la estampita”, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?
Me parecen increíbles las relaciones que tenía con su entorno. ¡Ojo! Yo no he tratado a Santa Teresa para hacer un panfleto contra la Iglesia católica, he estudiado mucho ese contexto y he encontrado que, incluso dentro de la discrepancia con sus postulados, había mucho respeto hacia su inteligencia. Y ese respeto lo encuentras desde reyes u obispos a provinciales de su orden, hombres que hablaban con ella de igual a igual, a veces para discrepar y otras incluso para condenarla. Algo con lo que he tenido mucho cuidado ha sido no presentar a la Iglesia como los malos de la película: ella contó con apoyos importantes dentro de la Iglesia católica.
Otra complejidad de la película era encontrar a la actriz protagonista, sobre la que recae todo el peso de la película. ¿Cómo llegó a Paz Vega?
La verdad es que no lo he dudado mucho. En principio me parecía que, para que esto funcionase, era fundamental tener una actriz que pudiera estar viva debajo del traje, de la historia, del peso simbólico del personaje. Paz tiene la energía y el coraje, y al mismo tiempo el oficio y el talento, para sobrevivir a un personaje como éste y a la visión que yo tenía del mismo: quería que hubiera una mujer debajo de esta leyenda. Paz es una mujer inteligente, y con ella se puede aprender del personaje, que es algo que para mí era muy importante: yo sé que Teresa es una mujer y hay un sitio hasta donde llego, pero hay otro que lo tiene que ocupar la actriz, y que ella me enseñase a Teresa. Porque aunque yo lo haya leído todo sobre el personaje, la que habita y la que le da vida es Paz.
Desde luego será la Santa Teresa más sexy que se haya visto nunca en el cine…
Probablemente, y sin despreciar a ninguna de las anteriores… Pero es que creo que es importante ese lado de Teresa, que también fue una mujer muy coqueta. ¿Sabe lo que dijo Santa Teresa en una ocasión que le pintaron un cuadro? Pues cuando lo vio, le dijo al autor que la había sacado fea y vieja. Creo que su manera de gustar a la gente influyó mucho para que no acabase en la pira. Es probable que a otras más sosas o menos agraciadas las quemaron por el camino, yo creo que ese encanto o esa belleza que se destacaba de ella fue una parte importante de su trayectoria. Yo creo que eso con Paz es un terreno ganado. ¡Sería muy difícil meter a Paz en una hoguera y no arrepentirse!
PAZ VEGA NOS DA UNOS APUNTES SOBRE EL PERSONAJE
Háblanos del personaje de Santa Teresa de Jesús, ¿cómo es y cómo llegaste a involucrarte en el papel?
Más que de Santa Teresa de Jesús a mí me gusta hablar de Teresa de Ahumada, de la mujer que vivió, que tuvo una familia y que por voluntad propia ingresó en un convento para vivir una vida que ella pudiera llamar suya. Teresa era una mujer muy adelantada a su tiempo, muy revolucionaria. Una mujer que se opuso a lo establecido en su época y que dominó su vida. En lo que respecta a mi participación en el proyecto, debo confesar que al principio el hecho de que Ray Loriga, siendo Ray Loriga, me viniera con la vida de Teresa de ávila me pareció, por un lado, raro; pero por otro era un auténtico “subidón”. Cuando leí el guión me pareció maravilloso: me pareció tan atractivo que se me olvidó totalmente que era una película religiosa. En aquel momento no pensé en ella como en una película religiosa. La vi como la historia de una mujer y eso fue lo que me enganchó. Acepté sin dudarlo desde el primer momento.
¿Qué crees que esta película añade de nuevo a la figura de Teresa?
Un poco de humanidad. Este es un aspecto de su personaje que no se enseña en los colegios. Allí aprendes otras cosas sobre ella: estudias a la Teresa escritora, a la poeta y, si me apuras, en los colegios religiosos estudias a la Teresa fundadora. Pero no te enseñan nada de la Teresa mujer; la Teresa dentro de su celda; la Teresa que siente; la Teresa con sus dudas, sus contradicciones… ésta es la Teresa que mostramos en esta película.
¿Cómo te has documentado para encarar este personaje?
Me he documentado leyendo los libros que leía ella, leyendo sobre todo sus obras (no todas porque algunas son muy densas). También sus poemas que son maravillosos y te enseñan mucho sobre esa pasión que ella tenía por dentro. Y, por supuesto, me he documentado sobre la época y el contexto histórico. También me han sido de gran ayuda los cuadros: unos cuadros maravillosos de los prerrafaelistas en los que Ray se ha inspirado y que luego vemos en la película. Yo he podido ver en cuadros lo que luego he visto en el set y eso es precioso. Creo que en las películas históricas los cuadros son referentes fundamentales al ser, de alguna manera, las fotografías de entonces.
Psicológicamente me imagino que también habrás necesitado alguna preparación.
Sí. Psicológicamente me ha requerido de una gran inmersión. Una introspección muy profunda en mi soledad a la búsqueda de cosas muy íntimas. Pero ¡ojo! Ha sido una búsqueda muy serena, nunca dolorosa, siempre en paz. Yo no he sufrido con esta película porque para mí Teresa no sufre: ella vive en amor con Dios. Para mí ha supuesto una experiencia muy bonita. Un momento muy bello de introspección.
¿Se te ocurre algún personaje actual al que pudiéramos equiparar a la vida de Santa Teresa en su forma de enfrentarse a la vida?
Hay muchas mujeres que se pueden equiparar a Teresa hoy en día: mujeres que van en contra de lo establecido; mujeres que luchan en un mundo de hombres y que consiguen lo que persiguen. Toda la historia ha estado llena de mujeres que han conseguido eso. Actualmente podría mencionarte a cualquier mujer luchadora y competitiva que te puedas encontrar en una empresa. Con esto quiero decir que Teresa es una mujer mucho más cercana de lo que a priori puede parecer. No fue sólo una monja que hacía milagros. Fue una mujer que tuvo un sueño y que luchó por él como hacemos hoy en día muchas de nosotras. Una mujer que no acepta el rol que le han asignado en un mundo de hombres. Ella quiere escribir, quiere leer, quiere saber… y se pregunta “¿por qué ellos tienen derecho a saber y yo no?; ¿por qué ellos tienen derecho a gobernar y a fundar cosas y yo no?; ¿por qué dependo de su aprobación?”… Esto es terrible y, aunque pueda parecernos increíble, todavía sigue pasando hoy en día. Por este motivo ésta es una película muy actual.
DISEñO DE VESTUARIO
La diseñadora japonesa Eiko Ishioka ha sido aclamada en numerosas ocasiones por su trabajo creativo que, además del cine, incluye la publicidad, la moda, el teatro o la dirección artística. Entre sus muchos premios, destacaremos un Oscar por Drácula, de Francis Ford Coppola; un Grammy, por el álbum “Tutu”; un Premio Especial del Festival de Cannes por Mishima y una nominación al Tony (por Madame Butterfly).
La diseñadora entró a formar parte de este proyecto tras recibir una apasionada carta del director, Ray Loriga, pidiéndole su participación en el mismo. Ella aceptó porque, según sus palabras, “hoy en día, el idioma visual, el vocabulario visual es muy importante y eficaz a la hora de transmitir un mensaje. Esta película contiene un mensaje muy importante y por ello estoy encantada de haber podido dedicar mi talento a un tema serio como el que plantea “Teresa: el cuerpo de Cristo”.
Una vez aceptado el reto, comenzó una ardua labor de investigación y aprendizaje sobre la cultura y los usos de la época. “Generalmente, el mundo entero es mi estudio. Encuentro motivos en todo el mundo que me dan ideas. En el caso concreto de “Teresa” estudié con detalle la cultura del siglo XVI. Visité el El Prado unas cinco veces para observar los retratos del siglo XVI. Fue un estudio serio y exhaustivo, todo un proceso de aprendizaje. Una vez concluido, lo puse todo de lado e indagué en mi cabeza y en mi alma para descubrir la mejor respuesta”.
Partiendo de un amplio abanico de fuentes culturales e históricas, Eiko ha creado un vestuario maravilloso, provocativo, sorprendente y profundamente emotivo. “Me interesa comunicarme con el público, conmoverle. Considero que es un éxito si el espectador se siente conmovido y si el vestuario ha contribuido a comunicar esta emoción”.