Lorenzo de Lamberti (Hayden Christensen), un joven amante de las aventuras, cae en desgracia a los ojos del rico Gerbino de la Ratta (Tim Roth). El asesinato es uno de los recursos habituales de Gerbino y Lorenzo se convierte en uno de sus objetivos prioritarios. Lorenzo escapa de Florencia y encuentra refugio trabajando como jardinero en un convento.
Pampinea Anastagi (Mischa Barton) es la única hija de una familia rica y respetada que, debido a la peste, se encuentra sola de repente. Gerbino de la Ratta, que ya tiene intenciones para con su cuerpo y sus riquezas, amenaza con confiscar su residencia familiar para pagar las deudas de su padre, y le ofrece como única salida a la inminente ruina financiera la posibilidad de casarse con él. Pampinea en realidad está ya prometida a un conde ruso, que se encuentra de viaje a Florencia desde Novgorod para desposarla.
Pampinea reúne a sus amigos y les propone que la acompañen a la villa de campo de su familia para ser testigos de su boda con el conde ruso. Esta boda la liberará de la atención indeseada de Gerbino y del fantasma de la ruina. Mientras los amigos de Pampinea abandonan Florencia y se embarcan en una serie de aventuras propias, Pampinea se retira a un convento en espera de su boda. Oculta tras su velo de monja – y tras un beso secreto -, ella se enamora de Lorenzo, jardinero del convento. Lorenzo se enamora igualmente, pero no sabe realmente quién es la mujer que se esconde tras el velo.
La historia nos lleva hasta la villa en el campo de Pampinea, donde todo se resuelve finalmente en una celebración del amor y la vida en toda su gloria.
La moderna interpretación que el guionista y director David Leland hace del clásico de Giovanni Boccaccio es una estimulante y erótica historia de inocencia, amor, sexo y amistades verdaderas. Mientras este grupo de amigos viaja por la campiña Toscana, descubren la vida a través de la tragedia y el peligro oculto. Se trata de una historia intemporal, llena de irreverencia y humor y rica en pasión y sexualidad – con una visión y un estilo dramáticos propios.
Acerca de la historia
La obra de Giovanni Boccaccio, El Decameron, escrita en el siglo XIV, es una de las obras cumbre de la literatura italiana, lectura obligada de numerosas generaciones de estudiantes. La novela se ambienta en la Florencia de 1346, en pleno apogeo de la peste, y cuenta la historia de siete hombres y tres mujeres jóvenes que huyen de la epidemia a una casa de campo a las afueras de la ciudad. Durante diez días consecutivos, cada uno de ellos narra una historia. El conjunto de todas estas narraciones supone la base de El Decameron – cien historias.
La versión del guionista y director David Leland, Aprendiz de caballero, parte de la obra original de Boccaccio, y le da un giro contemporáneo para convertirlo en una película que capture a un público moderno.
“La mayor habilidad de Boccaccio es su forma de reunir de forma tangible todas estas historias,” comenta Leland. “La razón de que El Decameron sea un clásico y lo haya sido durante seiscientos años, no es que a la gente se le obligue a estudiarlo, sino que su lectura es un placer. Todo aquello con lo que nos identificamos está en esta obra, que gira sobre la naturaleza humana y lo que la rodea. No es por casualidad que la gente sienta atracción por esta obra, ni tampoco que autores del calibre de Chaucer y Shakespeare sintieran la fuerza de su inspiración. Boccaccio supo expresar perfectamente el deseo de amor de la naturaleza humana, acertando de pleno en su retrato de la dinámica entre hombres y mujeres.”
Leland, experto guionista y director, estaba fascinado con Boccaccio y El Decamerón: “Boccaccio tenía muchas bete noires,” comenta. “Tenía muy diversas fobias: contra los ricos, el clero, el catolicismo, las monjas y los hombres estúpidos con mujeres bellas, que los burlaban con sus adulterios. Muchas de sus historias son sobre este tipo de gente y sus pecados, como cualquier otro escritor satírico, supongo. Boccaccio era un gran coleccionista de historias y creo que algunas de ellas son simplemente chistes verdes o historias soeces como las que se pueden escuchar en cualquier bar, y otras, en cambio, son mucho más oscuras y misteriosas, con un elemento de Gran Guiñol en ellas, donde la gente asesina y es asesinada por pasión o por cualquier otro motivo. Creo que son increíbles”
El mayor reto era encontrar una historia central que uniese todas las tramas secundarias. “Lo problemático de El Decamerón a nivel cinematografico es que son cien historias, y aunque todas ellas se desarrollan en el mismo mundo, se trata de narraciones separadas. Dino no quería hacer una película episódica y yo coincidía con él. Creo que las películas que consisten en historias separadas tienden a no satisfacer, son todo aperitivos y no hay plato principal.”
El Vestuario
Aunque Aprendiz de caballero está ambientada en el Renacimiento, uno de los aspectos más importantes de la película para Dino y Martha De Laurentiis era su relevancia para el público actual. Existía una premisa fundamental que era que la película no recurriría a los típicos clichés de otras producciones de época, sino que tendría un aspecto visual vibrante. Los diseñadores de escenarios y vestuarios eran el elemento clave para lograr esta visión.
Para el vestuario, los productores contrataron a Roberto Cavalli, el famoso e internacional diseñador de moda, quizás más conocido por su trabajo en Sexo en Nueva York.
“No quería hacer la típica película con pelucas y trajes de época,” comenta Dino De Laurentiis. “El público joven no se va a sentir identificada con esas cosas. Así que llamé a Roberto Cavalli, le envié el guión y aceptó ocuparse del vestuario, y ya que el guión le gustó tanto, me pidió si podía coproducir la película conmigo. Cavalli creó un abanico fabuloso de opciones para el vestuario, que ha contribuido a hacer de la película una obra intemporal: una historia que podría haber ocurrido ayer mismo, hoy o mañana. Los trajes no tienen nada que ver con la época, se trata de una interpretación moderna de Boccaccio.”
Para Roberto Cavalli, trabajar en Aprendiz de caballero ha sido especialmente significativo. Nativo de la propia Florencia, El Decamerón está, según dice, en su sangre. “Hace ya muchos años que conozco a Dino y Martha, somos como una familia; son gente encantadora.” La película representa la primera experiencia de Cavalli como diseñador de vestuario a la vez que como productor. “Cuando Dino me llamó, estaba en Los Angeles, y me contó toda la idea de una película basada en El Decamerón. Todo aquello me hizo pensar en mi juventud, en mi ciudad. La idea me encantó porque esta obra está en mi sangre. Tan pronto como hube leído el guión, acepté, pero le advertí que si estaba buscando a alguien que le diseñara ropajes históricamente correctos, yo no era la persona adecuada. Le dije, ‘si me das la libertad de crear lo que creo que funcionará, entones cuenta conmigo.’ Dino estuvo de acuerdo, y así comenzó todo.”
Cavalli descubrió que la experiencia de un rodaje era muy diferente a la de diseñar una colección. “Cuando creo mis colecciones, tengo que seguir a la moda,” comenta. “Esto lo he disfrutado más al haber tenido más libertad creativa. Para la película, tenía que ser fiel a Boccaccio y a su época, pero lo más importante era ser fiel a mí mismo y a las cosas que me inspiran. Esa es mi creación.”
Martha De Laurentiis estaba encantada de tener a Cavalli, de cuya moda ha sido admiradora durante mucho tiempo. “Siempre he llevado ropa suya. Sabe bien cuidar la forma femenina. Fue una gran idea que Dino invitase a Roberto a hacer el vestuario, ya que eso nos aporta el estilo moderno y sensual que buscábamos para nuestro enfoque contemporáneo.”
Martha supo apreciar igualmente la gran tarea que esto suponía para Cavalli: “Una cosa es diseñar una colección para la pasarela y otra muy distinta hacerlo para una película, en la que tienes que considerar todas las perspectivas, los diferentes ángulos de cámara. El reparto tiene que poder moverse con comodidad dentro de la ropa y cambiarse con facilidad. Ha sido todo un reto para él. Hay tanto que se puede decir con el vestuario… Roberto ha conseguido que todos los elementos queden sensuales, hermosos, ricos – te los quieres poner todos.”
Para Leland, trabajar con un diseñador de moda ha supuesto toda una curva de aprendizaje: ”Inicialmente partimos de bocetos, muy parecidos a los que se usan en el mundo de la moda. Pero se trata de mundos muy diferentes, el de la moda y el del cine, y las necesidades de vestuario de una película como esta son complicadas: había que salvar esa distancia.”
“Roberto Cavalli es un genio de los textiles,” exclama Leland. “Sus diseños y las texturas de los materiales son su firma inconfundible. Si ves los materiales en bruto y las cosas que consigue, ves su enorme talento. Roberto y su esposa Eva tienen colaboradores excepcionales y una vez que comenzamos, los trajes adquirieron vida propia.”
Mischa Barton comparte el entusiasmo de Leland: “Creo que aquí se ha demostrado el talento de Roberto Cavalli de forma espectacular. Ha hecho un trabajo increíble, que ha contribuido enormemente a crear el tono de la película. Roberto es maravilloso y una persona de gran talento y muy creativo– tiene una gran vitalidad.”
Localizaciones
Ambientar la historia en la Italia del Renacimiento dio a los cineastas la oportunidad de aprovechar localizaciones por todo el centro de Italia durante las nueve semanas del rodaje. Desde un convento medieval desierto en Bracciano (cerca de Roma) a los hermosos edificios de Siena y San Gimignano o la exuberante campiña de Caprarola, y por supuesto los históricos Cinecitta Studios en Rome.
“La historia ocurre en Florencia pero se trata de una ciudad tan bulliciosa que resulta muy complicado rodar allí,” comenta Jim Clay. “Así que elegimos San Gimignano y Siena como dos de las áreas principales para la película. El Duomo de Siena tiene una arquitectura similar a la del de Florencia y encaja perfectamente con el aspecto visual de la película. Aunque estas localizaciones son de la época realmente las escogimos por su belleza sobre todo.”
Martha De Laurentiis añade: “Siena nos abrió sus puertas y afortunadamente la amplia plaza del Duomo nos permitió rodar casi en 360 grados. La localizaciones además tienen un aspecto intemporal estupendo.”
Una de las localizaciones favoritas de Clay era el Palacio Farnesse en Caprarola, que hizo las veces de la villa de Pampinea. Ahora convertido en museo, originalmente fue construido para los Papas durante el siglo XVI, como retiro del Vaticano en Roma. Uno de los edificios del conjunto del palacio era conocido como el Palacio del Placer, una apropiada referencia histórica dados los temas tratados por la película.
En referencia al Palazzo Farnesse, Clay explica: “Martha y Dino nos habían comentado que el estilo de los vestuarios de Cavalli sería muy colorista y excesivo, así que intenté que el estilo del edificio fuera en la misma línea. Aunque no suele ser habitual poder combinar un estilo excesivo con un bajo presupuesto, pudimos hacerlo gracias a las localizaciones escogidas. El Palazzo Farnesse fue construido a principios del siglo XVI y aunque aún es Renacimiento, se acerca también al Barroco, con su exceso característico. Así desarrollamos la idea de tener a Pampinea en su villa de ensueño en la que se aleja progresivamente de la realidad, según avanza la historia. El lugar era perfecto”.