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Al comienzo de ésta jornada imaginaria vemos desfilar abrigos de paño de lana con mangas en punto, vestidos cortos sobre cisnes de cuello alto, grandes volúmenes en jerséis ceñidos a cintura, creando una silueta “reloj de arena”. El gris, el marrón y el negro son los protagonistas, toques de violeta y verde iluminan el look. Guantes largos de piel y boinas de punto acompañan la silueta, mientras que grandes gafas de aspecto “retro” son un guiño y un toque de humor, contra un invierno riguroso.
A medida que el día avanza y nos deslizamos en el mundo de la noche, materias y colores nuevos nos sorprenden: tafetanes y sedas, algodones mercerizados, cashemere, lanas delicadas y mezclas sofisticadas. Mini-vestidos de punto desfilan vertiginosamente junto con vestidos-abrigo en lana gruesa atrevidamente cortos color morado vivo mientras que otros, largos, en sutiles capas de tul vaporoso parecen flotar.
Para culminar, interminables vestidos como cascadas de tafetán barren la pasarela con sus enormes ruedos circulares.