EL KISSING ROOM DE MOËT & CHANDON SEDUCE A LOS INVITADOS DE LA PASARELA CIBELES

Durante toda la semana, el Kissing Room se ha convertido en un ir y venir de famosos, periodistas, diseñadores, fotógrafos, invitados y curiosos, que en torno a una exquisita copa de champagne comentaban a posteriori las tendencias presentadas por cada creador, los unos; se retrataban con su ‘celebritie’ preferida, los otros; o hacían uso completo de su tarjeta de invitación para satisfacer su curiosidad, los más; esos que cuentan con escasas ocasiones para prodigarse en tan glamouroso ambiente. Un espacio cosmopolita antesala de lo más anhelado, el ‘backstage’, donde los más ‘fashion’ que han conseguido el codiciado pase intentan hacerse ver en un tiempo record, el impás entre desfile y desfile.

Porque los certámenes de moda, hasta hace algún tiempo restringidos a clientes de las firmas, invitados por cualquier razón relacional y prensa, cuentan ahora con un sector de adeptos que venderían su alma al diablo no por ver un desfile, sino por hacerse con un pase que les permita promocionarse en tan selecto ambiente. Legiones de supuestos estilistas, aspirantes a modelos con más o menos posibilidades, jóvenes con ansias de fama o cazadores de foto con móvil, hacen lo materialmente imposible por acceder a estos recintos y destacar en una ambiente ordenadamente caótico y meteórico en el que los profesionales trabajamos contra reloj. Los lemas del “triunfo por la imagen” o “la imagen por la imagen” han calado hondo en un sector de jóvenes urbanitas que conducen sus vidas a una velocidad superior a la del AVE, sin tiempo para prepararse profesionalmente, lo que desemboca en más de una decepción.

Echamos de menos, sin embargo, la presencia constatada de alumnos de las escuelas de diseño españolas; un estructurado plan que permita la conexión entre centros de formación y empresas, entre promesas y profesionales del negocio de la moda que permita en un futuro próximo consolidar el proyecto de marca de moda española. En un mundo con tendencia a la frivolidad como es el de la imagen, el estilismo y lo ‘fashion’ -en el que parece sólo se entra por contactos, demostrando altos grados de sofisticación o creándose una imagen adecuada- no estaría de más lanzar mensajes serios enfocados a promover la preparación y cualificación de los jóvenes, con el fin de conseguir una industria potente y competitiva.