Comentarios del Director, Mario Camus.
“El prado de las estrellas” toma el nombre de los recuerdos infantiles de un hombre llamado Alfonso que tiene un papel protagonista en la historia. Cincuenta y algunos años más tarde, con aquellos recuerdos casi olvidados, nuestro Alfonso vive jubilado en su casa de siempre, en un pueblo grande situado entre un mar violento y las últimas estribaciones de la cordillera que se adivina hacia el sur, por encima de las nubes.
Al final de una noche lluviosa, cuando empieza la amanecida, Alfonso sale a coger caracoles. En una de esas salidas, en lo alto del pueblo, en el mismo y legendario “prado de las estrellas” que él frecuentó de niño, se topa con un joven que aparece súbitamente, rompiendo la niebla, en su bicicleta. Este encuentro abre el cerrojo de las fantasías de un hombre tranquilo. A partir de ese amanecer lleva consigo la imagen del joven ciclista, fijada en su memoria, tratando de encajarla en su propia vida.
Alfonso visita a Nanda, una anciana que fue su vecina y un poco su madre cuando se quedó huérfano y solo. Ahora, ella pasa sus últimos años en una Residencia de Ancianos y, dos tardes a la semana, Alfonso le da alegría a su vivir silencioso y discreto. Allí, en el transcurso de una de estas visitas, Alfonso vuelve a ver al ciclista en compañía de la Asistente Social. Se entera de que son hermanos y proceden de un valle alejado de la costa, donde tienen su casa y sus tierras.
En esta Residencia coinciden los personajes de tres historias que se funden, se juntan y se hermanan para formar “El prado de las estrellas”. Sus determinados caracteres, sus aspiraciones compartidas, su posición firme frente a bruscos acontecimientos y una manera común y natural de manifestarse en la vida y de relacionarse con los demás.
Nanda echa en falta la atención de sus hijos que residen lejos, en Madrid y Barcelona. En lugar de recibir su visita, uno de ellos, le manda a un emisario con el encargo de que ponga en orden y haga un recuento de las exiguas posesiones de la anciana. Ella se presta a complementar la información aunque teme por los vecinos el inventario, “el prado de las estrellas” sobresale entre todas porque es grande y está situado en un privilegiado lugar. Así lo aprecian los administradores del hijo de Nanda y estudian la posibilidad de construir una urbanización en el “prado”.
Mientras, Alfonso ha seguido los pasos de Martín, el niño ciclista. Ha hablado con él y, después de someterle a una prueba, se ha convencido de que puede resultar un gran profesional y un campeón en ciernes si decide, en un tiempo aún largo, seguir con la bicicleta. Con dos amigos, un exciclista y un profesor de Instituto se lanza a la tarea de moldear la personalidad de Martín y hacerle grande fuera y dentro de su oficio. La preparación es sacrificada y entra en su curso normal a la espera de las primeras carreras.
Luisa tiene un problema. O mejor dicho, dos problemas. Uno es anterior a la época en que comenzó su trabajo en la Residencia. Se llama Mauricio y es un muchacho de su pueblo, administrador de las tierras de su padre y perdidamente enamorado de ella. Pero Luisa no acaba de verse compartiendo la vida con él. En Comillas conoce a Ramiro, un mecánico experto. Posee un taller acreditado, tiene planes brillantes y un carácter acorde con sus aspiraciones. Es dominante y ese aspecto de su personalidad choca con la decisión de Luisa de construirse una vida donde pueda manifestar su propio carácter y no estar sometida a ningún otro.
Nanda, nuestra abuela, en un momento de lucidez, busca tiempo y compañía para visitar al notario y cambiar su testamento. Dejando “el prado de las estrellas” a Alfonso, sin consultarle.
Un día, Nanda muere. Y el conflicto se plantea entre los abogados de su hijo, personas poderosas, y un aturdido Alfonso que acaba de enterarse de la última disposición de su amiga. Junto con un modesto letrado que le proporciona su compañero Tasio, hace frente a la amenazante situación.
En la primera carrera Martín no defrauda a los tres amigos que se han hecho cargo de su formación. Es un ciclista lleno de condiciones prometedoras, y muy maduro para su edad.
Luisa acaba teniendo claro que necesita libertad y rompe con sus afectos. Pide un traslado y se marcha al sur a vivir su propia vida y trabajar con los mayores.
Martín sigue con las carreras. La siguiente en la que toma parte, una vez más, es el escenario ideal para su lucimiento. Domina desde el principio pero al finalizarla una moto le arrolla. El percance es grave y le lleva al quirófano. En el banco de un pasillo, en la terrible espera, dentro del hospital, Alfonso y Tasio, el amigo experto, hablan de ellos y del provenir de Martín. Están orgullosos del muchacho y saben que, tanto si vuelve a correr como si no lo hace, habrán hecho de él un hombre valiente, audaz y generoso. Un campeón; el mejor de los trabajos.
LOCALIZACIONES
En Cantabria: Comillas, Rioturbio, Ruiloba, Cobreces, Golbardo, Valle del Lamasón, Valle de Cabuerniga, Valle de Rio Nansa, Puerto de Palombera, Portillo de Lunada, San Roque del Rio Miera, La Cavada, Camargo, Rasines, Ganzo, Sierra Llana, San Martín de Elines, Valle de Valderredible, Torrelavega y Santander
En Castilla y León: Aguilar de Campoo
FICHA ARTíSTICA
áLVARO DE LUNA – Alfonso
MARIAN AGUILERA – Luisa
RODOLFO SANCHO – Mauri
OSCAR ABAD- Martín
MARI GONZáLEZ- Nanda
ANTONIO DE LA TORRE- Ramiro
JOSE MANUEL CERVINO- Tasio
FICHA TéCNICA
Escrita y dirigida por MARIO CAMUS
Producida por RODOLFO MONTERO y NANO MONTERO
Director de Fotografía HANS BURMAN
Montaje JOSE Mª BIURRUN
Música SEBASTIáN MARINé


Fotos de "El Prado de las Estrellas"