El prestigioso Atelier de novias ha presentado una colección para la temporada 2009 creada por su diseñadora estrella, Ivonne Ruíz, soberbia. Bundó ha subido a la pasarela a las mujeres de Alphonse Mucha; etéreas féminas de larga y abundante melena en la que se enredaban flores y mariposas, envueltas en vaporosos vestidos que recuerdan a las diosas clásicas pero dotadas de una mirada audaz, directa y penetrante capaz de seducir hasta la perdición desde lo prosaico de un cartel publicitario. Mucha supo adivinar más de cien años antes del nacimiento del marketing el poder de la imagen de la mujer a la hora de vender un producto ensalzando su belleza y sensualidad. Raimon Bundó ha recuperado ese ‘allure’ para mostrar y poner en valor unas piezas magistrales producto de la sinergia entre las técnicas de la Alta Costura, la innovación creativa y la pulcritud a la hora de elegir la materia prima.
Porque las novias Raimon Bundó son mujeres muy sensibles al arte, la estética y la calidad; cultas y con clase, que afrontan su camino hacia el altar como una puesta en escena teatralizada en la que deben aparecer en todo su esplendor como las protagonistas únicas de un film con Oscar. Nada puede dejarse al azar y solo la excelencia conseguida a base de un trabajo artesanal impecable en la que intervienen las telas más nobles y las técnicas artesanales más sofisticadas, conseguirá la satisfacción de tan refinadas y atrevidas féminas. La firma Raimon Bundó es pura Alta Costura y sus colecciones se consolidan año tras año como fundamentales en la elite de la moda nupcial junto a las de Victorio & Lucchino. En los dos casos, y muy pocas veces podemos hacerlo, hablamos de vestidos de grandes catedrales; de obras de arte capaces de competir con un entorno colosal.
Las modelos Martina Klein y Laura Sánchez han sabido interpretar sobre la pasarela el espíritu Bundó a la perfección. Conocedoras del sentido exclusivista de la firma, hay que recordar que las dos han sido sus musas, pasearon su “osadía” ante los flashes sabiéndose las más bellas y seductoras; provocando al espectador al igual que lo haría la mujer inventada por Alphonse Mucha: sin piedad.
Vestidas en marfil, con fantásticos bordados o en color tratado con la mayor sutileza, las top’s nacionales dieron un espectáculo de clase, elegancia y prestancia digno de los más ilustres tapices; de los foros de moda más elitistas.
Gema Castellano