Pese a su aspecto chocante, son unos skins amables y abiertos. Es cierto que una excursión cívica en su compañía significa destrozar las nuevas viviendas protegidas todavía no ocupadas, mientras todos van vestidos de trajes estrambóticos. Pero son acogedores y divertidos. Los skins ofrecen a Shaun dos cosas que le faltan y que echa de menos: amistad y una figura paterna. El padre de Shaun ha muerto en combate en la guerra de Las Malvinas.
Si quiere ser un skin como ellos, tendrá que adquirir el look que tienen ellos. Con su madre, Cynthia, (Jo Hartley) va a la zapatería del barrio. Desgraciadamente, no tienen botas Dr Martins de su talla, pero su madre le compra unas similares. Más tarde ese mismo día, Lol (Vicky McClure), la novia de Woody, le afeita la cabeza. Ahora sólo le falta una cosa, una camisa Ben Sherman. Woody le ha comprado una, y le da la bienvenida a la banda. Aunque a Cynthia no le hace mucha gracia el nuevo peinado de su hijo, está contenta de que Shaun se haya encontrado unos amigos para pasar el verano mientras ella está fuera, trabajando.
En una fiesta en una casa, Shaun conoce a Smell (Rosamund Hanson), una punk que le lleva a la chocita del jardín para darle su primer beso. Entretanto, Combo irrumpe en la fiesta, y al principio Woody está encantado de verle. Recién salido de la cárcel, tras cumplir una condena de tres años y medio, Combo no tarda en empezar a acosar a la banda más joven. Para gran disgusto de Milky, el único componente negro de la banda, Combo empieza a contar anécdotas cruelmente racistas sobre su estancia en la cárcel.
Al día siguiente, Combo convoca a la banda y les da una charla sobre minorías étnicas robándoles el trabajo y sobre la guerra de las Malvinas. Lol está preocupada, sobre todo cuando ve cómo reacciona Shaun ante lo que cuenta Combo sobre las Malvinas, donde murió su padre. Combo sabe manipular el asunto, y traza una línea, invitando a los que están con él a atravesarla. Asqueado, Woody se va. No quiere que le laven el cerebro. Shaun, sin embargo, decide quedarse y Combo le dice que mirarle a él es como mirarse a sí mismo en el espejo: los dos han perdido a seres importantes en la vida.
Combo lleva a su nueva banda a una reunión del Frente Nacional. De regreso al pueblo, a Shaun le conceden ciertos privilegios, como por ejemplo el ir en el asiento del copiloto, mientras cuatro hombres adultos tienen que apañárselas por detrás. Shaun se gana incluso más la admiración de Combo cuando revela que se ha llevado una bandera inglesa de la reunión. La banda aterroriza al barrio, asustando a los niños hindúes que juegan al fútbol, y pintando graffitis racistas por todas partes, aunque lo de la ortografía no se les da muy bien.
Destrozan la tienda de la esquina en la que no habían dejado entrar a Shaun, roban al dueño y defecan en el suelo antes de irse. Para sellar su afiliación definitiva a la banda, Combo tatúa una cruz en el dedo de Shaun. Con el botín de la tienda aparecen en la fiesta de cumpleaños de Smell, por lo que Woody se va con Lol, con el pretexto de que tiene un documental sobre la reproducción de los moluscos que tiene que ver.
Al día siguiente, por la mañana, Combo se encuentra con Lol mientras ésta se dirige a su trabajo. Por primera vez Combo parece inseguro, dubitativo. Le dice que desde que se fue a la cárcel no ha hecho más que pensar en lo mucho que la quiere, en aquella noche que pasaron juntos. Le da una caja que él mismo hizo cuando estaba en la cárcel, pero Lol le rechaza: la mejor noche de la vida de él ha sido la peor de la vida de ella. Ella se va, indignada, y Combo irrumpe en lágrimas.
Milky está acompañando a su chica a su casa y se encuentra con Combo, que se le acerca para comprar algo de hachis. Todos terminan colocados: Shaun, Smell y los amigos matones de Combo. Al principio Combo y Milky encuentran que tienen mucho en común; Combo habla de los skins originales, los del año 1969 y del amor que comparten para el reggae. Por su parte, Milky habla de la belleza de su vida familiar, e invita a Combo a entrar en ella si quiere.
Sin embargo, mientras Milky habla de su familia unida y feliz, una mirada de puro odio aparece en la cara de Combo. En un arranque de rabia, éste pega a Milky, y después a sus amigos. Shaun se queda fuera, llorando histéricamente. Cuando regresa a casa, Shaun se pone a contemplar viejas fotos de su padre con su madre. Después, coge la bandera tan querida y la arroja al mar…
This Is England está ambientada en la Inglaterra de principios de los ochenta; el mundo de Duran Duran, del aeróbic, de Los Cazafantasmas, de Margaret Thatcher, de la crisis de las Malvinas, de disturbios raciales, y de cabezas rapadas. A partir de muchas experiencias de la época en la que le tocó crecer, Shane Meadows crea un retrato de un momento de nuestra historia cultural al que a menudo no se presta la debida atención. Con el mundo de los skins como telón de fondo, dentro de un anodino pueblo costero asistimos, a través de los ojos de un niño de doce años al paso a la madurez, personal y cultural.
La idea para This Is England le vino a Shane mientras trabajaba en su película anterior, Dead Man’s Shoes, una historia sobre el precio de ser víctima, sobre el abuso del poder y sobre la venganza, en la Inglaterra rural. Con aquel proyecto, el director se puso a reflexionar sobre la naturaleza del acoso y de la violencia física. Hubo, concretamente, un incidente en su propia vida, cuando él tenía 12 años y se había hecho skinhead, que le ha servido como referente. él mismo explica: “Yo pensaba que lo más emocionante en la vida era ese tipo de masculinidad dura en los hombres.
Yo quería ser como Jimmy Boyle, o John McVicar, o Kray. De la misma manera en que los niños de ahora quieren ser Beckham, yo adoraba a Jimmy Boyle. Yo quería ver a hombres peleando, y recuerdo que una vez casi provoqué un acto de violencia, y eso se convirtió en algo con lo que me empezó a resultar difícil vivir.” Irónicamente, fue esta experiencia, junto con el ejemplo de una figura como Jimmy Boyle, un criminal que luego se convirtió en un artista, lo que, a la larga, terminó siendo muy positivo para Shane. Sobre su infancia en Uttoxeter en los años ochenta, que en aquella época era un pequeño pueblo de los Midlands de unos diez mil habitantes con una alta tasa de paro, y donde proliferaban deshauciados rurales del thatcherismo, el director dice: “Si uno es de un pueblo como Uttoxeter, nadie espera que vaya a abandonar un lugar así para intentar ser cineasta. De cierta manera, mi reacción a aquel acto de violencia fue el primer paso para salir de esa forma de vida.”
Para Shane, hacer This Is England se convirtió en una manera de exorcizar los demonios de aquella noche de violencia. El impacto de esas primeras experiencias se nota en el conjunto de su obra. De hecho, todas sus películas tratan el tema de la masculinidad, desde el club de boxeo de TwentyFourSeven, hasta la amistad comprometida de la infancia de A Room For Romeo Brass, o el tema de las estructuras del poder masculino y de la venganza en Dead Man’s Shoes, sin hablar de las tribus adolescentes y las figuras paternas de This Is England. “En términos fílmicos, es casi como la serie de La guerra de las galaxias,” bromea. “Ahora estoy con la pre-cuela de mi serie. This Is England se hizo antes de todas mis otras películas. Las otras están basadas en una época determinada, a partir de los quince años, cuando, aunque yo aborrecía la violencia, era un pequeño embustero. Creo que con This Is England he mirado hacia atrás, y ha encontrado la raíz, el porqué he empezado a hacer películas.”
La cultura skin
Según Gavin Watson, el fotógrafo por excelencia de la movida skin de los años 80, que la vivió y la fotografió como nadie, los skins eran “otro culto juvenil más”. Nada de lecciones sociológicas, por favor. Hoy, el racismo, el nazismo, la violencia callejera y todas las otras formas de conducta antisocial asociadas con los skins se han convertido en juicios precipitadamente hechos sin conocimiento suficiente. No ha sido siempre así. Los skins originales provienen de finales de los 60. Empezó con los Mods, que fueron recibidos en el mundo de los clubs de reggae de Londres, como por ejemplo Ruby’s, de la calle Carnaby. Allí descubrieron no sólo la música ska, sino también los componentes estilísticos clave que definían el look skin original.
La cultura skin fue adoptada por los hijos de las clases obreras, tanto blancos como negros, que trabajaban en los astilleros y en las fábricas, que encontraron vínculos comunes en su amor por el reggae y que pudieron así forjar una forma de identidad británica muy especial, con tirantes, trajes, botas, y a veces sombreros Cromby posados sobre cabezas rapadas, al estilo militar. Paz y amor no era el lema de éstos. La vida era una larga sucesión de golpes duros, y este aspecto de duro peleón era la manera elegida para exponer aquellas verdades.
La segunda ola de skins, de principios de los ochenta, era, de cierta manera, parecida: chicos procedentes de zonas de viviendas protegidas, buscando su lugar en el mundo al reconocer su diferencia, como les pasa a los adolescentes de cualquier lugar del mundo. Sólo que ahora se juraba fidelidad y pertenencia a bandas que reconocían la herencia del ska, grupos como Mandes, y The Specials. Al mismo tiempo, surgió un nuevo género, el Oi!Music, un ritmo rompedor, machacón y cargante, que incitaba al ajetreo. Vestidos con botas Dr. Martin, y con sus cabezas rapadas al estilo militar, estos chavales hacían un corte de mangas a cualquiera que les mirase mal. Eran jóvenes procedentes de zonas con altas tasas de paro, que buscaban algo de solidaridad más allá de la cultura egocéntrica del thatcherismo. Fueron abandonados por la sociedad, y eso, por supuesto, les hizo particularmente susceptibles a lo que pudiera ofrecerles el Frente Nacional.
Como skin de la segunda ola, que siempre había sido consciente del legado de los 60, Shane consideraba necesario crear una imagen justa y equilibrada de aquel mundo como lo había vivido él. “Los skins, que, por su agresión y aspecto exterior, parecen soldados – casi -, eran candidatos idóneos para convertirse en lugartenientes del Frente Nacional. No ves la contradicción de estar escuchando música negra al mismo tiempo que te estás alistando en el Frente Nacional. El cuadro que se me pintaba era el de aquella visión churchilliana de familias asiáticas entrando a remo y en masa en los blancos acantilados de Dover, donde, en las playas, habría skins luchando por impedir su entrada en nuestro país. Cuando uno tiene doce años, ésa es una imagen bastante romántica, del tipo “eso es lo que ha hecho mi abuelo”.
“Cuando uno tiene doce años, y ves que nadie en tu pueblo puede conseguir un trabajo, y alguien te dice ‘la culpa es de esa gente’, es fácil creerlo,” dice Shane, hablando del racismo que él encontró entre los skins. “Eso me lo creí durante unas tres semanas, más o menos, y hay mucha gente que sigue creyendo eso cuando llega a adulto, y eso da miedo.” Para captar las contradicciones inmanentes de la cultura skin, Shane presenta un variopinto surtido de personajes creíbles, cuya conducta a menudo resulta tan amenazante e inquietante como burlesca.
Por ejemplo, Combo, el líder racista de la pandilla tiene matrículas de coche con la letra “L”; o como, por ejemplo, cuando intentan escribir “JóDETE” en graffiti sobre las paredes y dejan en evidencia sus lagunas ortográficas. Son perdedores, pero Shane nunca deja que el espectador olvide que hay alguna razón por ese tipo de conducta.

