De momento no hay acuerdo. Los guionistas exigen a los productores un aumento en los porcentajes del beneficio de las ventas de DVD’s y distribución de las series y películas. El conflicto, que ha llevado incluso a la intermediación de los directores, no parece que vaya a resolverse a corto plazo.
La huelga, que ya dura más de tres meses, ha provocado una peligrosa escasez de películas y las productoras, que no están dispuestas a ceder, ya están buscando opciones alternativas. Paradójicamente, uno de los grandes beneficiados en estas aguas revueltas ha sido el Festival Sundance, fundado por el actor Robert Redford y organizado por “Sundance Institute”, cuyas películas han acaparado la atención de las productoras de Hollywood como alternativa a la escasez.
Ante esta oscura perspectiva, no es de extrañar que Vanity Fair haya decidido no avalar un evento que no reúne en esta ocasión las garantías necesarias para que se celebre con éxito, aunque en su comunicado se refiera a la solidaridad con los guionistas. La soirèe de Vanity Fair junto a la Cena del Gobernador, son los dos eventos por excelencia que culminan una noche de premios y glamour en una ciudad predestinada a hacer realidad los sueños de muchos, que esto días demuestra tener otra cara mucho más amarga. Actores, actrices, modelos y celebrities de todo pelaje se reúnen primero en la Cena del Gobernador y posteriormente en la fiesta de Vanity Fair luciendo sus mejores galas ante miles de fotógrafos procedentes de todo el mundo. Porque si la entrega de los Oscars no llegara a celebrarse y el gobernador decide seguir el ejemplo de la publicación de CondeNast se sumaría una nueva víctima al desaguisado: la Alta Costura.
Las stars, premiadas o no, hacen durante la noche de los Oscars un mínimo de dos e incluso tres cambios de “look” con modelos diseñados en exclusiva para ellas por las grandes firmas de Alta Costura internacionales; una oportunidad única para estos diseñadores de mostrar su obras de arte en cuerpos esculturales de celebrities admiradas por medio mundo que, salvo en raras excepciones, jamás veríamos en una pasarela de moda. Las alfombras rojas del teatro Kodak y del restaurante Morton, donde tiene lugar la fiesta Vanity, se convierten en las pasarelas de excepción para las firmas de Alta Costura que compiten en estilo y glamour para hacerse con el mayor número de portadas posible. Un privilegio al alcance solo de unos pocos elegidos. Ni que decir tiene que la suspensión de la entrega de los Oscars provocaría un caos sin precedentes en la historia del cine, pero aún cuando se llegue a firmar una tregua en pro del prestigio de este certamen, todos saben que esta edición está tocada por la fatalidad en lo que a lucimiento respecta.
Gema Castellano