Porque si analizamos el panorama mundial, en cuanto a ‘lo fashion’ se refiere, para las jóvenes promesas dar el salto no es fácil y además está condicionado a variantes y golpes de fortuna que poco tienen que ver, en algunas de las ocasiones, con el talento, teniendo en cuenta que tanto la Alta Costura como el Prêt à Porter es un arte. Para lo demás, ya tenemos la moda urbana. La Pasarela 080 -que nació como un sustituto de urgencia ante la desaparición del Gaudí Fashion Week– se ha decantado por los diseñadores emergentes y eso, que algunos interpretan como un descenso de categoría, no es una mala cosa. Es más. Podría ser la oportunidad de conseguir un lugar de excepción en las agendas de los que de verdad tienen el poder de credibilizar un proyecto y de internacionalizar un evento.

No nos llevemos a engaño. Ni el Gaudí Fashion Week estuvo nunca incluido en el calendario oficial de los certámenes de moda internacionales, ni la Madrid Fashion Week lo está. El por qué no se consiguió en Barcelona ya no importa y el por qué no se logra en Madrid es otra guerra. De lo que ahora hablamos es de un modelo de pasarela único en el mundo, que podría ser se quedara sólo en la gestación porque, aunque los políticos afirmen que hay un Plan para la moda en Cataluña, nadie sabe con claridad qué posicionamiento debe tener este evento. Es decir… verdaderamente, no hay un Plan bien interiorizado, aunque la autoridad competente, el conseller de Innovación, Universidades y Empresa, Josep Huguet, haya comentado a este medio que, efectivamente es consciente de que, “no existe nada parecido en el entorno internacional”.
La oportunidad está servida en bandeja de plata y sólo falta que se trabaje duro y con continuidad para conseguir ese ansiado posicionamiento como objetivo principal, presuponiendo que tenemos la infraestructura adecuada para poder ofrecer la mejor opción de moda emergente. Sería prioritario conseguir que los poderes internacionales que deciden en la moda lleguen a considerar a la Pasarela 080 como el canal de prestigio y calidad fundamental para poder visualizar la moda que viene y analizar el estado del talento emergente internacional. Si Barcelona consigue este posicionamiento, tendrá el poder de la anticipación y las claves para una industria que, cada vez más, necesita manejar datos lo más exactos posible para preparar estrategias comerciales competitivas.

El posicionamiento internacional es fundamental, pero no es una buena idea intentar conseguirlo a base de invertir millones de euros en abrir sucursales, show-rooms o espacios varios que no sirven nada más que para albergar a los que van de aquí a allí, menuda paradoja. A la internacionalización se llega consiguiendo que los que deciden vengan aquí y tengan la fecha de celebración de nuestro certamen agendado y subrayado en rojo. No hay fórmulas milagrosas, pero sin un plan definido -y ahora no existe- esta idea jamás será posible en Barcelona, o peor; este concepto al que se ha llegado casi siguiendo un cúmulo de casualidades, será reproducido con éxito en cualquier otro punto del planeta.
La valoración de la organización al término de la tercera edición de la Pasarela 080 según las cifras hechas públicas -más de 6.000 asistentes entre profesionales de la moda, público y prensa- es muy positiva, pero eso no es lo más importante a analizar. Lo cierto es que una tercera edición ya ofrece la perspectiva para poder hacer una auditoria con conclusiones creíbles y el resultado no es demasiado halagüeño. El certamen no ha conseguido despertar el interés ni siquiera de los más predispuestos. Sin embargo, hay nivel en la representación de talentos sobretodo internacionales, que han respondido a la llamada del 080 sin los prejuicios que desde aquí parece que no la dejan desarrollarse. Necesitamos otras perspectivas, otros puntos de vista y otras opiniones que nos aclaren el camino, porque queremos que la Pasarela 080 sea de verdad una realidad internacionalizada y para esto hace falta un verdadero Plan.
Gema Castellano
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