Como ejemplo baste citar la dimisión de Ramón Calderón, anteayer Don Ramón. Decía Melanie Klein que, desde la más tierna infancia, dos son las emociones relevantes para nuestras posteriores respuestas a los estímulos sociales y que persistirán a lo largo de la vida: la culpa y la ansiedad. Esta última llevada, en la mayoría de ocasiones, a sus máximas consecuencias y transformada en frustración, resentimiento e ira. Además habría un tipo, entre otros, en el que predominaría, según Klein, la posición persecutoria; es decir, el tipo persecutorio proyecta su culpa y su ansiedad al mundo exterior. Para no liar más las cosas, la culpa siempre es de los demás, nunca de uno.
Viene al caso la reacción de Ramón Calderón, hoy ya ex presidente del Real Madrid, quien no ha parado de echar balones fuera (jamás vino mejor el símil futbolero) para dejar claro que él nunca ha tenido nada que ver en los “tejemanejes” de los entresijos del club; reservándose el derecho a decir un “no” rotundo a todas las aseveraciones negativas que se han vertido sobre su gestión social , económica y deportiva del Club; a pesar de las evidencias presentadas por los medios de comunicación y que, supongo, alguna culpa tendrá de los resultados negativos en todos los aspectos.
Desde la famosa negación de Pedro, pocas veces se ha visto negar tanto en tan poco tiempo. Los doscientos veintiocho millones de seguidores del Real Madrid en el Mundo no se merecen este trato. En asesoramiento político procuramos informar a nuestro cliente que es mejor decir la verdad cuando te han pillado; se consigue más credibilidad y, en ocasiones, se engrandece la propia figura y en muchas más ocasiones al infractor se le perdona públicamente: “que no nos pongan donde haya”, reza el dicho popular.
Calderón dio muestras en su dimisión de muchas cosas y todas ellas negativas. Siempre dijo “no” a las evidencias. ¿Si “no” es verdad todo lo que se dice que ha hecho por qué dimite?, ¿Alguien se cree que haya perdido mucho dinero y “no” haya metido la mano en la caja?. En fin, podría continuar hasta el infinito pero la lección más importante para todos es que si se cometen errores lo mejor es reconocerlo. Verdaderamente es de cobardes dimitir sin hacer frente con compromiso, con valentía y con honor a los hechos, sin refutar con argumentos las denuncias públicas; algo que era evidentemente imposible.
Si Calderón contó con algún asesor en los días previos, flaco favor le hizo. Jamás se miente cuando a uno le pillan de forma tan flagrante, pero de personalidades paranoides y narcisistas está el mundo lleno; y en el poder más. Así que, el dandi de provincias, de Palencia para entendernos, vino inmaculado y se ha ido con una mancha que tardará mucho en quitar, quizás toda la vida. Llegó de Don y se va de din.
Francisco Roldán
Pte. de la Asociación Española de Consultores Políticos