“RESISTENCIA”, basada en hechos reales, es una épica historia de familia, honor, venganza y salvación en la 2ª Guerra Mundial. Corre el año 1941 y los judíos de Europa Oriental están siendo masacrados a millares. Tres hermanos logran escapar de una muerte segura y se refugian en los densos bosques de alrededor de su casa, que conocen desde su infancia. Allí inician su desesperada lucha contra los nazis. Daniel Craig, Liev Schreiber y Jamie Bell interpretan a esos hermanos que convierten la lucha por la supervivencia en algo mucho más importante, una forma de vengar las muertes de sus seres queridos al salvar a miles de personas.
Al principio es cuanto pueden hacer para sobrevivir pero, poco a poco, a medida que se extienden los rumores sobre su coraje, empiezan a atraer a otros, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, dispuestos a arriesgarlo todo por un instante siquiera de libertad.
Tuvia (Craig) se convierte en el líder a su pesar, pero sus decisiones son cuestionadas por su hermano, Zus (Schreiber), al que le preocupa que los idealistas planes de Tuvia acaben por condenarlos a todos. Asael (Bell) el hermano más joven, está atrapado entre la intensa rivalidad de sus hermanos. Ante la llegada del crudo invierno, se esfuerzan por crear una comunidad, y por mantener viva la fe cuando el mundo parece haber perdido toda su humanidad.
Dirigida por Edward Zwick (“Diamante de sangre”, “El último samurai”) y protagonizada por Daniel Craig, Liev Schreiber, Jamie Bell y Alexa Davalos, “RESISTENCIA” ha sido nominada por The National Board of Review (NBR) como una de las 10 mejores películas estrenadas durante el año 2008.
Rodada en Lituania con un entregado equipo técnico y artístico encabezado por Daniel Craig y Liev Schreiber, los responsables del filme buscaron recrear minuciosamente una historia que no es solo excepcional por sí misma, sino que también arroja nueva luz sobre un importante hecho histórico acaecido durante la 2ª Guerra Mundial. Al igual que Zwick nos descubrió anteriormente un capítulo oculto de la Guerra de Secesión norteamericana y su regimiento afroamericano en su película ganadora del Oscar “TIEMPOS DE GLORIA”, ahora explora una conmovedora realidad que ha quedado básicamente ignorada en el cine: la valerosa resistencia de aquellos que se negaron a morir sin luchar.
La historia de los hermanos Bielski y de la comunidad que crearon en los oscuros y glaciales bosques de la Europa Oriental ocupada por los nazis, sigue siendo a día de hoy una de las historias más apasionantes que ha habido y, sin embargo, pocos la conocen. La historia salió inicialmente a la luz, si bien por poco tiempo, cuando, en 1944, en las postrimerías de la Guerra, gentiles del lugar presenciaron un hecho increíble, casi surrealista: más de 1.200 judíos surgieron de repente de las profundidades del bosque. Al principio, los lugareños pensaron que se trataban de fantasmas. Cómo, se preguntaban, podían haber sobrevivido estos pocos cuando tantos otros habían acabado en los campos de exterminio.

Entre cuchicheos y rumores, empezaron a conocerse distintos aspectos de la historia. En una época de creciente antisemitismo, los Bielski se habían criado en la granja familiar de Stankevich, en lo que hoy se conoce como Bielorrusia, pero entonces estaba en poder de los soviéticos. Físicamente imponentes y carismáticos, los hermanos eran conocidos como luchadores, rebeldes con fobia a la autoridad. Cuando se produjo la invasión nazi en junio de 1941, arrollando la región con un masivo ataque terrestre y aéreo, los tres hermanos fueron pronto identificados como probables alborotadores y se convirtieron en objetivo de las SS, así como de la policía local.
Tras ello, se sucedieron rápidamente una serie de devastadoras tragedias, los padres de los hermanos Bielski y muchos de sus seres queridos (incluidas la mujer e hija pequeña de Tuvia) fueron asesinados en una ejecución en masa de 4.000 judíos en el gueto de Novogrudok. Para salvar sus propias vidas, los hermanos escaparon a los bosques locales, una vasta y tupida zona que conocían desde su infancia.
Allí, al poder ocultarse de sus perseguidores, formaron un improvisado grupo de partisanos, decididos a luchar contra la ocupación nazi y sus colaboradores. Pero, lo que empezó como una lucha por la supervivencia y una búsqueda de venganza, se convirtió pronto en algo que transcendió ambas cuestiones: un compromiso por salvar a todos los judíos posibles, jóvenes y viejos, ricos o pobres. Dirigidos por Tuvia, su misión tuvo un éxito que ninguno podría haber imaginado.
Con el tiempo, los Bielski se atrevieron incluso a aventurarse de nuevo en los guetos, para ofrecer una oportunidad de escapar a aquellos judíos que se enfrentaban sin remedio a la deportación y la muerte en campos de concentración.
Tras meses de implacable persecución, obligados a menudo a trasladarse sobre la marcha en una interminable búsqueda de refugio seguro, acabaron por crear una improvisada aldea en el bosque de Naliboki, viviendo en refugios subterráneos (llamados zemlyankas), donde llegarían a construir un improvisado hospital, un molino, un taller, una panadería, unos baños públicos y hasta teatro y sinagoga. Entre el horror que se cernía a su alrededor, este campamento secreto creció y se llenó tanto de vida que lo bautizaron “la Jerusalén de los bosques”.
A medida que se corría la voz sobre lo que allí ocurría, aumentaron considerablemente en número, hasta incluir a refugiados de todas las profesiones y estratos sociales, desde Doctores y Abogados, a Granjeros y Carpinteros, con mujeres trabajando y luchando junto a los hombres. Pese a sufrir innumerables penurias, desde desnutrición, enfermedades contagiosas, luchas con patrullas enemigas y discordias internas, lucharon por mantener un asomo de normalidad en su vida, que les permitiera conservar su esperanza y, lo que es más importante, su humanidad. Los niños acudían a clase, las parejas se enamoraban y casaban.Todos, jóvenes y viejos, contribuían en lo que podían. Y así nació una comunidad.
Mientras, los nazis ofrecían sustanciosas recompensas por las cabezas de los hermanos, con la esperanza de atajar de raíz lo que no tardaría en convertirse en una historia inspiradora que se extendía entre aquellos que necesitaban desesperadamente un mínimo de esperanza. Aún así, la comunidad creció y prosperó. Sus luchadores eran fundamentales para su supervivencia, una improvisada banda que protegía la comunidad a toda costa, saqueaba aldeas enemigas para conseguir comida, suministros y armas, sin las cuales sin duda perecerían.
Aunque sus métodos pudieran resultar un tanto extremos y letales, también eran efectivos. El grupo de los Bielski, conocido entre los demás partisanos que se ocultaban en el bosque Naliboki como la “otriad Bielski”, se convirtió en el mayor grupo de partisanos judíos de toda la guerra, que logró más bajas alemanas y más vidas judías salvadas que ningún otro (se estima que más de 20.000 judíos participaron en unidades de partisanos por toda Europa Oriental y, aunque hubo otros que sobrevivieron en los bosques, como las otriads Zhukov y Zorin, se trataba de grupos mucho más pequeños).
No obstante, cuando la guerra terminó, la historia de los Bielski quedó prácticamente relegada al olvido. Tuvia y Zus se trasladaron primero a Israel y luego a Nueva York, donde llevaron vidas tranquilas como americanos corrientes y trabajando como taxistas y camioneros. Siempre se mostraron reticentes a hablar del pasado, incluso con sus hijos, pero otros supervivientes comenzaron a hablar de cómo los habían salvado.
Sulia Rubin, eternamente agradecida por haber formado parte de su comunidad en el bosque, declaró al periódico The New York Times en el año 2000: “No habría sobrevivido sin los Bielski. ¿Eran perfectos? No, todos cometemos errores. Pero son míos, son mi familia y los quiero”. Tras la muerte de Tuvia en 1987, fue cuando los investigadores empezaron a revisar de nuevo la historia, y sus actos empezaron a conocerse mejor.
Como curiosidad, al rodar casi enteramente en exteriores, la producción tuvo que afrontar toda una serie de dificultades, desde la lluvia helada del Báltico, al frío, la humedad y la nieve de las tierras bajas de Lituania. Pero ni el equipo técnico ni el artístico se quejaron apenas. En vez de eso, todos comentaban la extraordinaria resistencia de los personajes de la historia real, y cómo un simple asomo de lo que ellos debieron pasar para sobrevivir servía para mantenerlos motivados.