Y es que Barcelona -la reina del diseño, del estilo europeísta y del cosmopolitismo- se ha doblegado ante la ferocidad de una coyuntura económica negativa y amenazante que, aún siendo real, debería haber sido abordada con mayor valentía por todos esos que, en épocas de bonanza, han obtenido pingües beneficios avalados por una ciudad dinámica y activa a todos los niveles. Bien es verdad que la crisis requiere comedimiento, pero también compromiso. Porque guardar los beneficios de manera egoísta a la espera de nuevas épocas especulativa no es ni justo, ni solidario, ni honesto.
Así pues y como ocurre demasiadas veces, han venido de fuera a sacarnos los colores; y ¡vaya! si lo han hecho. Mientras los invitados más agoreros miraban por el rabillo del ojo el resplandor de un “lujo” que como sector productivo genera cientos de miles de puestos de trabajo en el mundo, imaginando a buen recaudo sus excesivos ahorros, Trussardi desplegaba todo su encanto en forma de derroche para demostrar que las épocas de crisis están hechas para aprovechar las oportunidades de negocio; pero también, para estimular la inversión y poner el dinero a circular. Es decir, para arrimar el hombro.
Trussardi, la firma italiana que comenzó fabricando guantes de alta calidad en Bergamo en el año 1911, ha tardado cuatro generaciones en encontrar al tandem perfecto. Beatrice Trussardi, actual presidenta y consejera delegada de la empresa, y Milan Vukmirovic, director creativo y diseñador de Trussardi, han elevado con su trabajo conjunto el espíritu de la firma a lo máximo: la creación de un universo único caracterizado por un estilo de vida refinado y excepcional. Jamás este concepto había sido tomado tan en serio por una empresa excelente que inició su diversificación en los años ’80, y es lo que ahora vende. Un ‘life style’ genuino.
La marca, que nunca ha abandonado su carácter de negocio familiar, ha iniciado de la mano del talento de Beatrice y Vukmirovic -quien cuenta con el ‘expertising’ que imprime el haber trabajado en firmas como Gucci, Collette -de la que fue uno de los fundadores- o Jil Sander, una ambiciosa expansión internacional centrada en el concepto de mostrar al consumidor el estilo de vida Trussardi; de seducirlo y fascinarlo con su aire refinado que no sólo se muestra con la moda, sino también con los accesorios, velas, adornos, objetos de decoración… e incluso bicicletas. Un concepto que no puede desarrollarse desde las pasarelas o las campañas publicitarias y que requiere de espacio y astucia.
Y así es. Tru Trussardi, la línea más joven y urbana de Trussardi, es una muestra genuina de la proyección de la firma hacia las tendencias más sofisticadas del s.XXI. Sus colecciones para otoño-invierno 2009-2010 y verano 2010 presentadas en Milán y diseñadas por Milan Vukmirovic sorprenden, seducen y fascinan por su extraordinario diseño, su creatividad y su calidad. Barcelona, sin duda, es una ciudad excepcional para recibirlas. La soirèe de presentación de la firma en la ciudad fue sorprendente, pese a la depresión que parece haberse adueñado de las grandes celebraciones, En cualquier caso, nadie pudo evadirse a la curiosidad que la italiana despertó.
Entre los cientos de invitados pudimos ver a la pintora Lluisa Sallent, sin temor a equivocarnos, una de las mujeres más interesantes y elegantes de España. Su relación con Juan Antonio Samaranch, ex presidente del COI, ha sacado del anonimato a este excepcional personaje cuya imagen bien merece mil portadas, aunque vale mucho más por lo que dice y lo que hace, arte. Pura discreción, sin embargo. Lo que nos perdemos.
La ex Miss y actual actriz, Lorena Bernal, amadrinó el evento luciendo algunos modelos de la tienda y los Ailanto alabaron la calidad y creatividad de la firma italiana. Ellos saben, por eso son unos de los diseñadores españoles más mimados.
También estuvieron el doctor Vila-Rovira y la doctora Folch; el estilista Alberto Cerdán, el director del hotel Cal Batlle, Antonio Calafell o el inversor ruso afincado ahora en Cataluña, Sergio Gorunov, entre una amplia y polifacética convocatoria.
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