Es el ‘must’ de moda perfecto y el contraste ideal para los altísimos ‘stilettos’ que tampoco deben faltar en el vestidor de una ‘fashionista’. ‘Celebrities’ como Claudia Schiffer, Kate Moss o Kylie Minogue han construido, con estas bailarinas fabricadas artesanalmente en la isla de Menorca, el “look” de día más universal, cómodo, libre e imitado; pero además de su éxito en ventas, el de Pretty Ballerinas, la línea divertida y desenfadada de la firma de calzado española Mascaró, es uno de los modelos de negocio familiar más valorados del momento por su excelencia.
David Bell es, sin duda, el ideólogo de este fenómeno de tendencia que ha convertido a un clásico del calzado femenino en objeto del deseo para las más trasgresoras. Su secreto es la calidad, la diversidad en los modelos y un diseño espectacular cuya creatividad parece no tener fin. Y es que para Bell no existen los límites a la hora de aplicar los materiales más sofisticados, ricos y exclusivos en los diseños más vanguardistas con el objetivo de dignificar un formato de calzado tradicional, que se torna exclusivo tras un intensivo proceso que afecta incluso a su interior; siempre decorado en un elegante rosa palo con logotipo dorado.
Llevar unas PrettyBallerinas es mucho más que lucir unas bailarinas. Supone una demostración de estilo y buen gusto incluso en los más pequeños detalles y en los momentos en los que se requiere menos protocolo en cuestión de imagen. Existen unas PrettyBallerinas para cada ocasión, no en vano la firma pone en el mercado más de doscientos modelos creados en diferentes hormas cada temporada, y son tan adictivas que han conseguido que la mismísima Princesa Letizia se desmonte de sus habituales plataformas en público.
El increíble éxito de ventas que la firma obtuvo por Internet la llevó a la planificación de una ambiciosa estrategia de expansión que se está llevando a cabo con tacto, moderación e inteligencia. La firma Mascaró, como vulgarmente podríamos afirmar, no se está volviendo loca por la extraordinaria acogida de su producto más puntero, y aprovecha las posibilidades de las PrettyBallerinas hasta el final.
Así, lejos de pretender invertir en amplísimos espacios e interioristas de postín, David Bell prefiere hacerlo en el posicionamiento de la marca en los lugares más estratégicos de las ciudades y en espacios singulares y atractivos donde el propio producto actúa también como elemento decorativo. En la nueva tienda que PrettyBallerinas ha inaugurado en Barcelona -un espacio en forma triangular de lo más “cool”, donde a duras penas pueden desenvolverse una decena de personas- las cajas y bolsas rosa palo, emblema de la marca, son la única decoración, junto a los tres elementos identificativos de las tiendas: una lámpara de lágrimas de cristal, un espejo Louis XV en pan de oro y un fauteuil redondo de leopardo.
Las bailarinas -un icono de calzado sesentero que nos recuerda al glamour de personajes inmortales como Audrey Hepburn- se han convertido de manera inesperada en el mascarón de proa de la internacionalización de la empresa de calzado menorquina Mascaró; y todo gracias al ingenio en diseño de úrsula Mascaró -tercera generación- y de la agudeza para los negocios de su marido, el británico David Bell.
Gema Castellano
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