A la vista de incluso los menos “duchos” en cultura de moda queda la constancia de que esta pasarela, que maneja un nada despreciable presupuesto de un millón de euros, no sólo no ha encontrado su posición, como decía anteriormente, sino que ni siquiera ha conseguido “fomentar el talento y la innovación del diseño independiente” -objetivo del Conseller de innovación de la Generalitat de Cataluña, Josep Huguet– entre otras cosas, imagino, porque deberían ser, y son, las escuelas de diseño y la propia motivación personal a la hora de crear una empresa privada, las encargadas de ese fin.
Tampoco Barcelona y Cataluña van a convertirse, como pretende Huguet, en “referente del diseño independiente y de vanguardia” mediante la 080, a no ser que se encuentren, por fin, esas fórmulas que definan un modelo coherente y serio, de trayectoria internacional y con poder de seducción fuera de nuestras fronteras.
La primera pasarela 080 de la crisis más brutal sufrida por la sociedad desde la del ’29, ha tenido una puesta en escena atropellada, improvisada, caótica, carente de credibilidad e incluso, me atrevería a afirmar, “hiriente”. Y uso este término tan emocional porque jamás deberían utilizarse -nunca, insisto, pero en momentos económicos tan delicados como estos, menos- ni un presupuesto como éste ni un proyecto semejante, como arma “electoralpopulista” y justificativa para salir del paso ante un descontento sectorial que se inició cuando se abolió la Pasarela Gaudí y se incrementó con la desaparición del Bread and Butter. La 080 no se la cree nadie.
Ni siquiera los propios diseñadores, quienes -algunos- se han permitido la peligrosa libertad de presentar prendas y tendencias repetidas en otras pasarelas e incluso, con ello, ganan el primer premio.
Es el caso de la firma “Jan Iú Més”, que ha puesto sobre la 080 para 2010-2011 unas prendas de punto -excepcionales- que ya presentó en la Pasarela Cibeles edición Otoño-Invierno 2009-2010.
La firma no se ha molestado tampoco en evolucionar la tendencia. Un insulto, según mi criterio, a un jurado internacional que seguramente no estaba informado de este detalle y al público de una pasarela que se nos vende como ‘innovadora y de prestigio’. Así están las cosas.
Sin confianza en sí misma y coincidiendo con la Pasarela de Alta Costura de París -donde estaban apostados la mayoría de los profesionales informadores de la moda- la organización de la 080 Barcelona Fashion asegura haber acreditado a más de 550 periodistas de más de 200 medios. Sin duda, y sin su permiso, ha cargado sobre la marabunta de bloggers -que se mostraban encantadísimos al día siguiente de comentar en sus respectivos blogs las experiencias e impresiones personales en una pasarela- una responsabilidad que ni les corresponde ni desean: la de verse obligados a emitir una crítica o crearse un juicio sobre las colecciones o el propio modelo de pasarela, su eficacia y oportunidad -entre otros parámetros- con la objetividad, rigor y batería de argumentos que se exigen a un periodista.
El resultado ha sido el caos informativo absoluto, aunque las instituciones parezcan desear despachar esta edición corriendo un tupido y rápido velo sobre una extensa cortina de humo. Dar carpetazo al asunto con un capazo de abrumadoras cifras insostenibles. Nadie sabe qué ocurrirá en un futuro próximo o si se seguirá justificando la inversión del famoso millón y medio de euros en las mismas condiciones de retorno casi nulo. El modelo de Pasarela ya casi no se sostiene y los tiempos no están para dispendios de compromiso. Pero Barcelona sigue necesitando una opción de moda seria, internacional y coherente con la industria. A ver quién le pone el cascabel al gato.
Gema Castellano
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