Así lo dicen los datos referenciales de Cushman & Wakefield (C&W), la prestigiosa consultora inmobiliaria internacional, que confirma -con datos contrastados- el repunte de los mercados globales comerciales en 2011 a pesar de la imposible recuperación económica. Un ejemplo de exito está en la Quinta Avenida de New York, donde los alquileres crecieron más de un 20%, e incluso en Barcelona, dónde el Portal del Angel se posiciona en un discreto decimotercer lugar manteniendo su renta en 3.120€/m²/año; pero ni rastro del Paseo de Gracia entre los puestos con cierta honra.
5th Avenue en New York, Causeway Bay en Hong Kong, Ginza en Tokyo, Pitt Street Mall en Sydney, Avenue des Champs Elysées en París, New Bond Street en Londres, Via Montenapoleone en Milán, Bahnhofstrasse en Zurich, Myeongdong en Seúl y Kaufingerstrasse en Munich son las diez mejores calles del mundo; y es bien sabido que las zonas comerciales más caras son las que atraen a un turismo más espléndido.
Así las cosas, se impone un ejercicio de autocrítica para admitir ciertas realidades sobre la que es, quizás, la zona comercial más exqusita e internacional de España; pero sobretodo, se necesita cierto consenso público-privado y un “plan” eficaz, para conseguir que el Paseo de Gracia atraiga a los grandes consumidores internacionales.
Lo cierto es que desde que fuera inaugurado en 1827 convirtiéndose en el lugar preferido por los aristócratas para exhibir sus lujosos coches de caballos además de su porte, el Paseo de Gracia es el emblema de la internacionalización de una ciudad anfitriona nacida para recibir a los invitados más vanguardistas, innovadores y exclusivos. Los arquitectos modernistas Antoni Gaudí, Josep Puig i Cadafalch o Lluís Domènech i Montaner, entre otros, contribuyeron desde principios del s.XX a su prestigio y las grandes firmas del lujo internacional comenzaron a tomar posiciones en el que pronto debería competir, al menos, con París.
A pesar de una gestión siempre insuficiente por parte de las autoridades competentes y de una legislación en materia de comercio polémica, el Paseo de Gracia tiene ‘ángel’; pero ahora sus comerciantes se quejan. Muchas de las grandes firmas internacionales han replegado velas y los establecimientos “históricos” locales prueban opciones que, al menos, estimulen las ventas a ese nivel; el local.
Por segundo año consecutivo, el Paseo de Gracia celebra The Shopping Night -una iniciativa privada encabezada por la empresa de comunicación Amperson Consulting- cuyo objetivo es estimular las ventas de los comercios adheridos al proyecto, en este caso noventa -el doble que en el año anterior- autorizándoles a abrir sus puertas hasta la medianoche y ofreciendo valor añadido a los visitantes como actuaciones, degustaciones gastronómicas y regalos para incitarles al consumo.
A consecuencia de la crisis el volumen de visitantes -unos 20.000- no se ha correspondido con unas ventas a la altura; pero la gran noche prenavideña de las compras ya se va consolidando como un evento fundamental que acompaña al encendido de las luces de Navidad.
Albert Garriga, director de ‘The Shopping Night’, no tira la tolla. Asegura que en esta segunda edición su empresa podrá cubrir gastos, aunque le resultará imposible hacer frente al agujero financiero de 40.000 euros que arrastra desde la edición anterior. Sea como fuere, la iniciativa ha convencido a miles de personas que buscan descuentos, ambiente o una experiencia ‘fashion’ a la altura de otras ciudades europeas y nadie está dispuesto a renunciar a ella.
Luis Sans, comerciante emblemático del Paseo de Gracia, se muestra encantado con una noche que le ha permitido ingresas en esta segunda edición y a pesar de la recesión, 25.000 euros. No es una cifra récord si se tiene en cuenta el nivel de su establecimiento; pero es toda una proeza cuando hablamos de consumo local.
Su tienda, Santa Eulalia, es el mejor espacio exclusivo multimarca de España; y me atrevo a asegurarlo porque así lo ha calificado Carlos Martorell, relaciones públicas internacional y una institución en el ámbito del conocimiento en lo que respecta a todos los establecimientos dedicados al lujo.
Y si la iniciativa privada está dispuesta a invertir en la reactivación local de un enclave comercial con tantas posibilidades como es el Paseo de Gracia, ¿por qué no incentivar su potencialidad de cara al exterior?. Lo que sí está claro es que la inercia no basta y que la arteria comercial de Barcelona por excelencia, necesita ‘mimo’ por encima de oportunismos politicos o perspicacias de zona. ¿O es que algún parisino se cuestiona que la ciudad invierta en ChampsElysées?. Porque por encima de rencillas de barrios está la proyección internacional, una internacionalización de la que, cuando se consigue, se benefician todos.
Gema Castellano