Y es que -a pesar de la recesión económica que afecta básicamente a Estados Unidos y Europa- la industria del lujo no sólo goza de una salud estupenda, sino que se ha subido al caballo ganador en una carrera que pudiera parecer insólita pero que es constatable y está cifrada. Eso sí. El capital se concentra cada vez más en menos bolsillos que a su vez presentan, a medida que pasan los días, un aspecto más abultado; y las grandes fortunas ya no se pasean por la 5th Avenue o Place Vendôme, sino entre la vorágine vital que provoca la emergencia en los Países del Asia Pacífico, del Golfo Pérsico o Rusia. Los ricos de nuevo cuño gustan de ser agasajados mientras admiran los objetos más codiciados en espacios singulares, de ahí que todas las marcas de lujo hayan dado al interiorismo de sus tiendas una importancia supina.
La clave del éxito está en desafiar al sofisticado, multicultural y cosmopolita estilo de vida de los clientes -habituados a los impactos en cuestión de diseño en arquitectura e interiorismo- que a su vez deben sentirse sorprendidos no sólo por los objetos que la firma le ofrece, sino también por la decoración de su entorno. Prada ha confiado esta importantísima responsabilidad a Roberto Baciocchi, con estudio propio y asociados en Arezzo -Italia- quién, con toda seguridad, ha conseguido crear espacios tanto para Prada como para Miu-Miu dignos de los eventos más exclusivos. Pero no sólo ésto. El interiorista italiano -mediate un sofisticado juego en el que muestra los zapatos en cajas de seguridad o los bolsos en cajas fuertes incrustadas en la paredes- muestra los objetos como si de joyas se tratara; elevando así el concepto de deseo de la persona que los admira. Una obra de arte.
Sin duda, nada hacía presagiar hace a penas un año que la demanda del lujo aumentaría un 15% en 2011 o que las marcas líderes del lujo no sólo remontarían, sino que obtendrían beneficios insuperables en plena era recesionista. Prada es una muestra de ello. Siguiendo al pie de la letra la estrategia de expandir su red minorista, acaba de inaugurar un espacio propio en Barcelona -en el Paseo de Gracia- pero no se engañen. Su objetivo no está en Europa. Ha detectado su mercado premium en los países de Asia Pacífico y desde que opera en la bolsa de Hong-Kong ha conseguido reducir considerablemente su deuda neta. En consecuencia, durante el primer semestre de 2011 Prada ha facturado 1.130 millones de euros y sus ganancias han aumentado un 75% respecto al mismo período de 2010, obteniendo unos beneficios de 179,5 millones de euros.
Sin embargo y a pesar de que el lujo debe comercializarse en el segmento que pueda costearlo o, dicho de una manera más adecuada, que la industria del lujo debe buscar sus propios mercados para sobrevivir, las principales capitales europeas son un objetivo básico para las grandes firmas y no sólo por una cuestión de negocio con el turismo de alto nivel, sino también por un asunto imperativo de estilo y elegancia. Barcelona ha recibido a Miu-Miu con los brazos abiertos por cuestión de imagen, pero a cambio da a “la otra pasión de Miuccia Prada” la oportunidad de recibir en su espacio excepcional a una clientela selecta y plural formada por un público local habituado a la moda y un turismo polifacético y consumista al alza que este verano de 2011 ha gastado casi un 60% más en la ciudad que el año anterior. Un intercambio justo que favorece a todos.
Gema Castellano
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