Kerviel: un joven que juega legalmente y pierde 5000 millones de euros…
Decenas de miles de norteamericanos que pierden sus casas, estafados por los bancos y sus subprimes…
Lehman Brothers, un gran banco que quiebra por haber especulado demasiado…
Los hedge funds. “Buitres depredadores”, «tienen beneficios indecentes», “amenazan al planeta financiero con sus especulaciones”, “buitres que sobrevuelan los país pobres”, etc.
Los paraísos fiscales esconden 21 billones custodiados por los bancos privados para que los ricos no paguen impuestos.
Y todavía más: Libor y Euribor… Los bancos se estafan entre sí, al tiempo que roban a sus clientes. Un banco internacional blanquea dinero del cártel mexicano de la droga. Ciertos bancos británicos hacen negocios con Irán, cuando la ONU lo prohíbe…
Y tantas otras estafas al sistema más que aún quedan por salir a la luz…
Esta película habla de las luchas de nuestro portagonista en su mundo, del que depende el nuestro, sus enfrentamientos con otros hombres como él, cegados por una única satisfacción: el dinero. A diferencia de esos hombres, Marc Tourneuil construye su epopeya con lucidez. Esa lucidez es también su satisfacción. Son ellos quienes dirigen la economía de los países, cuando nosotros creíamos que lo hacían los Gobiernos.
Fue seguramente el descubrimiento del poder de los hombres como Marc Tourneuil lo que condujo a la señora Merkel a imaginar un medio para salvar la democracia. Su propuesta es ¡adaptar la democracia al mercado! ¡Gran idea! Se salvarán las apariencias. Pero la democracia, ¡ya veremos!
“El capital es trabajo muerto que solo se reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo vivo, y que vive tanto más cuanto más trabajo vivo chupa».
El capital, vol. I, Karl Marx
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