Se trata de una ocasión especial para todos los implicados en el mundo del caballo. El Ayuntamiento de Barcelona, el Real Club de Polo y hasta el gobierno central, han trabajado a fondo para crear el proyecto Barcelona Equestrian Challenge (BECH), con unas perspectivas a dos años, cuyo objetivo es convertir la Ciudad Condal en la capital del mundo ecuestre; y además, el torneo alberga el Furusiyya FEI Nations Cup -ganada en esta edición por el equipo Francés- y la Furusiyya Rider of the Final -una condecoración con la que los jinetes más prestigiosos sueñan, porque encarna los valores de armonía, asociación entre jinete y caballo, equilibrio y habilidad- obtenida por Jeroen Dubbeldamm.
Las instalaciones del Real Club de Polo de Barcelona, que se fundó en 1897, acogen pruebas deportivas de todo tipo relacionadas con los caballos a lo largo del año, pero ninguna es tan esperada por los abonados como el CSIO, el Concurso Internacional de Saltos Oficial, que este año cumple su 102 edición. Aquí no falta nadie.
Los socios más ilustres -esos que tienen mesa reservada para alguna de las diez pruebas que se celebran, en la tribuna- tienen la oportunidad de codearse con Athina Onassis y su marido Dodi -dispuesto siempre a promocionar su cuadra-, Marta Ortega, la heredera del imperio Zara -que en esta ocasión ha preferido asistir como espectadora debido a su reciente maternidad-, los príncipes de Arabia Saudita, Faisal Al Shalan y Abdullah Bin Miteb Al Saud o la Princesa Haya de Jordania -que además es presidenta de la Federación Ecuestre Internacional (FEI)- entre otras fortunas internacionales, cuyos miembros han convertido su elitista hobby en una profesión que les prestigia y en la que intentan destacar por habilidades personales y su capacidad para conseguir los mejores corceles de las yeguadas.
La burguesía y la alta clase media -nuevos ricos con necesidad y ambición de ‘codearse’ con la aristocracia- han considerado siempre una lucrativa inversión la de pertenecer a este selecto Club -con más de 10.000 miembros- donde sus hijos aprenden deportes tan fundamentales para las altas relaciones como son el polo y la equitación.
Pero para los participantes, el CSIO no es más que la competición por excelencia; ese match donde medirse con contrincantes de su estatus tanto a nivel deportivo como también de ‘orgullo de clan’ y hacerse con dotaciones económicas que les permitirán seguir en la competición.
Finalmente, el CSIO 2013 se ha saldado con un nivel de competición, aseguran los expertos, similar al de los Juegos Olímpicos; con ningún español -ni en individuales, ni por equipos- en el podium de ninguna de las pruebas y con la entrega de la dotación económica en premios más alta de la historia -2,3 millones de euros- otorgada por la Furusiyya FEI Nations Cup™ Jumping Final.
Un excelente balance que no es más que la garantía de asistencia de los mejores en las próximas ediciones, porque si bien es verdad que el entorno que Barcelona ofrece es harto sugerente, también lo es la cuantía de los premios; necesarios para mantener la vistosidad de un deporte que destaca por su glamour.
Gema Castellano
@GemaCastellano
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