De una y otra cosa se sienten orgullosos los betanceiros que trabajan concienzudamente para presumir, cada 16 de agosto, ante los visitantes de su aerostato de papel encolado solo con harina mientras miran al cielo y cruzan los dedos para que el globo vuele alto y aterrice lejos. No pasan, seguramente, tantos nervios para convencer a propios y extraños de que prueben esa tortilla -poco cuajada- que se hizo famosa a mediados del siglo pasado por su sencillez y calidad de productos, sabiamente mezclados.
‘Betanzos de los Caballeros’. Así se llama esta ciudad medieval de apenas tiene 13.000 habitantes en invierno y que triplica su población en verano. Cada año llegan miles de descendientes de emigrantes y turistas que pasean por sus calles medievales y visitan las decenas de iglesias que han llevado a alguno a asegurar que, la que fuera capital de provincia en tiempos de los Reyes católicos, es la ciudad con mayor número de monumentos románicos por metro cuadrado.
Betanzos, etapa de la ruta inglesa del Camino de Santiago, mantiene aún hoy esa relevancia que tuvo en el siglo XV y sus habitantes el orgullo y arrogancia atribuyéndose el grito de guerra ‘que suba o pan e baixe a caña‘ en respuesta a la inocente pregunta de ‘¿Qué queredes?‘ que la leyenda atribuye a los Señores de Andrade y que daría paso a la ‘revolta Irmandiña‘. Conserva en sus genes Betanzos el orgullo de haber sido, y ser, enclave comercial. Rigurosamente, cada día 1 y 16 de mes, decenas de puestos de todo tipo inundan la Plaza de los hermanos García Naveira y adyacentes; el mismo lugar en el que, tres veces por semana, se exhiben y venden productos típicos de la comarca.
Los García Naveira -los hermanos Juan María y Jesús– emigraron a Argentina donde hicieron fortuna antes de regresar a su ciudad natal donde, más de un siglo después de su fallecimiento, su huella permanece visible pese a que a punto estuvo de ser devorada por las zarzas. Oculto bajo ellas permaneció durante muchos años “El Pasatiempo”, una especie de parque enciclopédico que bien puede ser considerado precursor de los actuales parques temáticos. La guerra, los años de postguerra y la construcción de la carretera que hoy lo atraviesa como una cicatriz, afectaron a su estado e incluso extensión, que ha quedado reducida a la cuarta parte de lo que fue tamaño original.
Oculto bajo los matorrales, despojado de las piezas de cobre por las que circulaba el agua de los estanques y fuentes, volvió a recuperar parte de su esplendor a finales del siglo XX gracias al trabajo, no siempre acertado, de los alumnos de la escuela taller que han ido restaurando estatuas, abriendo laberintos y túneles subterráneos o replantando jardines. A esta excéntrica obra, que recoge momentos de los viajes de la familia alrededor del mundo, incluyendo Argentina, se le suman otros legados menos prosaicos que los retornados indianos dejaron en Betanzos como escuelas, hospitales y un lavadero,que el Mandeo y la falta de uso amenazan con convertirlo en invisible si no se toman medidas.
Visitar Betanzos y no probar la tortilla de patatas hecha, según dicen, con una docena de huevos ni su vino joven en uno de esos locales señalados con una rama de laurel en la puerta, es no cumplir con el ritual. De comidas y fiestas saben mucho los betanceiros que no descansan durante la segunda quincena de agosto encadenando las fiestas de San Roque con la doble ‘jira de Os Caneiros‘ en la que no faltan el vino, la música ni las empanadas con las que embarcan en el Puente Viejo (A Ponte Vella) a orilla del río Mandeo. Una tradición de finales del siglo XIX
Más o menos de las mismas fechas proviene el lanzamiento del globo de papel más grande del mundo. Cada noche del 16 de agosto millares de personas deseosas de descubrir los comentarios y dibujos humorísticos con los que se decora, se congregan en las inmediaciones de la iglesia de Santo Domingo. Desde su torre de estilo barroco se coloca horas antes una soga para sujetar el globo de 25 metros de altura y 50 de diámetro. La familia Pita lo elabora de manera artesanal con más de 100 kilos de papel, que pega con engrudo y lo mantiene custodiado hasta el momento del lanzamiento.
Decidirse por una visita a Betanzos no es difícil; lo complicado es saber si se hace por motivos gastronómicos, culturales o festivos. Aunque quizá el hecho de que la ciudad medieval, custodiada por cuatro puertas del siglo XV, conserve el edificio neoclásico que alberga el ayuntamiento, el palacio de Bendaña, sede de la delegación de hacienda pared con pared con el antiguo edificio de Corresponsables del Banco de España o el Pazo de Lanzós sean la excusa perfecta para programar una escapada.
Araceli Viqueira @AraceliViqueira