El concepto, en versión cosmopolita, de 'Bed, Bath and Breakfast' por el que se rige NOA ha conseguido lleno total durante los meses de julio y agosto. El reto al que se enfrentan una vez pasado el estío es conseguir que las 32 habitaciones del establecimiento sigan ocupadas el resto del año. Ayudarán a ello las impresionantes vista del Castillo de Santa Cruz, un espectáculo que se disfruta desde todas las habitaciones ya que intencionadamente se destinó ese frente a la zona de alojamiento y el resto se ocupó con salas de conferencias, gimnasio o área de masajes.


El proyecto, llevado a cabo por un empresario de la zona que ha invertido 8 millones de euros, se enorgullece de ser gallego. Gallegos son los arquitectos y los interioristas; como gallego es el personal, incluido el director, la cocina y los colchones. También lo es, como no, el nombre del hotel, NOA, que en galaico significa reposo; tranquilidad.

Precisamente es tranquilidad la que se respira en un hotel que genera dos tercios de la energía que consume y tiene suelos radiantes alimentados por energía geotérmica. Lujo sostenible para un hotel de cuatro estrellas que evita el uso de plásticos y que oferta parte de sus servicios, tales como tratamientos o venta de su línea cosmética, al público en general.

Con una pequeña piscina infinita en la terraza desde la que se observa toda la bahía, NOA es un hotel a pie de playa. De hecho, el nuevo edificio fue retranqueado para evitar que durante las mareas vivas el agua entrase en él.

Lo que, por fortuna, sí llega a los balcones es el sonido del mar que también se puede ver desde la ducha. La cama, con un “dosel” de madera, es el lugar perfecto para ver el amanecer y observar cada una de las subidas y bajadas de marea a través de las ventanas, auténticos escaparates acristalados de techo a suelo. Un suelo de madera de roble americano, de cuatro anchuras diferentes, diseñado por el estudio Sinaldaba e instalado por el grupo, también gallego, Malasa; un referente en la zona ya que históricamente se encarga de los trabajos de Inditex.


No se echan de menos los cuadros en las paredes de la habitación donde, en el mejor de los casos, hubieran pasado desapercibidos porque el cuadro es el paisaje. Un paisaje único, como siempre es el paisaje marino, al que en esta ocasión se suma el pequeño castillo de Santa Cruz al que se llega por una pasarela de madera que une la playa con la pequeña isla en la que se encuentra la fortaleza que cuando perdió valor estratégico fue comprado por el marido de Emilia Pardo Bazán para usarlo como residencia estival. Hoy, de propiedad pública, es visitable.

El diseño acristalado, sin barreras visuales que obstruyan las vistas inmediatas y las más distantes con la Torre de Hércules al fondo, sirve de conexión y regula la temperatura evitando el temido efecto invernadero.
Araceli Viqueira @AraceliViqueira