Las personas somos seres sociales y relacionales, y el contacto físico forma parte de nuestras necesidades fundamentales, incluso en esta era digital marcada por las pantallas y las conexiones a distancia. Estudios recientes, como el de la Universidad de Londres, señalan que un abrazo debería durar al menos diez segundos para ser beneficioso para la salud. Si no se dispone de una persona cercana, los especialistas sugieren que el contacto con animales puede ayudar a combatir la ausencia de esta interacción.
Beneficios para la salud física y mental
El contacto físico trae consigo numerosos beneficios. «Provoca que el cerebro libere oxitocina, lo que nos hace sentir una conexión emocional natural que aporta paz, confianza y un estado de ánimo positivo, además de reducir el estrés», explica Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). También menciona que «la presencialidad del contacto físico favorece relaciones interpersonales de mayor calidad, haciéndolas más sólidas y combatiendo la soledad». A nivel físico, este contacto reduce la tensión arterial, fortalece el sistema inmunológico e incluso disminuye la percepción subjetiva del dolor.
Esta última afirmación está respaldada por estudios como el de la Universidad de Utrecht, que demostró que el contacto físico alivia el dolor crónico en personas con enfermedades como el Parkinson de una manera más efectiva que los analgésicos. La falta de contacto físico no solo impide acceder a estos beneficios, sino que también provoca la liberación de cortisol en el cerebro, una hormona relacionada con el estrés. Esto puede aumentar la propensión a la depresión, la ansiedad y estilos de apego evitativo.
Cómo suplir la ausencia de contacto físico
Para compensar la ausencia de contacto físico y mitigar sus efectos negativos, Soler recomienda otros tipos de interacción. «Por ejemplo, con mascotas u otros animales. Los beneficios del contacto con perros, gatos, etc., son indudables». Investigaciones, como la realizada por la Universidad Estatal de Washington, revelan que interactuar físicamente con perros y gatos durante al menos diez minutos reduce los niveles de cortisol.
Los avances tecnológicos también ofrecen nuevas alternativas, como el uso de robots para combatir la soledad. Un estudio del Instituto de Neurociencia de los Países Bajos indica que el contacto físico con un robot puede aportar los mismos beneficios para la salud física que el contacto con un ser humano, aunque sus efectos positivos en la salud mental sean menores. «¿Quién no ha tenido un osito de peluche con el que dormía más a gusto?», pregunta Soler, sugiriendo que la posibilidad de abrazar un robot en el futuro no es tan diferente. Aunque los robots no podrán reemplazar por completo las interacciones humanas, pueden ser un apoyo útil para quienes lo necesitan.
Sin embargo, Soler subraya que los beneficios del contacto físico con un objeto, una mascota o un robot no son comparables al contacto con otros seres humanos. «Esto depende de la percepción subjetiva de cada persona», aclara. En algunos casos, como el de personas con traumas relacionados con el contacto físico humano, como víctimas de abuso sexual infantil, la preferencia puede inclinarse hacia el contacto con mascotas o robots en lugar de con otros humanos.
La importancia del contacto físico desde la infancia
Soler destaca la importancia del contacto físico para el desarrollo saludable de los niños desde el nacimiento. «¿Qué es lo primero que se hace, a toda velocidad, después del trauma que implica el parto para el bebé? Ponerlo encima del pecho de su madre. Ahí se produce el primer efecto beneficioso del contacto físico entre ambos», señala. Esta necesidad de contacto también se refleja en otras áreas, como el teletrabajo, donde se busca una fórmula mixta que combine la presencialidad y el contacto directo, sin la mediación de herramientas tecnológicas.
El papel de las TIC en las relaciones humanas
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han transformado la manera en la que nos relacionamos, pero no pueden sustituir el contacto físico. «Es evidente que en una comunicación a través de las TIC no es posible el contacto físico; sin embargo, facilita las posibilidades de interactuar con otras personas con las que podemos tener contacto físico en otro momento», afirma Soler. La pandemia de COVID-19 aceleró la adopción de estas tecnologías: «Antes de la pandemia nunca imaginamos a personas mayores usando una tableta para comunicarse con sus nietos o participando en reuniones virtuales», comenta Soler, «pero en ese momento había una necesidad: o usábamos las TIC o no había alternativa».
A pesar de las ventajas que ofrecen las TIC, una vez superada la pandemia, se ha reevaluado su uso y se ha buscado un equilibrio para no dejar de lado la importancia del contacto físico.
Personas que evitan el contacto físico
Existen personas que rehúyen el contacto físico por diversas razones. «Una de las posibles causas (hay muchas) podría ser un trauma derivado del contacto físico, como un abuso sexual o violencia física infantil», explica Soler. En estos casos, lo recomendable es tratar el trauma en lugar de perpetuar sus consecuencias a través del uso exclusivo de pantallas. Soler subraya que «el aislamiento radical del contacto físico puede considerarse un síntoma al que prestar atención», ya que las personas, en esencia, somos seres sociales que necesitan este tipo de interacción para un desarrollo emocional y físico saludable.
Artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: OpenAI. (2024). ChatGPT (versión GPT-4). OpenAI)
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