En el contexto de catástrofes como la reciente DANA que afectó a la Comunidad Valenciana, la respuesta de empresas y ciudadanos mediante donaciones solidarias ha sido notable. Un ejemplo: hasta el 9 de diciembre de 2024, la Generalitat Valenciana informó haber recaudado más de 4 millones de euros gracias a contribuciones individuales y corporativas. Si analizamos la cifra total han sido cientos de millones de euros destinados a la solidaridad. Sin embargo, detrás de estos gestos altruistas se encuentra una oportunidad significativa que a menudo pasa desapercibida: el uso estratégico de las fundaciones como un canal para gestionar estas ayudas.
Las ventajas fiscales y de transparencia
Las donaciones canalizadas a través de una fundación reconocida como de interés social tienen un beneficio fiscal directo y claro: los donantes pueden desgravarse hasta el 80% de las aportaciones de hasta 250 euros y un 40% para montos superiores. Este incentivo, que se aplica automáticamente en las declaraciones tributarias de los particulares y empresas, no está disponible cuando las donaciones se realizan a cuentas bancarias no vinculadas a entidades de interés público.
Por otro lado, las fundaciones están sujetas a estrictas normativas de rendición de cuentas y transparencia. Esto significa que cada euro donado queda registrado y su uso debe justificarse públicamente. Sus cuentas son triplemente auditadas: la Hacienda Pública, los protectorados ante los que deben rendir cuentas y acciones y el patronato, interno. En contraste, las cuentas abiertas por organismos o entidades sin esta categoría jurídica pueden generar dudas sobre el destino de los fondos, abriendo la puerta, en algunos casos, al fraude o la mala gestión.
Oportunidad para las empresas: refuerzo de la imagen de marca
Para las empresas, crear una fundación no solo es una herramienta fiscalmente ventajosa, sino también un vehículo para reforzar su compromiso social y consolidar su reputación. Constituir una Fundación con fines de interés general, como la ayuda a desamparados, damnificados por catástrofes climáticas, incendios u otros desastres, permite a las organizaciones posicionarse como agentes responsables y activos en la resolución de problemas sociales en primera persona y con un objetivo claro; directo.
Además, estas estructuras no tienen que limitarse a la gestión de crisis puntuales. Pueden extenderse a proyectos a largo plazo, integrando objetivos de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa. Este enfoque estratégico puede transformar las donaciones en un legado duradero, alineado con los valores de la empresa y con un impacto tangible para la sociedad.
Agilidad y eficacia en la respuesta a emergencias
Una fundación bien diseñada puede actuar desde el primer minuto de una emergencia, superando las trabas burocráticas habituales. En situaciones críticas, como el incendio del edificio en el barrio de Campanar o las inundaciones de la DANA, la rapidez de actuación puede marcar una gran diferencia.
Al gestionar las ayudas directamente, las fundaciones permiten a las empresas tener un control más efectivo sobre los recursos, asegurándose de que lleguen a quienes más lo necesitan. Esta agilidad, combinada con la obligación de transparencia, garantiza un modelo de actuación eficiente y confiable. El retorno en imagen corporativa es una simple consecuencia.
Las empresas que integren el pensamiento lateral y exploren herramientas como las fundaciones no solo optimizarán sus aportaciones, sino que también demostrarán un compromiso auténtico con la sociedad haciendo lo correcto. En un mundo donde la credibilidad y la confianza son activos fundamentales, este enfoque representa una oportunidad única para destacar y generar un impacto positivo duradero.