Entornos digitales ampliamente populares entre menores como Roblox, que combinan entretenimiento, creatividad e interacción social, están generando dinámicas de uso que se asemejan a patrones adictivos. Así lo expone la nueva Guía sobre comportamientos adictivos cotidianos, elaborada por el Grupo de Conocimiento e Investigación en Problemáticas Sociales (GCIPS) de la Universidad Europea de Madrid, que analiza el crecimiento de lo que denomina una “nueva generación de adicciones invisibles”.
Lejos de las clásicas dependencias a sustancias, el informe subraya cómo conductas aparentemente inofensivas —como el uso constante del móvil, la obsesión por el autocuidado estético o la compra compulsiva de contenido digital y skins— se están convirtiendo en comportamientos adictivos normalizados, impulsados por la lógica del refuerzo inmediato y la validación social.
Rebeca Cordero, profesora de Sociología de la Universidad Europea y miembro del grupo de investigación, advierte que “la adicción ya no se limita a las sustancias, hoy se camufla en dinámicas normalizadas por el mercado y la tecnología que atraparon nuestra atención y desdibujan el control sobre nuestra propia vida”.
El documento analiza con especial atención los mecanismos presentes en plataformas como Roblox, que utilizan rutinas de recompensa, gamificación, desafíos constantes y personalización de avatares para fomentar la permanencia del usuario. Estas estrategias se alinean con lo que se conoce como economía de la atención, un sistema basado en estímulos dopaminérgicos que refuerzan el uso compulsivo y dificultan la desconexión.
En este contexto, niños y adolescentes se convierten en una población especialmente vulnerable. El informe alerta sobre el uso de “diseños oscuros” que promueven la dependencia: mecanismos que premian la permanencia diaria, generan miedo a perder recompensas por desconectarse o disfrazan contenido inapropiado como entretenimiento inocente. Además, se añade el riesgo de interacción con adultos desconocidos en entornos abiertos, lo que incrementa la exposición a situaciones potencialmente peligrosas.
“El deseo de pertenecer y agradar empuja a muchos menores a vivir para ser vistos, no para disfrutar realmente del juego”, destaca el documento.
Sin embargo, el riesgo no se limita a la edad. La guía identifica otros factores que amplifican la vulnerabilidad de los menores: entornos familiares poco acompañados, acceso temprano a dispositivos sin regulación, y un contexto digital hiperactivo que no ha sido diseñado pensando en el desarrollo emocional ni en la maduración progresiva del usuario.
“Estamos educando a menores en un entorno diseñado para generar adicción, no para su desarrollo saludable”, sentencia Rebeca Cordero, quien insiste en la necesidad de intervenciones estructurales para revertir esta tendencia.
Entre las recomendaciones del informe se incluyen medidas como una alfabetización digital crítica desde edades tempranas, la implicación activa de las familias y una regulación más exigente para los entornos digitales: limitar los patrones oscuros de diseño, establecer controles de edad reales y garantizar opciones para detener el uso sin penalización ni pérdida de progresos.
Asimismo, se reclama más inversión en investigación y políticas públicas enfocadas en la creación de factores de protección: redes de apoyo, entornos seguros, tiempo libre no digitalizado y actividades presenciales que fomenten vínculos reales y experiencias significativas.
“No basta con señalar el peligro, hay que construir alternativas saludables que resulten atractivas y accesibles para los más jóvenes”, concluye la profesora Cordero.
Artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: OpenAI. (2025). ChatGPT (versión 4o, 21 septiembre). OpenAI)
La ‘Guía sobre comportamientos adictivos cotidianos’ está disponible en este enlace: https://atelieropenaccess.com/