El pasado año se quemaron en España 47.711 hectáreas, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica. A pesar de ser la cifra más baja desde 1983, las autoridades no deberían relajarse de cara al presente verano, en el que continúan activos varios incendios en Galicia, Extremadura y Andalucía. La situación actual, lejos de invitar al optimismo, vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de reforzar las políticas de prevención ante la amenaza de los denominados incendios de sexta generación.
Martín Perea, director del Máster en Energías Renovables de la Universidad Europea, advierte de que “la falta de prevención agrava la propagación del fuego, favorecida por bosques demasiado densos y la acumulación de maleza que antes controlaba el pastoreo tradicional, hoy en retroceso”. Esta negligencia en la gestión del territorio, sumada a las condiciones climáticas extremas, es la antesala perfecta para la aparición de incendios de sexta generación, considerados los más devastadores y complejos de extinguir.
Estos incendios, altamente impredecibles, se caracterizan por su comportamiento extremo, capaz de generar sus propias dinámicas internas como tormentas de fuego, ráfagas convectivas y rayos que propagan nuevos focos a kilómetros de distancia. Aunque se desarrollan bajo condiciones atmosféricas muy específicas —altas temperaturas, humedad extremadamente baja y fuertes vientos—, su creciente frecuencia no puede atribuirse exclusivamente al cambio climático.
“Es habitual que las administraciones culpen al cambio climático de la aparición cada vez más frecuente de incendios de sexta generación, en descargo de su propia responsabilidad por no llevar a cabo las imprescindibles labores de prevención”, afirma Perea, quien señala como un grave error que los esfuerzos se concentren únicamente en la extinción de los incendios, relegando a un segundo plano las tareas preventivas. En este sentido, subraya la importancia de fomentar la explotación racional de las masas forestales mediante prácticas como clareos, eliminación de matorrales o la apertura y conservación de cortafuegos, acciones que si se gestionan adecuadamente, favorecen un desarrollo sostenible y un mejor cuidado del entorno.
En el ámbito rural es conocido el aforismo según el cual “los incendios se apagan en invierno”, haciendo referencia a la necesidad de realizar labores de limpieza y gestión del monte antes de la llegada de las altas temperaturas. Perea considera fundamental que estas tareas sean prioritarias en la agenda de las administraciones, al igual que sucede en Portugal, país que lleva años desarrollando un ambicioso plan de transformación en biomasa de los residuos forestales, con el objetivo de convertir en energía aprovechable aquellos elementos que en un incendio no hacen más que avivar el fuego y disparar las emisiones de CO2.
Para el experto de la Universidad Europea, la estrategia portuguesa es un ejemplo de cómo la gestión eficiente de los recursos forestales puede ser clave en la lucha contra los incendios de sexta generación, que una vez desatados resultan prácticamente imposibles de controlar y tienen capacidad para alterar las condiciones meteorológicas locales, generando tormentas eléctricas que multiplican los focos a gran distancia.
En su análisis, Martín Perea también hace un llamamiento a la responsabilidad ciudadana: “La ciudadanía no debe contemplar los incendios de forma pasiva y, además de exigir a las diferentes administraciones una labor preventiva adecuada, ha de desterrar algunos peligrosísimos hábitos, como encender hogueras en el monte o quemar rastrojos en entornos rurales próximos a masas forestales. Este tipo de cuestiones relacionadas con el fuego deberían estar incluidas en la formación básica desde la escuela”.
Asimismo, el experto denuncia la impunidad con la que, año tras año, actúan los autores de incendios provocados en España. En su opinión, debería establecerse un mayor control sobre el uso de cierta maquinaria agrícola durante los episodios de alto riesgo y en las horas de máxima insolación, ya que “la incidencia de un fallo técnico o una chispa fortuita por roce con alguna piedra puede derivar en una auténtica catástrofe ecológica”.
Artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: OpenAI. (2025). ChatGPT (versión 2025-08-05). OpenAI)
Visor interactivos NASA incendios:
https://www.geamap.com/es/incendios
https://firms.modaps.eosdis.nasa.gov/map/
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