La lectura no solo es una fuente inagotable de placer intelectual; también constituye una de las actividades más beneficiosas para la salud cerebral. Así lo subraya el equipo de profesionales de Ace Alzheimer Center Barcelona, centro especializado en demencias, con motivo de la celebración de la Diada de Sant Jordi, jornada en la que los libros cobran especial protagonismo. En este contexto, se destaca cómo leer regularmente ayuda a preservar la función cognitiva y actúa como un factor protector frente al alzhéimer y otras formas de deterioro neurodegenerativo.
Las cifras proyectadas por organismos europeos especializados alertan sobre el reto sanitario que supone el envejecimiento poblacional. En el año 2050, cerca del 4% de la población española –unos 1,7 millones de personas– podría padecer algún tipo de demencia, más del doble respecto a los datos de 2018. Frente a este panorama, fomentar hábitos como la lectura resulta especialmente relevante.
Esta actividad estimula la concentración, la atención, la memoria y la capacidad de visualización. Estos efectos no solo fortalecen las conexiones neuronales, sino que también contribuyen a mantener activo el cerebro, aumentando la llamada reserva cognitiva. Este concepto hace referencia a la capacidad del sistema nervioso para resistir el deterioro asociado al envejecimiento o a enfermedades como el alzhéimer. Numerosos estudios respaldan esta relación, entre ellos el análisis “El hábito de la lectura como factor protector del deterioro cognitivo”.
Reserva cognitiva y bienestar emocional
Desarrollar una reserva cognitiva sólida desde la infancia y mantenerla a lo largo de la vida es clave. La lectura habitual durante más de cinco años, junto con un nivel educativo básico completo, se asocia a una mayor protección frente al deterioro cognitivo. Además, esta actividad puede ayudar a reducir el estrés –factor vinculado a trastornos neurológicos como las cefaleas– y mejorar la higiene del sueño si se practica antes de dormir.
No solo el hábito lector favorece este efecto protector. Otros factores como el estilo de vida, el nivel educativo o la participación en actividades de ocio también contribuyen al fortalecimiento de la salud mental.
Entre las recomendaciones para preservar la agilidad mental destacan:
Aprender constantemente: Estimula la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad del sistema nervioso para adaptarse mediante cambios estructurales y funcionales.
Mantener una vida social activa: Fomenta habilidades cognitivas como el lenguaje, la memoria o las destrezas sociales, y mejora el estado de ánimo.
Participar en actividades con objetivos definidos: Juegos de mesa, cartas o sudokus estimulan la planificación, la organización y la toma de decisiones.
Romper con la rutina: Introducir novedades en la vida diaria evita la automatización de las tareas y favorece la activación cerebral.
Lectura terapéutica en personas con alzhéimer
Los beneficios de la lectura no se limitan a la prevención. También resultan significativos para quienes ya han sido diagnosticados con alzhéimer. Leer en voz alta puede contribuir a mantener el lenguaje y la memoria, así como a evocar emociones y recuerdos. La clave está en adaptar el contenido a los intereses y capacidades del paciente. Como explica América Morera, responsable de una unidad de atención diurna especializada: “Es importante adaptar las lecturas a las necesidades y gustos de cada persona, para que esta actividad les resulte atractiva e incluso les permita reconectar con momentos y sentimientos importantes de su vida”.
Artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: OpenAI. (2025). ChatGPT (versión 22 abril). OpenAI)