Dirigido por Louie Psihoyos, el film ha participado en varios festivales internacionales como Sundance, Toronto, Tokio, Amsterdam, Estocolmo o Sydney, entre otros, alzándose con el Premio del Público en ocho de ellos y ganando recientemente un Oscar.
The Cove finalmente ve la luz tras un rodaje encubierto en Taiji, Japón, lo que convierte al documental en un apasionante thriller de acción y aventura, además de en una llamada directa al corazón en pro de la ayuda a los océanos.
El delfín es uno de los animales más inteligentes y una de las especies más admiradas en todo el mundo. Sin embargo, en un pequeño pueblo de la costa de Japón que aparentemente se caracteriza por su devoción a estos animales, se esconde un gran secreto.
Un grupo de activistas liderado por el conocido entrenador de delfines Richard O’Barry, se embarca en una peligrosa misión encubierta para revelar al mundo lo que sucede en este lugar, desarrollando uno de los documentales más impactantes de los últimos años.
Sinopsis de "The Cove":
En una apacible cala de la costa de Japón se esconde un impactante secreto que algunos hombres tratan de ocultar al mundo cueste lo que cueste. Finalmente, la verdad de The Cove sale a la luz gracias a una filmación encubierta.
Lo que empezó siendo un documental se acabó convirtiendo en un verdadero thriller de acción y aventuras, en una conmovedora llamada de socorro procedente de los océanos del mundo.
The Cove empieza en Taiji (Japón), donde el ex adiestrador de delfines Ric O’Barry ha conseguido enderezar las cosas después de una larga búsqueda de redención. En la década de 1960, fue el propio O’Barry quien capturó y entrenó a los cinco delfines que interpretaron al simpático protagonista de la serie televisiva «Flipper», que cosechó un gran éxito internacional. Pero la estrecha relación que mantuvo con aquellos cetáceos —los mismos delfines que generaron la fascinación que todavía hoy existe en todo el planeta por los mamíferos marinos adiestrados— llevó a O’Barry a un cambio radical de ideas. Un fatídico día, se dio cuenta, desconsolado, de que estas criaturas sumamente sensibles, inteligentes y conscientes de sí mismas, y tan bien adaptadas a la vida en el mar abierto, no debían volver a soportar la cautividad.
Esta misión le llevó a Taiji, una población japonesa que parece estar consagrada a los prodigios y misterios de los delfines y ballenas de piel lustrosa que nadan juguetones en sus costas. Pero en una refulgente cala remota, aislada por alambradas de púas y letreros que rezan «Prohibido el paso», se oculta una realidad bien distinta. Es aquí, al amparo de la noche, donde los pescadores de Taiji llevan a cabo una caza secreta, seducidos por una industria recreativa que gira en torno a los delfines y que genera miles de millones de dólares, y por el turbio negocio de venta de carne de delfín contaminada con mercurio. Lo que hacen es tan espeluznante —y las consecuencias tan peligrosas para la salud humana— que harían cualquier cosa para evitar ser vistos.
O’Barry, que no se dejó intimidar, hizo causa común con el cineasta Louie Psihoyos y la Sociedad para la Conservación Oceánica (Ocean Preservation Society, OPS) con el fin de descubrir qué está ocurriendo realmente en la cala y por qué afecta a todos los habitantes del planeta. Aun con el jefe de la policía local siguiéndoles la pista y con fornidos pescadores acechándoles, consiguieron formar un equipo al más puro estilo «Ocean’s Eleven», constituido por expertos en cámaras y equipos de sonido submarinos, artistas de efectos especiales, exploradores marinos, adictos a la adrenalina y especialistas de talla mundial en buceo libre. Su misión secreta: filmar la cala prohibida. Esto dio lugar a un juego del gato y el ratón con aquellos que desearían verles entre rejas.
El resultado es una provocadora mezcla de periodismo de investigación, ecoaventura y fascinantes imágenes que constituye un apremiante llamamiento a la esperanza.
Louie Psihoyos, el director de The Cove, nos cuenta:
¿Qué le impulsó a hacer una película sobre Ric O’Barry y su trabajo en Taiji?
Al principio sentí curiosidad acerca de por qué no se le había permitido hablar en ese congreso. Luego, cuando le encontré, me explicó que iba a hablar sobre una cala secreta de Japón, donde los traficantes de delfines seleccionan a la mayoría de los delfines destinados a delfinarios y parques marinos. Me contó que mataban a los delfines que no elegían y vendían la carne para su consumo en comedores escolares.
Para mí era inconcebible una cultura que matara a los delfines, y la siguiente semana Richard me invitó a acompañarle a Taiji, la pequeña población que guarda este gran secreto.
Un delfín capturado vivo para los espectáculos de los parques marinos puede llegar a venderse por 150.000 dólares, mientras que un delfín muerto destinado al consumo cuesta unos 600 dólares.
¿Cómo era Taiji?
El pueblo parecía sacado de una novela de Steven King: externamente todo el pueblo mostraba un profundo respeto y amor por los delfines y las ballenas, pero lo que estaba ocurriendo en la cala secreta componía otra historia que yo estaba decidido a desentrañar. La cala secreta es una fortaleza natural. Está protegida por tres lados por abruptos acantilados. La entrada que hay en un lado está cercada por altas rejas puntiagudas con alambre de espino, y hay otros dos accesos por túnel que están custodiados por guardias y perros.
Después de que Richard me enseñara el pueblo, me puse en contacto con la oficina del alcalde y con el sindicato de cazadores de delfines: mi intención era escuchar su versión de la historia y contar la historia de forma legal. De repente me di cuenta de que me estaban siguiendo; me pusieron vigilancia las 24 horas mientras estuve allí. Pero el pueblo no tenía el más mínimo interés en colaborar, estaban ganando demasiado dinero con el comercio de delfines como para arriesgarse a perderlo debido a la presencia de un periodista. El alcalde me advirtió de que podían herirme o matarme si me acercaba demasiado a los cazadores de delfines o a la cala secreta.
La cala, por extraño que parezca, está en medio de un Parque Nacional que se encuentra justo en el centro del pueblo, entre el ayuntamiento y el museo de las ballenas. Richard me dijo que para entrar en la cala secreta se necesitaría un cuerpo de élite de la Armada estadounidense, y en cierto modo lo conseguí, pero mi cuadrilla era más bien un equipo del tipo «Ocean’s Eleven».
Se trata de un grupo de personas muy ecléctico. ¿Cómo reunió al equipo?
Recluté a mis amigos Mandy Rae-Cruickshank y Kirk Krack para que nos ayudaran a instalar cámaras submarinas e hidrófonos. Mandy ha sido ocho veces campeona mundial de apnea. Puede contener la respiración durante seis minutos y medio y llegar a una profundidad de hasta 90 metros y volver con su propia fuerza. Su marido, Kirk, es también un experto en buceo libre. Un ex ayudante de fotografía mío había pasado a ser el jefe de producción de moldes en ILM, Industrial Light and Magic, en el departamento 3D de Lucas, y nos ayudaron a crear rocas falsas que nos permitieran esconder cámaras de alta definición y micrófonos. Un experto en electrónica que había formado parte de las Fuerzas Aéreas Canadienses nos ayudó a modificar las cámaras dotadas de disco duro para equiparlas con discos duros de mayor capacidad y alimentarlas con baterías especiales, como las que se utilizan en las expediciones al Everest. También nos ayudó a construir vehículos aéreos no tripulados para poder contar con imágenes y cobertura aéreas: un helicóptero teledirigido con una cámara de alta definición giroestabilizada debajo y un zepelín con cámara teledirigida.
Unos amigos piratas de las islas me ayudaron a colocar las cámaras, y muchas noches estuvimos escondidos con ropa de camuflaje y la cara pintada. En muchas ocasiones burlamos a los guardias y a la policía gracias al uso de cámaras térmicas militares de alta definición, que nos permitían detectar movimiento en las colinas, y de toda una serie de estrategias de diversión.
¿Qué es lo más sorprendente que ha descubierto al dirigir esta película?
Que en Japón se oculta de forma sistemática información relativa a la contaminación por mercurio y a la caza de delfines. Los japoneses confían en el Gobierno, pero el Gobierno no quiere que conozcan cierta información básica que concierne a la salud pública, en particular que la contaminación de la carne de delfín es muchas veces superior a lo que las normas sanitarias del país permiten. La corrupción abunda y hay gente que se aprovecha de esta desinformación. El 70% de las proteínas que consumimos procede del pescado y el marisco, un alimento cada vez más escaso y contaminado.
¿Ha habido algún progreso desde que se marchó de Taiji?
Antes, la carne de delfín formaba parte de los menús de los comedores escolares del país. Esto ha dejado de ser así este año. Ric O’Barry y nuestra organización, la Ocean Preservation Society, han contribuido a ello. El trabajo que realizamos con un experto en toxicidad finalmente llegó a varios concejales de Taiji que tenían hijos en edad escolar y que realizaron sus propios análisis de carne de delfín. Estos análisis confirmaron nuestros resultados.
Los niños de toda la prefectura de Wakamaya ya no comen carne de delfín contaminada en los comedores escolares. A raíz de esto, se ha destituido al director del Departamento de Pesca nipón, Hideki Moronuki, que había fijado los cupos para la caza de delfines, marsopas y ballenas. Pero la caza de delfines continúa. Tenemos la esperanza de que el año que viene, en cuanto la población japonesa conozca los hechos, habrá una mayor concienciación y esto pondrá fin a los ataques contra los delfines.
+Info:
www.savejapandolphins.org
www.opsociety.org (Ocean Preservation Society)
http://www.facebook.com/TheCove?v=app_4949752878 (Facebook)