Después de nueve ediciones de la Pasarela 080 Barcelona Fashion, no podemos afirmar que ningún diseñador emergente, que haya presentado colecciones bajo su paraguas, sea capaz de conseguir dejar atrás su “emergencia” para convertirse en ejemplo de consolidación por su excelente modelo de negocio, abordando procesos de producción y mercados, creando aceptación de marca o lanzándose a la internacionalización.
Una tarea nada fácil, ciertamente, pero, al fin y al cabo, una tarea que deben afrontar los emprendedores de todos los sectores; y no entiendo por qué los emprendedores relacionados con la moda deberían ser diferentes. Eso sí. La falta de “leit motiv” de esta controvertida pasarela a la que ningún político local, por simple populismo, se atreve a cuestionar, unida a las prestaciones que ofrece y a la crisis de ventas de las marcas, ha llevado a que esta edición se haya convertido en un caos conceptual marcado por la dispersión y el “sin sentido”.
A los “emergentes vitalicios” se han sumado marcas internacionales como Mango, TCN, Desigual o Escorpión, e incluso históricos como Toni Francesc -asiduos a New York y Cibeles- que se han reenganchado en la “080” por simples motivos presupuestarios y la estrategia de ponerse a resguardo del chaparrón recesionista. Pese a que la Generalitat de Cataluña ha recortado su inversión en un 40% -asegura-, el más de un millón de euros que destina a este “popurrí fashion» que califica, demostrando cierta torpeza, de “nexo de unión entre los diseñadores y la industria”, da para mucho; pero el retorno es más que cuestionable.
En esta ocasión, la Pasarela 080 Barcelona Fashion ha tenido la “virtud” de no contentar a casi nadie. Ni siquiera a los “emergentes” asiduos, que han visto invadido su terreno por las firmas consolidadas. Mientras ModaFad -lanzadera oficial internacional y sin ánimo de lucro de diseñadores emergentes- debe recurrir a esponsors de urgencia para poder financiar sus desfile de diseñadores “emergentes”, la Pasarela 080 -también de emergentes- invierte más de un millón de euros para que desfilen marcas consolidadas como Mango, Desigual, TCN, Escorpión o Toni Francesc; y The Brandery, lugar dónde deberían estar exponiendo éstas marcas realizando allí sus propios desfiles, desarrolla paralelamente, poco a poco y con toda humildad, un interesantísimo concepto sin que ningún agente oficial -aunque sí el público que al fin y al cabo es el que manda- le preste suficiente atención.
Con un modelo de explotación que todavía tiene que explicarse bien y una inversión indeterminada que depende del Fondo de Competitividad que gestiona Fira Barcelona para impulsar proyectos, The Brandery sorprende creciendo en cada edición; aunque -insisto- las marcas que deseen participar no deben llevarse a equívoco. A estas alturas y después de albergar durante cuatro años el Bread and Butter, intentar recrear un modelo similar cuyo objetivo sea contactar a compradores internacionales es, simplemente, una locura inalcazable. Pero The Brandery gusta al público final, y quizás, por ahí, encuentre su propia idiosincrasia.
Las marcas en The Brandery deben ser proactivas, porque las que han optado por esa estrategia están triunfando. Ya no es suficiente con exponer el producto y esperar junto a la hoja de pedidos. Es obligatorio conectar con el público al estilo de los grupos musicales en los conciertos -creando espectáculo- y el retorno en valoración de marca está asegurado.
En esta última edición de moda urbana, los espacios Fashion & Art y Fashion & Fetish -este último impecablemente producido por el presidente de XXL Comunicación y jefe de comunicación de la firma Custo, Alex Estil.les, utilizando objetos de deseo de alta gama que apuesta por la trasgresión y la elegancia como corsés o trajes de látex como los que luce Lady Gaga-, la espectacular pasarela donde todas las marcas podían poner sus prendas en movimiento, la introducción del concepto de “Moda ética” o los conciertos musicales, han demostrado que conectan con el público, garantizando que -si consigue no politizarse- The Brandery tiene un futuro prometedor dentro de la sostenibilidad que imponen los nuevos tiempos.
Termina así una semana de la moda en Barcelona en la que seguimos sin poder hablar de eso -de la industria de la moda y de los diseñadores- porque todavía quedan por resolver y definir los conceptos y los objetivos que tienen que impulsar el propio proyecto. Está claro que su función no puede limitarse a ser una Pasarela “refugio” para diseñadores que no tienen un modelo de negocio claro, marcas consolidadas que no dejan escapar ni una oportunidad de promoción a bajo coste y diseñadores consolidados rebotados de otras pasarelas. La “080” debe encontrar su “leit motiv”, porque así, no tiene sentido, no es competitiva y tampoco interesante en el ámbito internacional..
Gema Castellano