Concretamente, cita los casos de las empresas Pionner, Monsanto, Delta and Pine Land y Novartis. El informe excluye de la lista, aunque con precauciones, a la multinacional Dupont, que pese a tener entre sus productos semillas transgénicas, ha realizado un cambio.
Según este documento, al que ha tenido acceso Greenpeace, Dupont promociona una soja normal que sin la ingeniería genética es capaz de ser resistente a un herbicida.
A raíz de esta semilla, Dupont ha introducido una nueva norma en el mercado norteamericano, por la que paga hasta 25 centavos más, por un canasto (una medida agrícola de EE.UU.) de soja no manipulada, que por la transgénica.
Esta nueva situación se está extendiendo en el mercado de los Estados Unidos, donde los procesadores de alimentos han comenzado a pagar entre dos y 25 centavos más el canasto de productos tradicionales, según el documento del banco alemán.
«No, gracias» es la respuesta de los consumidores europeos a los alimentos transgénicos según el Deutsche Bank. El cortés rechazo se ha extendido por el Viejo Continente, donde cada vez serán mayores los controles y análisis de los transgénicos. Para el banco alemán no hay duda de que la resistencia de los consumidores terminará extendiéndose a Norteamérica, con lo que la situación financiera de las compañías «va a explotar».
Para añadir más leña al fuego, el banco recuerda a sus clientes que los cultivos transgénicos pueden tener en un futuro algún tipo de responsabilidad civil o penal. No excluye futuras querellas sobre germinaciones no deseadas de cultivos vecinos tradicionales, cuyos propietarios podrían acudir a los tribunales.