Estas guardias están por todos lados, superan a las policías en cada país centroamericano y aunque su labor es la de brindar protección, no siempre son garantía de seguridad.
Bancos, centros comerciales, embajadas, residencias lujosas, tiendas, incluso instituciones públicas o internacionales, cárceles y camiones blindados buscan la seguridad de mano de las empresas privadas de guardias armadas, puesto que la policía está ocupada controlando la delincuencia.
Y aunque estas empresas ayudan a entregar seguridad, muchas han terminado formando bandas de criminales. Los excesos de violencia entre estos guardias son muy comunes y ya constituyen un nuevo problema para la tranquilidad ciudadana.
Todo este cuadro hace que los partidos opositores reclamen a los gobiernos por esto que parece una privatización de la seguridad ciudadana. «Los gobiernos centroamericanos, en lugar de realizar ajustes a favor de la ciudadanía, se han dedicado a vender el patrimonio nacional y a desentenderse de las necesidades de la gente», asegur¢ un analista salvadore_o. (It/YZ/Co-Au/Vi/mc)